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Joaquim Benítez El pederasta de los Maristas, condenado a 21 años de cárcel por abusar de los alumnos

La Audiencia de Barcelona ha sancionado a Joaquim Benítez con una inhabilitación para el ejercicio de la profesión docente de casi 14 años y con una orden de alejamiento. Además, le obliga a pagar 120.000 euros a las víctimas. 

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El pederasta confeso de los Maristas de Sants, Joaquín Benítez, en Barcelona. / EFE

MADRID,

Joaquim Benítez pasará 21 en prisión. El pederasta y exprofesor de educación física del colegio Marista de Sants-Les Corts ha sido condenado por los abusos cometidos a exalumnos entre 2006 y 2010. Así lo ha impuesto la Audiencia Nacional de Barcelona que, además, le ha sancionado con una inhabilitación para el ejercicio de la profesión docente de 13 años y 8 meses y con una orden de alejamiento y prohibición de comunicación respecto de las víctimas, según ha adelantado El Periódico

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Además, el tribunal le ha obligado a pagar un total de 120.000 euros para las cuatro víctimas, que se repartirán entre entre 10.000 y 60.000 euros —de dos de ellas abusó de forma continuada—. También considera que los Maristas son responsables, por ello, tendrán que afrontar el pago de la indemnización. Benítez reconoció que abusó sexualmente de dos de los cuatro alumnos y admitió "no tenía miedo" porque se sentía "amparado por los Maristas", que ya le encubrieron en 1986. El Govern se comprometió a reabrir el 'caso Maristas' cuando se produjera la sentencia. Benítez aseguró durante el juicio que había más docentes implicados.

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Confesó haber practicado felaciones a los alumnos

El exdocente confesó durante el juicio que había realizado felaciones a dos exestudiantes en su despacho, pero negó haber realizado tocamientos a los otros dos denunciantes. Según afirma la sentencia, el acusado disponía de un despacho propio con una camilla en la que llevaba a los alumnos para hacerles masajes y que aliviaran posibles lesiones. 

La resolución final, a la que ha tenido acceso el citado metido, explica que "los hechos que sufrieron los denunciantes constituyeron una experiencia vital negativa en un momento en que todavía no tenían desarrollada su personalidad, y que como tal ha condicionado el cómo son de adultos. De manera que hoy son los hombres que son, en parte, por haber padecido la conducta del acusado. Y ello no tiene precio ni reparación posible". 

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