Este artículo se publicó hace 4 años.
CoronavirusLa adopción, una eterna carrera de obstáculos agravada por la covid-19
La pandemia ha demorado los trámites, el cierre de fronteras ha retrasado los vuelos de las 17 familias catalanas que iban a recoger a sus hijos y las solicitudes de adopción han caído durante el confinamiento.
Barcelona-
Rosana Poza tiene 52 años y hace una década que espera ser madre. El pasado lunes, 20 de julio, tomó tres vuelos para llegar a Haití, donde hace un año y medio que su hija de siete años espera salir del orfanato, su hogar desde que tenía un mes de vida. Poza ha pasado por una larga carrera de obstáculos durante su proceso de adopción, pero la pandemia ha alargado la llegada a la meta. Cuando los países cerraron sus fronteras y vio que tendría que aguantar tres meses más, ella no se dio por vencida. "He llegado a llamar a las compañías de carga para ver si tenían vuelos que llegasen a Haití y me podía subir", reconoce a El Quinze.
Poza es una de las 17 familias en Catalunya que tenían que ir a buscar a sus hijos a sus países de origen antes de la llegada de la covid-19. Solo cuatro tienen vuelos asignados al cierre de esta edición. "Estadísticamente, quienes optan por la adopción han intentado ser padres biológicos, y hay un sufrimiento extra", explica la directora del Institut Català de l’Acolliment i de l’Adopció (ICAA), Agnès Russiñol. "Llegan a las puertas cuando tienen a un niño asignado; en muchos casos ya son sus padres. Solo les falta irlos a buscar, y eso es tremendamente doloroso. Cada semana que pasa están más dolidos", lamenta.
Los procesos de adopción internacional ya eran complicados antes de la llegada del coronavirus. En primer lugar, la familia que quiera adoptar tiene que pasar por una valoración psicosocial que determina si es idónea para ser el hogar de un menor. Pero conseguir la idoneidad no es siempre un camino cómodo. "Que hace 10 años vinieran a mi casa a ver cómo vivía yo, y si tenía la habitación preparada... Incluso es hasta cruel. Me pides que tenga una habitación lista para una criatura que va a llegar 10 años después", denuncia Poza. Además, en su caso tuvo que hacer los trámites dos veces: el proceso en Mali se anuló después de tres años de espera, ya que el país canceló las adopciones internacionales cuando acabó la guerra civil, en 2013, e inició otro en Haití. Aunque tuvo que hacer los trámites legales dos veces, ya que cada Estado tiene requisitos distintos, Poza apunta que la idoneidad se actualiza cada tres años.
Una vez se le da la idoneidad a la familia, la espera está en manos de los trámites y los países donde están los niños que serán adoptados. Y ahí es donde los factores internos y externos influyen, como la inestabilidad del país o una pandemia. Ahora bien, el recelo por parte de los Estados a reconocer que no pueden encargarse de sus propios menores es un punto clave en las dificultades de este trayecto. Según el director de Iniciativa Pro Infància (IPI), Santi Llensa, "la adopción internacional no es una medida muy popular". "El país no tiene un interés demasiado especial en que la adopción internacional salga a la luz. Como políticos no quieren reconocer que el Estado no es capaz de dar salida local a estos niños", añade.
El caso de China
A este orgullo dañado se le suman otras causas. En China, por ejemplo, la lista de espera es de 13 años. Para el presidente de la Asociación de Familias Adoptantes de la China (AFAC), Francesc Acero, la covid-19 no ha afectado a China "por la sencilla razón de que la adopción es inexistente". Acero explica que antes la demora era de nueve meses, pero cuando se convirtió en una primera potencia industrial mundial "no quedaba bien que fuera el primer país del mundo que diera niños en adopción". La adopción de menores con necesidades especiales sí se hace "de forma inmediata", pero Acero detalla que España no se caracteriza por adoptar niños con necesidades especiales, "excepto las familias homosexuales, que sí suelen hacerlo". La falta de demanda de adopciones en el país asiático ha hecho que la AFAC se haya reconvertido en una pequeña ONG que actúa como centro de acogida de niños invidentes en Huli, en la provincia de Chiamen.
Caen las solicitudes en Catalunya
"Para mí la pandemia es el colofón de un proceso de adopción larguísimo", exclama Poza. La covid-19 demoró su expediente tres meses, pero antes tuvo que enfrentarse a varias fronteras. Al inicio del proceso de Haití, calculaba que su espera iba a ser de dos a tres años, pero fue de tres años y medio hasta que le asignaron a su hija, Michelelove. Entonces, hizo un viaje en el que convivió durante una semana con la menor. De ahí regresó a Catalunya para realizar el trámite judicial, en el cual se finaliza la adopción plena y el menor sale con el apellido de la madre adoptiva. "Lo normal es que dure de seis a ocho meses. En mi caso duró año y medio. En noviembre tendría que haber ido a buscarla", remarca.
El retraso se acentuó por la renovación del pasaporte –que tardó tres meses en vez de uno– y por la situación de Haití, que a finales del 2019 estaba muy inestable a nivel económico y social. "Se ha demorado todo ocho meses más", afirma. Todo esto teniendo en cuenta que ella ya había ido a visitar a su hija hace un año y medio. Y llega 2020 y, con él, el coronavirus. "Yo ya estaba viendo que el mundo se iba a cerrar, así que pedí que alguien me hiciera un salvoconducto para poder traerla antes de que acabara el trámite del pasaporte", explica. Pero no pudo. En medio del confinamiento, tramitan su pasaporte. Cuando lo tiene lo intenta todo: vuelos de carga, de repatriados, humanitarios, llamadas a la Haya... Mueve cielo y tierra para poder ir a buscar a su hija cuanto antes. Pero hasta que no se abren los vuelos comerciales no puede ir hasta el país caribeño. "Es un proceso larguísimo y cruel, sobre todo para la niña. ¿Ella piensa que yo he desaparecido? ¿Cree que ya no tiene la oportunidad de tener una familia? Lleva un año y medio sin verme", lamenta.
Poza no ha tirado la toalla en cinco años y ha luchado hasta el final para ir a buscar a su hija, con un test PCR de menos de 72 horas para poder entrar a Haití. Si todo va como es debido, este 25 de julio tendrían que estar las dos en suelo catalán. Ahora bien, ¿las demoras adicionales provocadas por la covid-19 afectarán a las solicitudes de adopción internacional en Catalunya? Russiñol detalla que durante el periodo de enero a junio de 2019 hubo 134 solicitudes de adopción internacional en Catalunya, mientras que en 2020 esta cifra baja hasta 59. Ha habido un incremento durante junio, ya que hasta mayo había solo 38 familias solicitantes. Pese a la caída de solicitudes internacionales, Russiñol y Llensa aseguran que durante el confinamiento han recibido varias consultas para empezar un proceso de adopción.
Retos burocráticos
Cada país es un mundo, y su forma de gestionar la pandemia tiene un efecto dominó que llega hasta las familias que llevan esperando adoptar durante años. La ficha más cercana, Catalunya, se adaptó a las medidas dictadas por las autoridades sanitarias. Antes de entrar en las fases, se intentó hacer los máximos trámites posibles de forma telemática, pero había partes –como las visitas domiciliaras– que tenían que ser presenciales. Durante la fase 1 se reactivaron las entrevistas presenciales que fueran imprescindibles, en la fase 2 se realizaron todo tipo de entrevistas y en la fase 3 se reactivaron las sesiones informativas para las familias.
Las tramitaciones se ralentizaron. "Hemos tenido problemas a la hora de legalizar los documentos originales, que tienen que ir de forma física al país del menor, ya que los ministerios o están cerrados o dan plazos larguísimos para ponerte un sello", lamenta Llensa. Se tarda aproximadamente un mes en legalizar un expediente, pero en los ministerios españoles hay una atención presencial con unos horarios muy concretos. "Eso duplica la espera normal", destaca. Por suerte, eso no pone en riesgo el proceso de adopción.
Política y salud
Más allá de los ministerios españoles, la covid-19 ha traído otros factores relacionados con la política y la salud que ponen a cada país es una situación muy particular. Llensa apunta al caso de Colombia, que ha gestionado "bastante bien" la pandemia, y está rodeada de Perú o Venezuela, los cuales no han seguido su ejemplo. Abrir fronteras sería poner en riesgo a la población, pero hacerlo de forma selectiva molestaría a sus vecinos del norte. "¿Abrirían fronteras para familias europeas pero no para familias estadounidenses?", cuestiona Llensa.
Vietnam se encuentra en una situación similar, mientras que Bulgaria ha sido de los países que han facilitado más las adopciones. Por otro lado, Poza añade que el Gobierno español ha cancelado la adopción de menores en Rusia y Haití porque alegan "inseguridad en los procesos". Por suerte, esta medida no afecta a los expedientes presentados, pero Poza asegura que Haití es un país que "necesita la adopción internacional porque no puede asumir a los niños huérfanos que hay".
Se mantienen las adopciones nacionales
Mientras se ha registrado una caída importante en las solicitudes de adopciones internacionales, las nacionales han mantenido la cifra en Catalunya. Entre enero y junio de 2019 se aceptaron 159; y en el mismo periodo de 2020 se tramitaron 134. Según el Institut d'Estadística de Catalunya, solo 63 niños fueron adoptados en 2019. "Solo hay 60 niños adoptables cada año, lo que hace que la espera sea de seis a siete años", remarca la directora del Institut Català de l’Acolliment i de l'Adopció, Agnès Russiñol. Aunque se frenaron varios trámites y entrevistas durante el confinamiento, Russiñol apunta que "no se paró en ningún momento la adopción de niños nacionales que nacían en los hospitales".
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