Este artículo se publicó hace 4 años.
Generación covid: jóvenes más precarios y sin vida social
Son uno de los colectivos más afectados a nivel laboral por la crisis, agraviada por una precariedad estructural. Las restricciones en el ocio y el aislamiento provocan malestar por la falta de vida social
Emma Pons Valls
Barcelona-
La juventud es uno de los colectivos que sufre los efectos médicos de la Covid-19 de forma más leve –lo cual no quiere decir que no haya casos graves-, pero paralelamente ha sido una de las principales víctimas del frenazo económico provocado por la emergencia sanitaria. "Esta situación ha empezado a perjudicar a los colectivos que estaban en una situación peor, y llevábamos décadas diciendo que los jóvenes sufrían una precariedad muy grave", afirma el sociólogo Joffre López Oller. Además, las restricciones en el ocio, con el cierre de las salas de conciertos y discotecas frecuentadas mayoritariamente por los jóvenes, la clausura provisional de bares y restaurantes y ahora con el añadido del confinamiento nocturno que tampoco permite disponer del espacio público para encontrarse han cortado de forma radical la vida social, vital en esta etapa de la vida. Unas medidas a las cuales hay que añadir el aislamiento derivado del teletrabajo y la universidad a distancia.
"Yo tengo 24 años y esta es la segunda recesión económica que me ha tocado vivir. Todavía no me he podido emancipar. Hablamos mucho de los datos, pero poco de cómo nos afectan a nivel vital", apunta Guillermo Chirino, presidente del Consell Nacional de la Joventut de Catalunya (CNJC). Los datos a que hace referencia son, por ejemplo, que la media de edad para independizarse en el Estado sea de 29 años. O que mientras que los salarios habían subido un 7,5% entre 2008 y 2017 a nivel general, para los jóvenes se habían reducido un 14%.
Más precariedad
La precariedad de los jóvenes menores de 30 años no viene de nuevo. El sociólogo Joffre López Oller, autor del informe del CNJC Joves i COVID-19. L'impacte de la crisi a la precarietat de la joventut, explica que las dificultades para incorporarse al mundo laboral y las condiciones precarias generan "la imposibilidad de sacar adelante ciertos proyectos individuales". Esto acaba atrasando procesos como la formación de una familia, por ejemplo.
La precariedad juvenil es un freno a la emancipación: la media de edad para irse de casa se sitúa en los 29 años
Mònica Alberch, de 24 años, es criminóloga y encontró el primer trabajo en su sector en medio de la desescalada. A pesar de tener buenas condiciones, en unas semanas se le acaba porque se trataba de un contrato de seis meses. "Por suerte he podido ahorrar, pero con la situación actual, las opciones para buscar trabajo se te limitan mucho", apunta.
Precisamente, la precariedad de la juventud viene marcada por una predominancia de contratos temporales, de corta duración y de tiempo parcial; y una tercerización de la ocupación -más del 80% de jóvenes trabajan en el sector servicios, según el informe del CNJC. Los puestos de trabajo que ocupan los jóvenes son, además, los más prescindibles.
Paula Carreras es periodista, tiene 26 años y es una de las cuatro presentadoras del podcast millenial Gent de Merda que trata, precisamente, de esta generación atravesada por la precariedad. "Yo creo que si una cosa tenemos es que hemos sufrido tantos cambios y tan rápido, que somos capaces de adaptarnos en el momento. Los trabajos no nos duran, los pisos no los podemos pagar... Pero nos adaptamos y nos espabilamos", afirma.
El hecho de no tener la carrera profesional formada, del todo o nada, multiplica el efecto de la crisis, según Carreras. "Son impedimentos en un camino que apenas estamos empezando, nos tocará reinventarnos y asumir que todo es volátil y cambiante", señala.
El aislamiento social
Lamentan que se los estigmatice: "Antes era la generación nini y ahora, la generación del botellón"
El aislamiento provocado por el teletrabajo y la universidad a distancia impacta sobre los jóvenes, acostumbrados en mucha vida social. El periodista Joan Burdeus escribía hace unos días un artículo en que afirmaba que el teletrabajo "perjudica más" a este colectivo por la carencia de estímulos y la poca capacidad de hacer contactos que se deriva, contraproducente en esta etapa de formación. Además, el entorno digital impide crear un sentimiento de grupo. Por todo ello, Burdeus subraya la importancia de "politizar la presencialidad" y reivindicarla como un derecho: "Hay que pensar en el espacio en clave política, y no como una comodidad".
Mònica ha estado teletrabajando la mayor parte de su contrato. A pesar de que ve positivo el ahorro de tiempo en desplazamientos, señala las dificultades para desconectar: "Trabajo en el mismo lugar donde estudio por la tarde y dónde duermo por la noche". Además, las limitadas opciones de ocio, especialmente desde el cierre de bares y restaurantes, no lo facilita: "Al final solo podremos trabajar", lamenta. Todo ello está afectando su motivación y también asegura que desde hace poco tiene episodios de ansiedad.
Otro capítulo son los estudiantes que han empezado este año la universidad. Es el caso de Isabel Domingo, que solo fue cinco días a clase antes de que toda la docencia se volviera a hacer en linea. "Solo he conocido dos personas", lamenta. Seguir las clases desde casa, y más tratándose del primer curso, se hace pesado. "Estamos en grupos de Whatsapp, los contactos los tenemos todos. Pero no nos podemos ver", señala Isabel.
Sin ocio
La limitación del ocio impide conocer gente nueva y tener nuevas relaciones sexoafectivas. "Los amigos que tienen Tinder lo están utilizando mucho más, solo hay esta vía si quieres ligar", explica Mònica. Judit Turón utiliza esta aplicación para conocer gente, pero apunta que ahora hay que pasar más filtros antes de decidirse a quedar con alguien: "Te lo piensas mucho más porque no quieres confinarte a la mínima".
Las citas también son más extrañas. La primera impresión, con mascarilla, y sin saber cómo saludar. "El primer feeling no es el mismo", dice. Esto se enmarca en un momento cambiante para todas las relaciones. Para Judit, no se puede hablar de una generación que tendrá pareja más tarde, porque al fin y al cabo hay gente que ya tenía, pero sí que cree que la gente soltera lo estará durando más tiempo.
Choque generacional
Por otro lado, los últimos meses los jóvenes han estado en el foco por la incidencia del virus en esta franja de edad. Los jóvenes consultados apuntan que, más allá de que haya comportamientos reprobables, no se puede generalizar y criminalizar a todo el colectivo.
"Hemos visto nuestra precariedad aumentada y acentuada y, encima, se nos estigmatiza", critica el presidente del CNJC, Guillermo Chirino, que subraya la participación juvenil en el impulso de redes de apoyo y también en la educación en el ocio.
Este señalamiento, asegura Chirino, no viene de nuevo. "Antes era la generación nini, ahora la generación del botellón. Al final, a los jóvenes siempre se nos ningunea, y esto tiene mucha relación con que se haya normalizado la precariedad y la infantilización", afirma.
Tanto él como la periodista Paula Carreras apuntan a la relación que esto tiene con el hecho de que los lugares de poder estén copados por la generación de sus padres, o boomers, en términos del mundo anglosajón. "Hay un componente de falta de empatía importante. Todos los políticos son boomers, parece que se los olvida enseguida su etapa como jóvenes", apunta la periodista.
"Los jóvenes tenemos claro que el futuro seremos nosotros quien lo ocuparemos", dice Carreras, y lo vincula con la necesidad de que se los tenga más en cuenta. La solución pasa, por Chirino, para "tejer red y hacer colectivo". Nacidos y criados durante la globalización, los millenial han sido socializados en el individualismo. "Nos han educado para hacernos creer que los fracasos son personales en vez de señalar un sistema que nos fracasa como generación". La articulación de una respuesta colectiva está teniendo éxito, y un ejemplo es el movimiento Fridays for Future para denunciar la emergencia climática, concluye Chirino.
Malestar emocional y resiliencia
El psicólogo Roger Ballescà, coordinador del Comitè d'Infància i Adolescència del Col·legi Oficial de Psicologia de Catalunya, recuerda que, "por mucho que se prolongue en el tiempo, [la crisis de la Covid-19] se trata de una circunstancia transitoria", motivo por el cual no tendría que tener un impacto en el desarrollo vital de los jóvenes. El psicólogo expresa que una diferencia fundamental entre los jóvenes y los adultos de más edad es que los primeros hacen una "vida más grupal" que no familiar. Por eso, "el aislamiento tiene un impacto más grande en los jóvenes, pero a la vez, tienen una mayor capacidad de adaptación". Ballescà recuerda que en todo caso "las situaciones difíciles generan más malestar emocional, pero también más resiliencia y aprendizaje".
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