Constitución española El cardenal Cañizares señala el matrimonio gay y la "ideología de género" como los graves problemas de la Constitución
Con motivo del 39 aniversario de la Carta Magna, el arzobispo defiende en una carta la unidad de España y la dignidad de la persona humana y sus derechos inalienables como principios fundamentales del orden moral.
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MADRID,
El cardenal arzobispo de València, Antonio Cañizares, ha destacado que los principales problemas de la Constitución sobre la "dignidad inviolable de todo ser humano" son el aborto y la eutanasia, la fecundación artificial, el matrimonio homosexual y "nuevas ideologías, como la de género".
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"Los problemas con los que actualmente nos encontramos en la aplicación de la Constitución, bien sea los que se refieren a la dignidad inviolable de todo ser humano y a sus derechos en el orden, por ejemplo, de la vulneración del derecho a la vida con el aborto y la eutanasia, con la fecundación artificial o experimentación de embriones que algunos propugnan, o los referidos al matrimonio reconocido por la Constitución únicamente entre el hombre y la mujer (Art 32), o en los recortes a la libertad de enseñanza, [...] son expresión del gravísimo problema que afecta hoy al comportamiento moral la separación entre verdad y libertad", ha señalado.
Con motivo del 39 aniversario de la Carta Magna, el arzobispo añade en una carta: "No podemos olvidar nuevas ideologías, como la de género, que es preciso superar con fidelidad a nuestra Constitución".
Tras defender en la misiva la unidad de España y la dignidad de la persona humana y sus derechos inalienables como principios fundamentales del orden moral, Cañizares considera que la "crisis que padecemos en España tiene mucho que ver con la crisis de la verdad y con la corrupción de la idea y experiencia de libertad".
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Asimismo, Cañizares hace suyas unas palabras palabras de una Instrucción Pastoral de la Conferencia Episcopal sobre el terrorismo: "Pretender unilateralmente alterar este ordenamiento jurídico en función de una determinada voluntad de poder, local o de cualquier otro tipo, es inadmisible.
Apunta que, de no ser así, someteremos a la Constitución -"si no se está haciendo ya"- por los caminos de la "desintegración de la sociedad pluricentenaria que es España".