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Europa pretende frenar la deforestación sin prestar atención a los derechos indígenas y sin vigilancia sobre las empresas

La Comisión Europea presentó este miércoles una propuesta del nuevo reglamento sobre productos importados para impedir que determinados bienes –como la soja, el aceite de palma o el café–  tengan una cadena de suministro manchada por la tala de bosques.

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Un soldado del ejército de Brasil observa una pila de troncos talados en la Amazonía. — Adriano Machado / REUTERS

madrid, Actualizado:

La Comisión Europea ha presentado este miércoles una propuesta regulatoria para limitar la deforestación. De esta forma, Bruselas pretende impulsar un nuevo reglamento para que los productos importados no estén manchados por la tala masiva de árboles. Se trata de un plan importante que recoge algunos reclamos históricos de los grupos ecologistas y que llega días después de que más de 100 países –incluida la UE– se comprometieran a reducir un 30% la pérdida bosques en el mundo para 2030. Sin embargo, el reglamento presentado tiene algunas lagunas respecto a la necesidad de proteger a las poblaciones indígenas y vigilar de cerca la responsabilidad de las empresas.

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El documento estrecha el cerco de la producción insostenible de determinados productos que llegan a Europa con una importante huella ecológica. Se hace mención así a la soja, el aceite de palma –presente en una gran cantidad de productos alimentarios– el café o la carne de vacuno, cuyas cadenas de suministro deberán estar libres de deforestación legal o ilegal.

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Queda fuera de este reglamento el caucho, cuya producción mundial lleva asociada la tala de 5 millones de hectáreas de bosques tropicales entre 2003 y 2017 en el sudeste asiático y África subsahariana. También quedan fuera los productos cárnicos como el cerdo o las aves de corral, así como el maíz, con una importante incidencia en la pérdida de biodiversidad en Perú o Nicaragua.

Tal y como adelantaba Climática, el nuevo reglamento propuesto por la CE indica que la producción de las materias importadas debe realizarse en respeto a las leyes del país de origen, pero no se hace mención a las leyes internacionales sobre derechos humanos ni a los derechos de los pueblos indígenas, lo que deja la puerta abierta a que se sigan produciendo nuevas usurpaciones de territorios.

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El otro gran problema que plantea el texto tiene que ver con la forma en la que se responsabiliza a las empresas europeas de importar productos manchados por la tala de árboles. Organizaciones como Mighty Earth han criticado este apartado, asegurando que los mecanismos sancionadores son débiles. Además, la Comisión Europea no hará público qué empresas incumplen las leyes lo que socava el derecho a información de los consumidores europeos. Por otro lado, se apela directamente a la voluntad  y la autorregulación de las corporaciones para garantizar que sus productos están libres de deforestación. 

Además, hay un vacío que permite que se pueda seguir importando productos manchados por la tala ilegal siempre que sean de países que estén siendo calificados por la UE como "verdes". Tom Kucharz, portavoz de Ecologistas en Acción, denuncia que "no se están incluyendo todos los ecosistemas. Por ejemplo, hay una parte importante del cerrado de Brasil que no está dentro de la reglamentación". El activista recalca también la importancia de que no no se hable de "cambios del uso de la tierra", un hecho que no tiene por qué llevar deforestación pero que puede generar una degradación importante en el territorio.

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Los datos demuestran que la soja es la mayor fuente de deforestación tropical de productos importados por la UE, con un 31%. Le sigue el aceite de palma, con un 24%, y la carne de vacuno, con un 10%. 

Alemania es el país europeo con una mayor tasa de deforestación anual asociada a su consumo, con 43.700 hectáreas arrasadas. Le siguen Italia, 35.800 hectáreas; España, con 32.900 hectáreas; y Francia, con 26.300 hectáreas afectadas por la tala ilegal.

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