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Igartiburu y Obregón El día que TVE rompió con dos leyes no escritas y encomendó las Campanadas a dos mujeres mayores de cincuenta años

En España las uvas se han comido tradicionalmente frente a un televisor desde el que un hombre veterano y una mujer joven y casi siempre despampanante felicitaban el nuevo año a los espectadores. Hasta el 31 de diciembre de 2020, cuando TVE decidió dar el protagonismo a dos mujeres (sin varones en pantalla) que ya han cumplido de largo los cincuenta. El protagonismo de Ana Obregón y Anne Igartiburu ha evidenciado la invisibilidad de las mujeres experimentadas en la televisión. Presentadoras, columnistas, profesoras y periodistas denuncian su 'desaparición' de las pantallas.

Los tuiteros se emocionan con la entereza de Ana Obregón durante las campanadas
Anne Igartiburu y Ana Obregón, protagonistas de las Campanadas de TVE.

La estampa de Ana Obregón y Anne Igartiburu con el llanto contenido y las manos entrelazadas no fue solo inusual por la emoción de sus palabras. Detrás de ese mensaje de esperanza en medio de una derrota había dos mujeres que miran los cincuenta años desde arriba y que compartían pantalla en el momento más importante para una cadena de televisión. Un cambio en la dinámica histórica del sector.

La televisión, en muchas ocasiones anquilosada en fórmulas caducas y machistas, ha tratado los cuerpos de las mujeres como objeto de atracción. Como en el cine, cumplir años en el sector pasa factura y se corre el riesgo de caer en el olvido y desaparecer de los focos. Por eso, el trasfondo de las Campanadas de TVE tiene un componente rupturista mucho más fuerte y profundo: dos mujeres de cincuenta años frente a una cámara es algo poco habitual. Como ha demostrado la serie de televisión The Morning Show, el músculo de la costumbre se sorprende al no ver una mujer acompañada por un varón.

La prueba de que las Campanadas de TVE fueron la nota discordante se refleja en la competencia. Mientras Telecinco eligió a Sandra Barneda y Christian Gálvez para dar las uvas, en Antena 3 optaron por Cristina Pedroche y Alberto Chicote, tal vez la fórmula más conservadora de todas.

María Rey, periodista con veinte años de experiencia en información parlamentaria en Antena 3 y ahora presentadora en Telemadrid, reconoce que en Nochevieja quedó gratamente sorprendida al ver la presentación de TVE. "Fue un momento muy bonito, no quise cambiar. Lo vi porque no son dos presentadoras haciendo un programa de fiesta, que ahí sí pasa más. Lo relevante es que son de una generación que la televisión no acepta, que ya no tiene hueco, es excepcional", asegura a Público.

El arquetipo de pareja televisiva siempre ha estado regido, por norma, por un hombre entrado en años con experiencia junto a una mujer joven y atractiva. Esa dupla, pese a que sigue viéndose en algunas cadenas, cada vez está más en desuso, considera Rey. "Hace años, si había una mujer mayor que tuviera presencia, como María Teresa Campos, frente a ella había diez hombres. Los hombres trasladaban credibilidad y nosotras transmitíamos atractivo. Importaba el contenedor y no el contenido", considera contundente la periodista.

Asunción Bernárdez Rodal, profesora de Comunicación y Género en la Universidad Complutense de Madrid, reconoce el avance del feminismo hasta el punto de haber llegado a reproducirse por quienes se sienten alejados de la definición de feminista: "Hay un feminismo difuso, que no es ni académico ni activista y que ha llegado a la cultura mainstream. Hay discursos sobre el empoderamiento feminista, está naturalizado en la cultura mediática. Y esas mujeres incluso es posible que te digan que no son feministas, pero tienen incorporado el discurso de los últimos años", algo que considera indudablemente positivo.

Ana Bernal-Triviño, profesora de la Universitat Oberta de Catalunya y colaboradora habitual en Público, pone en el lugar que se merece el machismo sistémico, causante principal de que apenas haya mujeres mayores de cincuenta años en televisión: "Se debe a que el patriarcado tiene muchas formas de expresión y una es el mercado laboral, donde hay pautas concretas. En televisión vemos una potenciación de la belleza. La razón de base se debe a que, como cualquier otra institución, es un mercado de trabajo dirigido por hombres", arguye.

La radiografía que hace María Rey de la televisión en España es algo desalentadora, más encaminada hacia el consumo de cuerpos que al de intelectos, al menos cuando una mujer entra en la ecuación: "Las mujeres son las reinas de la mañana, pero cuanto toca análisis es el hombre al que se le da peso. Si te pones a buscar mujeres mayores de cincuenta, las hay, pero casi siempre las ligamos a conceptos y modelos de programa de supuesto interés femenino. Ves la BBC y hay mujeres mayores que son referencia informativa. En vez de seguir el modelo británico hemos italianizado España, un estilo mucho más machista y conservador", apunta.

Incluso Rey, con mucha carretera a sus espaldas en el sector, reconoce que ha sentido presión según cumplía años y se acercaba a esa franja de edad que empieza a estar prohibida en la pequeña pantalla: "Yo he percibido cómo alguien pensaba que eras una cara atractiva siempre cuando estabas por debajo de los treinta y cinco. Nosotras asumimos que según vamos cumpliendo años nos van retirando. Y no tiene tanto que ver con la edad como con el aspecto físico. Yo tengo esa conversación constantemente con los responsables de imagen. ¿Por qué las mujeres van de cóctel y los hombres sí parece que vayan a trabajar? Las presentadoras no tienen que ir envasadas al vacío, no es necesario", critica la periodista sobre la estética de los informativos.

Ana Bernal-Triviño pone un ejemplo que compitió contra Igartiburu y Obregón en las Campanadas para demostrar que los tópicos aún están lejos de desaparecer: "Parejas como Cristina Pedroche y Alberto Chicote demuestran que no se ha superado el arquetipo. Se sigue jugando con el hombre mayor y ella, la más atractiva, como reclamo. Al final es un estereotipo que cuesta mucho derribar, porque se actúa en base a clichés que funcionan y se repiten casi de forma automática".

En ese sentido, Bernárdez Rodal apunta que no debemos olvidar que Igartiburu y Obregón, pese a haber marcado la diferencia, conservaron la estética tradicional: "Mantenían el estilo de vestimenta de fiesta que se le exige a una mujer que aparece en televisión. Aun así, más que rupturista, creo que hay que considerarlo parte de un proceso de normalización. En 2020 ha habido muchas cosas anormales, pero esperemos que esta sea la vía", señala.

Tertulias políticas y del corazón

La periodista y columnista de Público Cristina Fallarás está convencida de que el cliché experiencia-juventud (o sea, hombre-mujer) pervive todavía hoy, aunque se muestra optimista después de una travesía en el desierto: "Estoy empezando a observar en las tertulias políticas y en los programas del corazón la presencia de mujeres mayores, algo que también sucede en las series, donde actúan actrices que llevaban años sin trabajar, pues con la desaparición de la actriz secundaria desapareció la actriz de edad".

Esas voces de más de cincuenta, más que en los shows, han surgido según ella en las tertulias políticas. Cita a una extensa nómina de colaboradoras, entre las que se encuentran Elisa Beni, Esther Jaén, Lucía Méndez y otras muchas. "Hay una serie de mujeres mayores que han tomado el relevo, porque durante las décadas anteriores habían desaparecido tanto de la televisión como del cine y el teatro. Por eso me encantó ver en las Campanadas a dos tías espléndidas dando un mensaje sensato y abogando por la investigación, algo que quizás no se lo escucharíamos a una chavalita. La presencia de Igartiburu y Obregón en TVE, frente a Pedroche o a ese tipo de mujer vestida desnuda, tiene que ver con un cambio en la política de los medios y en la intervención de la mujer madura en el espacio público".

Sin embargo, Cristina Fallarás matiza su optimismo: "Ese espacio de visibilidad no nos lo han dado los medios ni la industria, sino las redes sociales. A raíz del #MeToo, hemos decidido dar nuestra opinión y reflejar una experiencia que otros no tienen. Las redes han permitido a mujeres de cierta edad expresar mensajes vetados por los medios de comunicación, cuyas pautas son dictadas por la industria del consumo y de la moda". Así, según ella, se han recuperado muchas voces de mujeres maduras o, como prefiere decir, madurando.

La periodista, quien ha colaborado en programas como Todo es mentira o Cuatro al día, alude a los nombres propios, al margen del formato. Así, considera encomiable la labor de Carlota Corredera, quien como directora o presentadora de Sálvame dio cabida a Mila Ximénez o Chelo García-Cortés, entre otras muchas. "En un programa de estrellitas, apostó a lo bestia por las mujeres veteranas cuando la tele tendía a Mujeres y hombres y viceversa. Ellas aportaron un plus de historia y experiencia, algo difícil en una chica de veinticinco. Te gustará o no el programa, pero las colaboradoras son mujeres trabajadoras y Corredera, un ejemplo de lucha". De lucha contra el edadismo, es decir, la discriminación por razón de edad, en este caso de las mujeres.

Fallarás también critica el trato que han recibido otras periodistas. "Algunas como Karmele Marchante han sido llevadas a lo grotesco, cuando el grotesco es Bertín Osborne, aunque nadie lo diga. Se considera un sex symbol que puede liderar una franja horaria, algo que no sucedería con una mujer, a quien no se consideraría deseable. Él, en cambio, pasa por un galán, mientras que a muchas mujeres se las ha vapuleado y hecho tanto daño que desaparecieron de la pantalla".

La propia Fallarás también ha sido apartada de algún programa, pero por motivos ideológicos. "A mí, más que por la edad, me han hecho el vacío por roja y por radical. Ahora bien, los críticos no me atacan por ser de izquierdas, sino que me califican como gorda, vieja y loca. Te llevan al ámbito de la intimidad y te denigran a través de tu físico, mientras que con los hombres nunca se meterían por esa razón", denuncia la periodista, convencida de que en el pasado no tendría hueco en televisión.

"Hace dos décadas, con esta edad, yo habría desaparecido, o sea, me habrían borrado. Porque entonces algunos hombres que hacían televisión, mayores y rijosos, aparecían rodeados de muchachas que eran meros adornos", concluye Fallarás, quien quiere destacar a las profesionales y cita a una nutrida lista. "Son ejemplos de mujeres que ya no son tan jóvenes y cuya construcción pública ha permanecido para dignificar a las demás".

Discriminación por sexo y por edad

El estereotipo es viejo. Ya hace tres décadas, Victoria Fung señalaba que la presentación de los espacios televisivos recaía en "mujeres jóvenes y hombres experimentados". Su texto, Sexism at the Networks: Anchor Job Go to Young Women and Experienced Men, publicado en el Washington Journalism Review, ha sido objeto de estudios como el de Noelia García Estévez, de la Universidad de Sevilla, donde señala que "la combinación entre juventud femenina y madurez masculina es predominante en casi todas las cadenas de televisión, presentando una representación distorsionada de la realidad y ejerciendo una presión negativa entre las mujeres, periodistas o no, de mayor edad".

En La mujer presentadora en la programación diaria de televisión: La 1 de TVE, Antena 3 y Telecinco, García Estévez analizaba la programación de hace una década para señalar que la edad media de los presentadores era de 47,6 años y la de las mujeres, de 39,2, lo que refleja una diferencia de casi nueve años. Sin embargo, la estadística, a veces, puede llevar a engaños: aunque los hombres tenían una media de 8,4 años más que ellas, en Antena 3 alcanzaba los 13,3. "Resulta llamativo el emparejamiento que se suele establecer en los informativos entre el hombre maduro y experimentado y la mujer joven y con menor experiencia", indicaba la profesora de Comunicación Audiovisual, quien citaba casos como el de los informativos de Telecinco, con David Cantero (51 años) e Isabel Jiménez (31).

"Pero además existe un umbral de edad que es casi infranqueable para las mujeres en televisión: los cincuenta años", insistía García Estévez, quien aportaba un dato esclarecedor: superada esa edad, solo uno de cada cuatro presentadores era mujer. 

Esta situación se ha dado también en otros países, como Reino Unido, donde tres periodistas denunciaron que habían sido discriminadas por su edad. Miriam O'Reilly (53), Juliet Morris (45) y Michaela Strachan (42) fueron sustituidas por otras u otros más jóvenes, aunque los 71 años del periodista John Craven no fueron obstáculo para que siguiese desempeñando su trabajo. Más recientemente, en 2019, cinco periodistas entre 40 y 61 años denunciaron a la cadena de Nueva York VY1 por discriminación de edad y sexo.

Relegadas de las grandes coberturas y difuminadas en los directos, según ellas, fueron sustituidas por mujeres jóvenes y hombres con menor experiencia. "Las mujeres en los medios de comunicación deben ser celebradas por la diversidad de experiencia y sabiduría", afirmaron en un comunicado. "Deberíamos superar aquellos días en los que las mujeres de cierta edad se consideraban prescindibles".

Nada nuevo en España, donde Rosa Villacastín ya advertía en 2004 que cumplidos los cincuenta "a las mujeres socialmente se nos demoniza, porque, aunque no sepamos por qué, nos hemos hecho mayores mientras ellos están en su mejor momento". La periodista y escritora criticaba que a esa edad "ellos están en la madurez y nosotras hemos pasado a la vejez", según se desprende de sus palabras en Mujer y medios de comunicación.

"¿Cuántas mujeres hay que han pasado de los cincuenta y siguen en pantalla?", se preguntaba Villacastín en el Aula de Cultura de la Fundación Vocento. "Tres: Rosa María Mateo (que ha sido despedida hace poco), María Teresa Campos y Cristina García Ramos. Esta escasa presencia demuestra que sólo se promociona la juventud y la belleza, como si eso fuera la panacea para todos los males".

También Paula Vázquez le sacó los colores a la industria televisiva cuando, después de llevar un año y medio sin trabajar, en 2015 le concedieron un premio a su carrera. Cuando lo recibió, se preguntó irónicamente en el escenario: "¿Esto es que me quieren retirar ya?". La presentadora planteaba si a partir de los cuarenta las mujeres ya no tienen futuro, mientras que a partir de esa edad los hombres reciben papeles estelares.

"Tendríamos que cuestionarnos qué está pasando con el papel de las mujeres en el entretenimiento en España, sobre todo en las cadenas privadas", comentaba la profesional a Fórmula TV. "Se está relegando el papel de presentadora a la niña guapa y simpática y ya está. Y hay muchas niñas guapas que no hace falta que vayan de tías buenas".

Ardiel Rodríguez de los Santos, quien ha abordado esta invisibilidad en Tendencia en el estereotipo de la mujer presentadora en los informativos de televisión: Veteranía frente a imagen (Universidad de La Laguna, 2015), refuerza la idea de que "la mujer en televisión está siendo sustituida por la juventud y buena imagen". Para ello, acude a la citada Miriam O'Reilly, a quien compara con las españolas Olga Viza, Rosa María Mateo o María Escario. "Pero en España no ha habido una presión social que lleve a una cadena de televisión a reconsiderar la readmisión de periodistas despedidas o apartadas por razón de edad", critica, pues la Justicia reconoció la queja de la periodista británica y fue readmitida.

"En España se ha sucumbido a un modelo superado en su propio país de origen [Estados Unidos]. Se copió por casi todas las cadenas (excepto La Sexta), sin haberse dado atisbos de querer modificarlo, readecuarlo a la sociedad actual ni a las exigencias de las redacciones. De hecho, la excepción está en que sea una mujer la que dirija y presente a la vez un programa de noticias. Lo consiguieron en su momento Àngels Barceló, Pepa Bueno, Olga Viza, Monserrat Domínguez y Rosa María Mateo. Paradójicamente ninguna continúa en televisión", denunciaba Rodríguez de los Santos, quien subrayaba que la depuración de profesionales veteranas deja huérfanos a los jóvenes profesionales, quienes se quedan sin maestras.

Relegadas a horarios con menor audiencia

La presentadora, humorista y actriz Anabel Alonso no cree que se trate tanto de una cuestión de edad como de posicionamiento. "Es decir, están relegadas a unos horarios menos importantes o estelares. Hay grandísimas profesionales y presentadoras de más de cuarenta o cincuenta años, otra cosa es que se les dé el lugar que merecen: presentando en prime time, un gran formato, un late night, un concurso importante, etcétera. Es más, ahí no hay ninguna mujer de ninguna edad", se queja.

Como intérprete, se adentra en el campo de la ficción. "El teatro es más ecuánime en general, aunque hay más protagonistas masculinos. El cine, en cambio, suele ser más cruel con las mujeres a partir de los cuarenta, sobre todo si has sido una protagonista. En mi caso, fui una actriz de carácter, aunque también hay un lapso hasta que te vuelven a acomodar otra vez", matiza.

"Respecto a las series, se ha allanado el terreno y existen papeles para mujeres maduras. Hay más mercado, porque hay más oferta. En cambio, todo esto no sucede en el género de acción, donde parece que las mujeres no nos podemos mover o no sabemos disparar", ironiza Anabel Alonso, optimista pese a la desigualdad. "Debemos figurar en los horarios estelares, porque ahora estamos en la segunda división".

Arrugas en hombres y mujeres

La periodista Carme Chaparro, quien ha presentado los informativos de Telecinco y Cuatro, así como el programa Mujeres al poder, asegura en cambio que en televisión nunca se ha sentido marginada por la edad o el físico. "Solo hay que ver la parrilla de nuestros canales: mujeres de todas las edades y de todas las complexiones físicas. Mujeres diversas, como las de la vida real, la que hay fuera de las pantallas", añade la escritora, a punto de cumplir 48 años, la mitad de su vida ante las cámaras de Mediaset.

"He ganado años, aplomo, conocimiento y arrugas frente a los espectadores", afirma Carme Chaparro, quien alude a un tiempo en el que según ella sí que desplazaba a las veteranas. "Cuando empecé, a las mujeres las jubilaban pronto. Sólo tenemos que acordarnos de cómo desaparecieron de la pantalla maestras como Julia Otero, Olga Viza o Rosa María Mateo. Porque nuestras arrugas eran símbolo de decrepitud, mientras que en ellos eran de sabiduría", concluye la periodista.

La escritora y columnista de Público Barbijaputa también alude a otras desaparecidas, como María Carmen García Vela. "Estuvo toda la vida en televisión y, de repente, desapareció con la llegada del nuevo director de Informe Semanal, quien pasó a presentar el programa". Tras catorce años ininterrumpidos al frente de un espacio, terminó presentando los informativos del Canal Internacional de TVE.

"Es obvio que las mujeres tienen que ser de una determinada forma física, sin importar su experiencia o el tiempo que llevan trabajando. Algunas lo han hecho genial y, al cumplir cierta edad, se esfuman. De hecho, estamos acostumbrados a consumir contenidos audiovisuales donde las mujeres van desapareciendo, son sustituidas por hombres o mujeres más jóvenes, o pasan a ser tertulianas o colaboradoras puntuales en otros programas. Y hablo de mujeres que estuvieron toda la vida en la tele mientras eran guapas y jóvenes. Las explotaron día tras día hasta que, a los cincuenta, ya no hay lugar para ellas".

Algo que, según la presentadora del podcast Radiojaputa (que puedes escuchar en Público), no ocurre con los hombres. "Las mujeres tienen una vida muy efímera, no solo profesional, sino también socialmente. Pasamos de sufrir acoso por la calle a no ser vistas. Ya no importamos, como si no tuviésemos nada que aportar. En cambio, en el caso de los hombres la experiencia está valorada, mientras que una mujer mayor está gagá. En la tele tu vida laboral dura lo que te dura la piel tersa. No es casualidad que todas las que están expuestas a los focos terminen operándose", explica la columnista de Público. "Es muy difícil que una mujer logre vencer al tiempo".

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