Se desvanece el mito de la basílica cristiana debajo de la Mezquita de Córdoba
Un arqueólogo del CSIC descarta la existencia de la Iglesia de San Vicente y de un complejo episcopal. Hasta el Cabildo catedralicio corrige ya su histórica defensa del templo visigodo.
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córdoba, Actualizado:
A principios de los años treinta del siglo XX, el arquitecto y conservador de la Mezquita de Córdoba Félix Hernández inició una inquietante prospección arqueológica bajo el subsuelo del templo hispanomusulmán más importante de Occidente. Buscaba la mítica basílica de San Vicente, cuya leyenda habían propulsado dos textos árabes tardíos encontrados en el siglo XIX por el arabista holandés Reinhart Dozy. Los documentos sugerían que Abderramán I había ordenado construir el oratorio islámico sobre una iglesia visigoda, que durante años se usó como templo compartido con la comunidad cristiana mozárabe.
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Félix Hernández rastreó el subsuelo de la Mezquita primitiva hasta julio de 1936, cuando el golpista coronel Cascajo mandó poner fin a las excavaciones y restituir el pavimento del monumento nacional. Lo que el arquitecto conservador encontró bajo tierra le dejó perplejo. Ni rastro de una basílica visigoda o de un edificio religioso de gran porte, tal como habían indicado las crónicas de Ibn Idari y Al Maqqari. Félix Hernández no dejó ningún informe arqueológico escrito. Todo lo que sabemos de los vestigios encontrados proviene de fuentes indirectas, particularmente de sus más estrechos colaboradores.
El decepcionante hallazgo no arredró a la Iglesia católica, que durante décadas ha seguido alimentando la leyenda de San Vicente en trípticos,
folletos y material de información turística. En 2009, el experto en arte islámico Antonio Fernández Puertas publicó el libro Mezquita de Córdoba. Su estudio arqueológico en el siglo XX, que incluía el más completo examen del controvertido mito hasta la fecha. “Pobre y reducido edificio”, “perplejidad”, “ningún elemento característico de un edificio litúrgico paleocristiano o visigodo” fueron las expresiones utilizadas por sus discípulos Manuel Ocaña y Ana María Vicent o el propio Manuel Gómez Moreno, director entonces de Bellas Artes, para calificar la entidad de los restos hallados bajo la Mezquita.
Hace diez días un arqueólogo del CSIC ha vuelto a la carga con un artículo demoledor publicado en la revista especializada Al Andalus y la Historia. Fernando Arce Sainz otorga escaso crédito a las fuentes escritas. Y sobre los registros arqueológicos se muestra incluso más contundente: “Suficientes para poder descartar que este sector urbano contara con algún edificio religioso”. En el artículo, titulado ¿Hubo un precedente cristiano en el origen de la Mezquita de Córdoba?, recuerda que los resultados de Félix Hernández “fueron del todo desmitificadores”, ya que “nada apareció que pudiera asimilarse a la basílica esperada”.
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En su trabajo, el experto analiza los niveles constructivos del subsuelo y se detiene en examinar el mosaico que aparece a casi tres metros de profundidad expuesto bajo un cristal y durante años identificado por el Cabildo como parte integrante de la supuesta iglesia visigoda. “Se le dice al visitante que son parte de la basílica de San Vicente. Falso. Se trata de un ámbito doméstico, residencial, erigido en torno al siglo IV”, señala tajante.
Fernando Arce Sainz no es el único experto en discutir la leyenda de la basílica. La reputada historiadora del arte Susana Calvo ya desestimó su existencia en una conferencia pronunciada en 2014 en la sede cordobesa de Casa Árabe. “¿Qué hemos encontrado en el subsuelo de la Mezquita? Lo que nos ha confirmado la arqueología de momento es que no ha sacado esa supuesta iglesia. Hace poco se publicaron los planos originales de Félix Hernández. ¿Y qué nos muestran? Que allí no había ninguna iglesia”, afirmó en su intervención. Una opinión similar mantiene otra arqueóloga del CSIC, Ángeles Utrero, cuya argumentación también expuso en una charla pronunciada en Casa Árabe en noviembre de 2018.
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La acumulación de pruebas ha debilitado en los últimos años la hipótesis del templo visigodo bajo la Mezquita. Es difícil seguir sosteniendo que los “pobres” muros descubiertos por Félix Hernández pertenecen a una catedral visigoda. En su lugar, se está abriendo paso la teoría del complejo episcopal. Es decir, debajo de la Aljama omeya habría un conjunto de edificios vinculados al poder del obispo datados en el siglo VI. La legendaria iglesia no estaría entonces bajo el subsuelo de la Mezquita sino en cualquier otro punto de la zona.
La teoría ya fue formulada hace años por el arqueólogo Pedro Marfil, que durante casi dos décadas trabajó a las órdenes del Cabildo. El investigador ha sido de los pocos privilegiados que se han sumergido en las tripas de la Mezquita de Córdoba. Habla, por lo tanto, con conocimiento directo. Marfil no se abona a la hipótesis de la basílica, pero sí estima que tanto el mosaico como alguno de los ladrillos hallados por Félix Hernández tienen motivos cristianos. De ahí, su inclinación a la existencia de un conglomerado episcopal.
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A esa opinión se está agarrando en el último año el Cabildo catedralicio, toda vez que el mito de la basílica se hace cada vez más difícil de sustentar. Sobre todo, después de la última prospección realizada en 2017 para colocar el anclaje de una gran puerta abatible en el muro que da al Patio de los Naranjos. Las excavaciones fueron realizadas por una empresa de arqueología contratada por la Iglesia. La basílica visigoda tampoco asomó en esta ocasión en la zanja de 1,5 metros de profundidad que se abrió bajo el oratorio de Abderramán I.
Desde entonces, el Cabildo parece haber abandonado por fin un mito que ha alimentado durante décadas sin evidencias arqueológicas sólidas. De hecho, el pasado verano organizó unas jornadas en Córdoba con el objeto de apuntalar la innovadora teoría del complejo episcopal. Y hasta el panel informativo de la presunta basílica de San Vicente ha sufrido una modificación sustancial en fechas recientes para acomodar la nueva interpretación del yacimiento. Bajo la resistencia numantina de la Iglesia a renunciar a la leyenda de San Vicente se esconde su interés secular por reivindicar la titularidad del monumento omeya y argumentar la continuidad cristiana del solar.
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Con todo, el arqueólogo Fernando Arce Sainz tampoco respalda esa hipótesis. “Bajo la Mezquita no hay iglesias y mucho menos un complejo episcopal”, escribe en su artículo. El experto cree que los musulmanes no levantaban en Al Andalus sus templos sobre iglesias cristianas preexistentes. “El tópico de la suplantación de los espacios sagrados (de catedrales a aljamas), surgido sin base empírica, se esfuma cuando se ha excavado”, afirma. Y pone como ejemplo el caso de otros recintos sagrados examinados en la península. Se refiere a Zaragoza y Toledo, “bajo cuyas catedrales medievales encontramos oratorios islámicos pero, si continuamos profundizando”, concluye el arqueólogo, “no aparecen por ningún lado las catedrales visigodas”.