bruselas
Margarida Borràs es un referente para Carmen Fernández, una mujer pizpireta e inquieta, que se define como "gitana, transgénero, anarquista y republicana". Borràs fue una mujer de la alta sociedad valenciana del siglo XV, y una de las primeras víctimas mortales por su identidad de género. Fue ejecutada en la horca de la Plaza del Mercado en València, castigo reservado para parricidas, uxoricidas y sodomitas en la Edad Media. ¿Su delito? Identificarse con el género femenino y comportarse y vestir como tal, a pesar de haber nacido varón.
La organización Transgénero Europa (TGUE) lleva a cabo un monitoreo para contabilizar las personas trans o de género diverso que han muerto por su identidad de género. Hoy es su día, el Día Internacional de Memoria Trans, que recuerda a todas aquellas personas que han sido víctimas de la transfobia. Según el último informe, entre el uno de octubre de 2019 y el 30 de septiembre de 2020 fallecieron 350 personas, lo que supone un incremento del 6% respecto al periodo anterior.
Alec Casanova es profesor de inglés en un centro público del País Valencià. Además, es voluntario desde hace años en la asociación Lambda, referente del colectivo LGTBIQ. Explica que ahora, al haber más leyes, "las personas trans se sienten más protegidas y salen más del armario". "Esto enfada a aquellas personas que sienten odio hacia el diferente y aumentan las agresiones", matiza, poniendo en contexto esta tendencia al alza.
De las 350 víctimas mortales, 152 se contabilizaron en Brasil, 57 en México y 28 en Estados Unidos. El 98% eran mujeres trans o personas trans femeninas y el 62% de ellas eran trabajadoras sexuales. La transfobia no es el único estigma que sufren estas víctimas. Sobre algunas también pesa el racismo: el 79% de las asesinadas en la América de Trump eran además negras. Algo similar ocurre en Europa, donde en el último año fueron asesinadas 11 personas trans y el 50% de ellas eran personas migrantes y con una edad media de 31 años.
El machismo es otro factor presente. El 38% de las víctimas perdió su vida en la calle y el 22% en su propia residencia. Otro punto clave es el estigma social y criminalización hacia el trabajo sexual. Fernández reconoce que a sus 40 años ha trabajado de todo, o casi todo. "Hay que sobrevivir en esta vida, niña", subraya, para explicar que nunca se le han caído los anillos por trabajar "en la ferralla, en hostelería o en sitios de mal vivir". "Yo creo que tan digno es el trabajo de la prostituta como la que vende ajos en el mercado", comenta, para reivindicar la legalización del colectivo, para acabar con el proxenetismo y repartir derechos sociales a todas las personas que venden su cuerpo, principalmente mujeres.
Según el informe de TGEU, la situación con la covid no ha ayudado a este colectivo. "La pandemia afecta a todos, pero las diferencias y desigualdades sociales se profundizan con la pandemia, abriendo brechas por la falta de legislación y protección sistemática de personas trans y de género diverso", apunta el estudio.
Preocupación en Europa
Leo Mulió Alvarez, responsable de políticas y especializado en salud de TGEU, lamenta que, "a pesar del progreso de los últimos años hacia el reconocimiento legal de género, en base a la autoderminación, se esté frenando incluso en la Europa más progresista". Comenta la situación en Hungría, país que ha prohibido el reconocimiento legal de las personas trans este último año, aunque también cita a Lituania o Polonia, que siguen la estela de Budapest. También habla de Rumanía y del debate en torno a la ley que prohíbe educar en diversidad y abordar estos temas en las aulas. "De nuevo, un retroceso", explica.
Julia Kata es la vicepresidenta de la Fundación Trans-Fuzja en Polonia y explica que las personas trans no tienen ninguna protección legal en estos momentos en su país. "La legislación sobre delitos de odio no cubre las premisas de orientación psicosexual, identidad de género y expresión de género", denuncia. Lamenta que no haya espacio para la autoderminación y que el único procedimiento posible vaya ligado a un diagnóstico psiquiátrico, terapia hormonal y cirugías, proceso que puede durar hasta dos años. Además, el demandante debe de ser mayor de edad y soltero.
La polaca es una realidad compleja, especialmente desde 2015. "La sociedad se ha vuelto cada vez más difícil y hostil. A las personas transgénero y del colectivo LGTBI se les llama públicamente 'plaga arcoíris', 'subhumanos', 'no personas', 'pervertidos' por los jerarcas de la Iglesia católica, políticos destacados y el presidente de Polonia", subraya Kata. "Europa no puede mirar hacia otro lado, ¡un tercio del país está catalogado como 'zona libre de LGTBI'!", reivindica.
Álvarez no quiere mirar hacia otro lado y se moja también hablando de España. "El rechazo a menudo pensamos que viene de grupos conservadores, de extrema derecha o ultra religiosos, pero estamos viendo que está pasando también en sectores menos esperados como los grupos feministas", ha lamentado. "España está, junto al Reino Unido, bajo el foco europeo por su discurso feminista trans excluyente", ha matizado.
Alec Casanova también es muy crítico "con el feminismo que divide a la sociedad en mujeres y hombres, sin tener en cuenta la identidad de género y la intersexualidad". "Es curioso que se basen en los genitales para hacer esta distinción, justo en lo que se base la sociedad patriarcal de la que reniegan", apunta.
Para Richard Köhler, trans alemán que trabaja en TGUE, es muy importante encontrar referentes en la esfera pública para normalizar al colectivo, así como ampliar el horizonte y entender que este tema tabú en algunas familias debe de tratarse desde diferentes ángulos. Para Casanova éste también es un problema, ya que no hay referentes trans masculinos para la sociedad. Valora que en València sí haya un concejal en la localidad de Paiporta, Guillem Montoro, como cara visible, pero cree que queda mucho camino por recorrer para contar con referentes como Carla Antonelli, diputada socialista española, o Petra de Sutter, ministra ecologista belga.
Desde la organización celebran el "giro y mayor compromiso por parte de las instituciones europeas". "A pesar de que la UE no tiene competencia en algunas parcelas, sí puede marcar unos estándares, facilitar intercambio de buenas prácticas, hablar con los Estados miembros, etc.", explica Álvarez. "Desde TGUE celebramos la transversalidad de la estrategia presentada la semana pasada por Bruselas, que pretende incorporar la realidad del colectivo LGTBI a todas las áreas de trabajo de la Comisión Europea", comenta.
Situación en España
Según el índice de derechos de TGUE, en 2020 hay seis países con una legislación de reconocimiento legal del género basada en la autoderminación y que se está implantando correctamente. Estos son Malta, Dinamarca, Islandia, Irlanda, Luxemburgo, Noruega. Álvarez explica que la legislación "más avanzada es la maltesa, que tiene un reconocimiento legal del género de las personas no binarias, algo que no es una realidad en ningún otro país".
España todavía no cuenta con una norma, aunque este miércoles acabó el periodo de consulta pública para la ley trans. Sin embargo, nueve comunidades autónomas- Comunitat Valenciana, Navarra, Aragón, Madrid, Illes Balears, Extremadura, Murcia, Canarias y Andalucía- sí cuentan con una legislación autonómica considerada como buena práctica. Sin embargo, Álvarez lamenta que "la competencia autonómica no abarca el cambio de género legal". "Solamente incluye una autoderminación que se traduce en que en el ámbito educativo se respete, en el carnet de la biblioteca o la tarjeta sanitaria", comenta, para hacer hincapié en que "no cuenta como un procedimiento de cambio registral, que solo se puede hacer a nivel estatal".
Un primer paso que ha cambiado la vida de muchas personas. Claudia Reig, directora del documental Resistencia Trans lo ha recogido en la pieza audiovisual. Trabaja, desde la cooperativa Barret, en proyectos de reivindicación de realidades silenciadas a través del vídeo y el género documental. Al hablar de las dificultades del colectivo piensa rápidamente en Gloria, una de las protagonistas del documental. "Se ve el miedo de expresarse como mujer en público, un miedo real hoy en día porque ser transexual es aceptar el riesgo de verte en situaciones comprometidas y sufrir agresiones físicas y verbales", comenta Reig.
"Son el colectivo más invisibilizado y que más incomoda, porque abren la puerta a deconstruir los roles de género, roles construidos socialmente", continua Claudia. "Lo sé, es más fácil quedarte como estás, con lo que has asumido como cierto y no plantearte que quizás los roles de género también te afectan a ti, por muy normativa que seas", reflexiona.
Una reflexión que llegó hace unos años a la familia de Violenta Calandín. Su pequeño, a la edad de tres años, empezó a desarrollar una conducta afeminada, ponerse sus vestidos y querer maquillarse y vestirse de Frozen al llegar a casa. No le dieron mayor importancia, pero, sin embargo, hubo un punto de inflexión: el día en el que Lucía cogió una varita, se la dio a su madre y le pidió que hiciera magia y la transformara en chica.
Reconoce que tenía miedo, que ni su pareja ni ella sabían cómo actuar. "Se junta la inexperiencia, que no sabíamos si eso significaba que era gay o que de verdad quería ser una chica, y tenía mucho miedo al sufrimiento", reconoce. Un miedo que la paralizó, pero gracias a una familia y un grupo de amigos "fantásticos, comprensivos y abiertos" decidimos dar el paso con naturalidad y buscar información en Lambda y hablar con un buen psicólogo sexólogo.
Mila Fuentes es psiquiatra infantil y, entre otros, ha llevado como pacientes a algunos niños con disforia de género incipiente. Defiende que los profesionales del ámbito de la salud mental "pensamos que la construcción de la identidad de una persona, incluido el género, es un tema muy complejo y que lleva mucho tiempo". Por ello recomienda a los papás "dar mucho espacio y momentos para crecer, madurar y tomar decisiones en firme, observando y acompañando".
Insiste en que la disforia de género no es un problema de salud mental. Sin embargo, la mayoría de estos menores han llegado a su consulta por otros asuntos. "A lo mejor vienen por una fobia social, por ansiedad o por cuadros depresivos, y después de una intervención fallida, esto se pone encima de la mesa y se les puede acompañar en el proceso", explica.
Como curiosidad, Fuentes comenta que ha tenido muchos pacientes con este cuadro y Síndrome de Asperger. "En estos menores surge una idea clara en edades tempranas, conducta que difícilmente cambiará más adelante", indica. "Sin embargo, cuando son adolescentes y les podemos enviar a los servicios especializados de transexualidad, a veces es un criterio de exclusión y este es un problema serio", lamenta la psiquiatra.
Alec Casanova cree que "con voluntad política, se pueden hacer muchas cosas". Este profesor de inglés insiste en la importancia de la formación de los docentes. "Si no estamos sensibilizados, no vamos a poder estar alerta ni identificar cuando tenemos ante nosotros un niño trans". Considera que debería de haber, tanto en magisterio como en el máster para cualquier docente, una asignatura de educación sexual.
Desde Lambda se facilita formación y talleres a personal docente y estudiantes, con el objetivo de conseguir que los centros educativos sigan siendo entornos protegidos para niños que, como Lucía, deciden dar un paso adelante, sin miedo al qué dirán.
Calandín aprovecha para lanzar un mensaje doble a través de estas páginas: "Me gustaría decirle a todos los niños y niñas, trans o no trans, que es muy importante que se quieran y acepten tal y como son". "Y, a los papás y mamás de niños en estos procesos me gustaría decirles que una enfermedad es un cáncer o esta pandemia, pero no que tu hijo sea homosexual o trans", añade. Un mensaje que comparte Casanova, que aprovecha para pegar un tirón de orejas a la clase política: "hoy es el día Internacional de la Memoria Trans, pero no debería de ser cosa de una asociación visibilizar las muertes por transfobia, debería de partir de las autoridades".
Fernández está escribiendo una novela, No somos machos, pero somos muchas, sobre una amiga suya que falleció hace unos años y sufrió el azote del franquismo en su piel, como presa de la ley de vagos y maleantes. "Me han quitado a muchas amigas", comenta emocionada. Habla del verano que compartió con la Veneno y con Paca la Piraña y de la trágica muerte de su amiga Cristina 'La Mora' frente a la tapia de un cementerio. Sin embargo, no puede evitar emocionarse al recordar la obra de teatro que tiene en el tintero para concienciar sobre el colectivo, que iba a protagonizar Fernando Lumbreras Márquez.
Era un referente para el activismo valenciano. Reivindicó los derechos de la libertad sexual con Franco en el poder y en 1986 se convirtió en el socio fundador y primer presidente de Lambda. Un joven de 23 años acabó con su vida en 2018, propinándole una paliza y estrangulándole hasta la muerte tras una cita. Un episodio que jamás se catalogó de asesinato transfóbico, ni aparecerá en ningún índice.
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