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Lula afronta su nuevo mandato al frente de un gran gobierno de coalición
Agencia Atlas
La versión brasileña de un gobierno Frankenstein la protagoniza Ignacio Lula da Silva. El presidente, que toma posesión este 1 de enero, se ha enfrentado a todo un rompecabezas político para integrar a la decena de partidos, desde el centro derecha a la extrema izquierda, que lo apoyaron en la segunda vuelta frente a Jair Bolsanaro. Lula va a estar al frente de un ejecutivo con 37 ministros, algunos de corte liberal. Hay numerosas mujeres, más que nunca en la historia del país, como la ambientalista Marina Silva, con la misión de revertir la deforestación de la Amazonía, disparada durante el mandato de Bolsonaro; o la líder indígena Sonia Guajajara, ministra de los Pueblos Originarios de Brasil. La pandemia y las ayudas sociales han dejado un agujero presupuestario con el que tendrá que lidiar el mandatario para cumplir con su promesa de tres comidas al día. El hambre afecta ya a 33 millones de brasileños, un 16% de su población. Dos décadas después del arranque de su primer mandato, el país y el Lula de hoy son muy diferentes a los de entonces. Brasil está más polarizado y el líder del Partido de los Trabajadores goza de menos ascendencia sobre su pueblo. La corrupción que lo llevó a la cárcel, merced a unas sentencias posteriormente anuladas, lastró buena parte de su credibilidad.