Este artículo se publicó hace 7 años.
ZozulyaNo habrá nazis en el Rayo Vallecano
El éxito del veto ideológico de Vallecas al fichaje del supuesto nazi Roman Zozulya es inaudito en el fútbol español.
Madrid-Actualizado a
Roman Zozulya era un jugador de fútbol semidesconocido. Sin espacio en un modesto equipo de Primera División como el Betis, llegó cedido la pasada semana a un equipo de Segunda, el Rayo Vallecano, justo al cierre del mercado de fichajes. Parecía una operación como tantas otras, pero el veto de Vallecas a este delantero centro ucraniano ha abierto un profundo debate sobre lo que puede y no puede hacer la afición de un equipo de fútbol.
Encuesta: ¿Ha hecho bien la afición del Rayo al frenar el fichaje de Zozulya?
Zozulya proviene de un país en guerra, con enconados conflictos ideológicos que reviven disputas del pasado. En Ucrania, donde nació hace 27 años, izquierda significa URSS y opresión. Derecha, nacionalismo y lucha contra el telón de acero.
En su país Zozulya es conocido por su capacidad para jugar al fútbol, pero también por fundar y financiar Narodna Armiya (Ejército del Pueblo), organización que recopila recursos para las milicias de derecha ultranacionalista que combaten contra las prorrusas para mantener Ucrania unida.
"Narodna Armiya es una organización donde la gente lleva donaciones", explica a Público Andriy, un activista ucraniano de Maidan. "El gobierno no cuenta con recursos suficientes para financiar la guerra abierta en la región de Donbass. Por ejemplo, si alguien es reclutado de un pueblo, el pueblo debe comprar todo lo que necesita. No el Gobierno", asegura en una conversación con este medio. "Eso no convierte a Zozulya en nazi", enfatiza.
El nacionalismo ucraniano es "muy complejo", confirma un catedrático español especialista en la zona postsoviétiva. La situación del país provoca que el hecho de "intentar salvaguardar la integridad del Estado obligue a sus ciudadanos a postularse". Eso sí, cree que "las imágenes publicadas hacen difícil creer su discurso".
Dichas imágenes fueron subidas a las redes sociales por el propio jugador. Muestran a Roman Zozulya junto a simbología de extrema derecha, apoyando una recogida de fondos para el batallón Azov (una de las numerosas milicias neonazis que combaten junto al Ejército ucranio), abrazando a sus milicianos, o haciendo gala de su amistad con otros deportistas que sí han reconocido su filiación nazi.
Aunque, quizá, una de las imágenes que mejor definen su situación es su pose junto a una bufanda que muestra la cara de Stepán Bandera; para unos, colaboracionista nazis de la Segunda Guerra Mundial; para otros –sobre todo desde el estallido de la guerra–, héroe de la lucha de Ucrania contra el yugo de la URSS.
Los medios han equiparado la protesta de la toda la afición a acciones de ultras
Zozulya niega que sea nazi. En una carta a la afición del Rayo explicó que es un "patriota" que "ha colaborado con el Ejército de su país". Sin duda lo ha hecho, y por ello ha recibido varias medallas del Ministerio de Defensa.
Sea nazi Roman Zozulya o no, para la afición del Rayo Vallecano sí lo es. La comodidad que ha demostrado el jugador en entornos filonazis y de extrema derecha ha sido suficiente para que esta hinchada, conocida por su compromiso social y autora de iniciativas como las jornadas de recogidas de alimentos, el día del niño, la lucha contra la xenofobia o el cáncer –todas ellas institucionalizadas más tarde por la directiva del club–, exprese con claridad que no lo quiere en su equipo.
La afición protestó de una manera enfática por el fichaje de Zozulya antes incluso de que este se desplazara de Sevilla a Madrid. "La misma tarde del día 31 de enero, cuando se cerraba el plazo de fichajes, había rumores de que se iba a traer este jugador y se comunicó a la directiva el disgusto de la afición", explica a este medio Ángel Domínguez, Gelo, presidente de ADRV, plataforma que engloba a las peñas del Rayo Vallecano.
"Tienen que ser consecuentes con sus actos"
"Últimamente nos estamos encontrando jugadores que no son conscientes de la repercusión que tienen sus actos por ser futbolistas", afirma Gelo, trayendo a la conversación el caso de Sergi Guardiola, cuyo fichaje frenó el F.C. Barcelona al salir a la luz una serie de comentarios en los que el jugador criticaba el soberanismo.
"Nos han convertido en clientes, lo único que podemos hacer es dar nuestra opinión. Y en la medida de lo posible, la damos", explica la plataforma de peñas del Rayo
"Si eres un jugador mediático tienes que medir lo que haces. Si pones ciertos comentarios o te sientes identificado con cierta ideología tienes que ser consciente de que lo verá cualquier persona. Nos han convertido en clientes y al igual que cuando el club ficha un jugador para que traiga ilusión a la gente, aquí consiguen todo lo contrario: traer un jugador que trae ilusión cero, porque va en contra de lo que siente la afición", resume.
La directiva, explican los hinchas, desoyó sus avisos y cerró el fichaje. El día 1 de febrero Roman Zozulya estaba ya en Vallecas y acudió a las instalaciones del club para firmar el contrato. Allí se encontró a varios aficionados, encapuchados e identificados por los medios como Bukaneros –el grupo ultra del Rayo–, que le repudiaron, llegando a increparle por su supuesta ideología nazi.
El fútbol se enreda
A raíz acto de los ultras identificados como Bukaneros ("cualquiera puede comprarse una bufanda y una sudadera de Bukaneros, venden merchandising", recuerda Gelo) la directiva del Rayo frenó el fichaje. Se desató la locura. Tertulianos, periodistas y aficionados del mundo del fútbol, no conocidos precisamente por su prudencia o profundidad analítica, opinaban sobre el caso, el pasado del jugador y de paso, también sobre geoestrategia europea.
En la vorágine, entre otras cosas, hubo insultos al presidente y los fans del equipo en programas de radio, se equiparó a todos los hinchas con la acción de ultras violentos, se anunció una querella de la Liga contra los aficionados e incluso se escuchó un "todos somos Zozulya" por parte de los jugadores del Betis.
Joaquín, capitán del Betis, leyó un comunicado en el que explicaba que el rechazo de los rayistas se basaba en un malentendido por la camiseta con la que el jugador aterrizó en Sevilla en agosto. Era el emblema de su país, que también utilizan como insignia grupos de extrema derecha. Los jugadores del Betis aumentaron con esto la confusión, puesto que la plataforma de peñas del Rayo ya había explicado que su posición iba mucho más allá de ese incidente.
"Hemos asistido a un linchamiento público de un futbolista", leía Joaquín. Detrás de él, Rubén Castro, para el que la Fiscalía pide cuatro años de prisión por violencia machista y al que la grada bética coreó "Rubén Castro alé, Rubén Castro alé, no fue tu culpa, era una puta, lo hiciste bien".
Freno definitivo
El jugador volvió a Sevilla. Fuentes del sindicato de futbolistas explicaron a Público que Zozulya estaba "asustado": "Si fuera por él se quedaría, pero teme por su familia. Le da miedo que alguien ponga una pancarta en el colegio de su hijo diciendo que su padre es un nazi".
Zozulya ha decidido no jugar en el Rayo Vallecano
Este fin de semana la afición del Rayo volvió a mostrarse disconforme con la contratación. En una rueda de prensa momentos antes de que el Almería visitara su estadio, representantes de las peñas afirmaron, "en nombre de la gran mayoría de aficionados", "el rechazo a un fichaje que vulnera los valores del club".
Eligieron como espacio donde atender a los medios la puerta del estadio que lleva el nombre de Wilfred, portero de raza negra que la grada elevó a leyenda del equipo tras su muerte, al descubrir que sus agentes se habían quedado con casi todo el dinero que ganó en su carrera.
Zozulya ha decidido finalmente no jugar en el Rayo Vallecano. La afición, ni contenta ni disgustada. En palabras de Gelo, presidente de la plataforma de peñas: "En el mundo del fútbol lo único que podemos hacer es dar nuestra opinión, ni más ni menos. Y, en la medida de lo posible, la damos".
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