Este artículo se publicó hace 3 años.
El Cañaveral, el barrio de Madrid donde miles de vecinos llevan cinco años a la espera de colegios y centros de salud
En este barrio del distrito de Vicálvaro, donde tampoco hay comisaría, las únicas escuelas infantiles que están funcionando son privadas y los vecinos consideran que las comunicaciones son insuficientes.
Cristina del Gallego Baraibar
Madrid-Actualizado a
El blanco de los edificios pinta el paisaje, un silencio atronador tan solo roto por el ruido de las obras. Quietud. Calles casi vacías. Un coche, un autobús, un peatón. Y luego, nada. Más silencio entre grandes bloques nuevos que pueblan amplias avenidas de cuatro carriles por sentido. Bulevares que rompen el paso de los vehículos y los enmarcan entre pequeños arbolitos que ya empiezan a mostrar sus primeros brotes. Como esta zona, donde los vecinos aún conviven con grúas por doquier y descampados.
Nos encontramos en El Cañaveral, una isla rodeada de grandes carreteras perteneciente al distrito de Vicálvaro. Un lugar que parece estar en medio de la nada más absoluta pero que, sin embargo, forma parte del este de Madrid, más cerca del municipio de Coslada que de la capital. Y, a esa nada, se le suma también una carencia absoluta de servicios públicos: ni colegios, ni centro de salud, malas comunicaciones... Ni siquiera hay semáforos que regulen el tráfico.
Este barrio es uno de los Proyectos de Actuación Urbanística (PAU) de más reciente construcción en Madrid. Sus primeros pasos los dio en 2013 cuando, después de casi diez años de luchas en las instituciones y los tribunales, por fin el Ayuntamiento y la Comunidad desencallaron el problema y dieron vía libre a la construcción de las primeras viviendas a manos de cooperativas como Puerta de San Fernando, Millenium y Platinum, financiadas por el Grupo Santander. A ellas se sumarían más tarde las archiconocidas empresas Pryconsa, Neinor y Aedas, así como Premier, HI Real Estate, Nozar, Inmoglaciar Grupo Lobe, Altamira y Habitat y otras como Tau Gestión, Vitra o Prygesa.
Tan solo tres años más tarde, en el primer trimestre de 2016, hace ya casi seis años, comenzaron a llegar los primeros vecinos al barrio. Desde entonces, el número de habitantes no ha dejado de crecer de manera exponencial.
Tanto que, a día de hoy, ya hay 8.141 personas censadas. Sin embargo, esto es solo el dato oficial del padrón, pues si se multiplican las 4.594 viviendas ya entregadas por una media de 2,5 habitantes por hogar, el resultado es de 11.485 habitantes.
No obstante, ya hay un total de 14.000 viviendas proyectadas en El Cañaveral, con un precio medio de 2.783 euros el metro cuadrado. De ellas, 1.035 son públicas, siendo "este ámbito urbanístico uno de los que más actividad inmobiliaria concentra en toda la capital", según informa la Empresa Municipal de Vivienda y Suelo, dependiente del Ayuntamiento de Madrid, en un comunicado.
Ni un colegio ni instituto en un barrio con vecinos desde 2016
"Estamos muy pendientes del dato de empadronados porque, por desgracia, ese es el único que miran las instituciones. Y digo por desgracia porque hay muchas familias que ya están viviendo aquí y no se empadronan porque, como no tenemos servicios, es preferible quedarse empadronados en el barrio de donde vengan para no perder puntos a la hora de pedir cole para los niños o cosas de ese tipo". Quien habla es Daniel Santos, presidente de Juntos por El Cañaveral, la asociación de vecinos mayoritaria. Confirma la realidad más flagrante de esta zona: no tienen colegios -ni público ni concertado-, las únicas escuelas infantiles que hay son privadas y, por supuesto, tampoco hay comisaría ni centro de salud.
El barrio carece casi por completo de equipamientos públicos. Tan sólo cuenta con tres autobuses, dos que unen El Cañaveral con el centro de Madrid y un interurbano que lleva a niños y mayores al municipio de Coslada, el más cercano a sus calles. El resto, todo proyectos aún por materializar.
El único que empieza a ver la luz es una escuela infantil municipal. Su construcción se aprobó en enero del 2021, los obreros comenzaron a trabajar en agosto y, cinco años después de la llegada de los primeros vecinos al barrio, aún tendrán que esperar hasta el verano que viene si todo va bien para ver sus puertas abiertas y a los primeros peques correteando por sus doce aulas. Por ahora, tan solo las máquinas de obras, entre solar y solar vacío, indican que allí se está cocinando el lugar donde los niños podrán comenzar a educarse.
"A día de hoy, con los críos que hay en esas edades de escolarización, ya estaríamos necesitando otra. Esa escuela infantil estaría completa y con lista de espera desde el día uno", puntualiza Santos, haciendo referencia a las 660 pequeñas y pequeños de entre 0 y 3 años que ya viven en la zona. Y eso, según figura en el censo, pues "estar empadronado en El Cañaveral te aporta cero beneficios a nivel de servicios públicos".
Del total de vecinos, hay 2.043 menores por debajo de los 18 años, un 25,09%. Y, si restamos a los niños de entre 0 y 3 años y a los que ya tienen o superan los 16, nos encontramos con que 1.776 están en edad de escolarización obligatoria. Por lo que, más allá de la guardería que ya está en marcha, nos encontramos con que un 21,8% de los habitantes del barrio necesita colegios e institutos para poder formarse.
Los vecinos afirman que el Consistorio encabezado por José Luis Martínez-Almeida ya ha cumplido: ha cedido las parcelas para un colegio y un instituto públicos y otro concertado y también ha comenzado a construir la escuela infantil.
Y el Ayuntamiento deja la pelota en el tejado del Gobierno regional, pues "la competencia en materia educativa y sanitaria es suya", señalan fuentes del Consistorio. Mientras, desde la Consejería de Educación aseguran que "a medida que se vaya consolidando la urbanización y ocupación de dicho barrio, iremos construyendo los centros". Una ocupación que ya supera las 8.000 personas censadas y que, según estimaciones oficiales de la Junta de Compensación -organismo que engloba a todas las constructoras del barrio-, será de 28.716 personas a finales de 2023, teniendo en cuenta que hay proyectadas 14.000 viviendas.
"Los pisos se venden sobre plano. Los que hay para entrar en 2023 están 100% vendidos ya", recuerda Santos sentado en una tranquila mesa de uno de los restaurantes del barrio. Añade que "el hecho de que va a haber casi 30.000 personas en dos años es algo consolidado. Y no les has dado ningún servicio". Un argumento en el que insiste Elena Dugnol, madre soltera de un niño de 11 años y vecina de El Cañaveral: "Cuando tú me quieras dar un colegio, los que van al colegio ahora van a pasar al instituto y no vamos a tener un instituto porque, a este ritmo, van a tardar diez años en dárnoslo".
La suya es una historia angustiosa. Fruto de esa generación precaria a la que tanto le está costando labrarse un futuro, Elena se independizó a los 35 años. Vio la luz cuando comenzaron a venderse los primeros pisos en El Cañaveral, viviendas que durante los primeros años fueron baratas y dieron un respiro a jóvenes como ella.
¿Y cuáles son sus circunstancias? Su oficina está en pleno centro de Madrid y, desde el comienzo de la pandemia, teletrabaja, lo cual le facilita muchísimo la vida debido a las malas comunicaciones en El Cañaveral. Pero ese modelo laboral ya se está agotando para Elena: ahora ya de vez en cuando va de manera presencial, pero recuerda preocupada que "poquito" le va a durar. Cuando le toca ir a la sede de su empresa, su rutina es muy dura para ella, que tiene que hacer malabarismos con el transporte cada mañana, pero quizás lo sea aún más para su hijo: "Se tiene que quedar a dormir con mis padres de domingo a jueves, porque si no le tengo que hacer que se levante a las 5.45 horas de la mañana, salir de casa súper temprano, volverme aquí y coger el autobús camino al centro de Madrid para ir a trabajar".
“Que empiecen ya las obras de los colegios y el instituto o no llegan para 2023”
Pero sus problemas pueden acrecentarse dentro de muy poco. Ahora el pequeño va al colegio en el municipio de San Fernando de Henares, hacia donde "no hay muy buen transporte público desde aquí". Sus padres también se van a mudar al barrio y, como ella sí que optó por empadronarse aquí, se encuentra en una disyuntiva enorme: "¿Qué hago con el instituto?", se pregunta con un gesto de evidente preocupación que enmarca su imponente melena. Este centro aún no tiene ni fecha de inicio de las obras, como confirma el Ejecutivo encabezado por Isabel Díaz Ayuso.
Su compañero Daniel Santos, de la asociación de vecinos, interpela visiblemente enfadado a la Comunidad: "Ya que te vas a dejar la pasta, que empiecen ahora. Si comienzan ahora, igual faltan dos años. Pero que arranquen ya o no llegan". Y Elena añade: "Nos piden, pero luego no nos dan lo más básico: ni un colegio ni un instituto, ni un centro de salud...".
Ni un solo centro de salud en un barrio con casi un 10% de vivienda social
La situación en los centros sanitarios es muy parecida a la educativa. El Ayuntamiento ya cedió la parcela y, según fuentes de la Consejería del Gobierno madrileño, "todavía se está tramitando el convenio de cesión de la parcela y, en paralelo, en la Comunidad estamos haciendo un análisis del crecimiento poblacional del nuevo barrio para poder dimensionar cómo tiene que ser el centro de salud". Al preguntar por los plazos que se marcan, la respuesta es clara: "No te podemos decir".
La situación es aún más grave si tenemos en cuenta la gran cantidad de vivienda social que hay en El Cañaveral: "Casi un 10% de todas las del barrio son del Ayuntamiento y son de alquiler social. ¿Qué problema hay con eso? Que, al final, las viviendas de alquiler social son para gente que tiene ciertas necesidades. Necesidades que no estás cubriendo. Es decir, le estás dando un alquiler social a un jubilado con bajo nivel adquisitivo que necesita el transporte público porque igual ya no está para conducir... y le metes en un barrio donde depende del coche y que no tiene centro médico", apunta Daniel Santos. Algo en lo que su compañera Elena incide: "Son el tipo de familias que más necesitan las dotaciones públicas, en viviendas de alquiler social que ya están en construcción y que estarán listas en 2023, en un barrio que no tiene esos equipamientos", apunta Elena.
Un problema que, para más inri, no se circunscribe únicamente al barrio, sino que afecta a todo el distrito pues, al carecer El Cañaveral de centro de salud, los vecinos tendrán que acudir al más cercano de su zona sanitaria: "Los de Vicálvaro están colapsados", apunta José Luis Nieto, concejal de Más Madrid en el mencionado distrito. Algo que recalca su homólogo en el PSOE, Ramón Silva: "La saturación es evidente".
El político del partido liderado por Mónica García explica que "esto responde al modelo caduco de extensión de la ciudad con los PAU, en los que se cede todo a la iniciativa privada y lo que se hace primero es el negocio de la compraventa de viviendas y luego ya que las instituciones se encarguen cuando puedan de los equipamientos". Un argumento al que se suma su compañero Silva, quien añade que "es la constatación de un modelo fracasado que siguen imponiendo PP y Cs en la Comunidad de Madrid. Ha fracasado anteriormente, pero quizás El Cañaveral es su máximo exponente. Un modelo que lo único que prima es el urbanismo depredador sin ningún tipo de inversión de las administraciones públicas".
El periodista Jorge Dioni, autor del libro La España de las piscinas, explica a Público que "hay una distribución de los PAU. Se habla de que todo es igual y no. Valdebebas va a ser un barrio de clase media-alta y El Cañaveral, no. Madrid tiene un norte, más adinerado y un sur que lo es menos".
Por no haber, en el barrio de El Cañaveral no hay ni supermercados. Lo único que encontramos son pequeñas tiendas, más parecidas a los ultramarinos, donde "tienes lo básico, pero no puedes hacer ahí la compra del mes", asegura Alberto Acosta, otro vecino que lleva más de un año viviendo en el barrio.
Hasta para comprar alimentos tienen que desplazarse hasta otras zonas de Vicálvaro o Coslada. En coche, por supuesto.
Un barrio donde “para todo hay que coger el coche”
Los transportes son el otro gran inconveniente del barrio. Esta pequeña isla se encuentra cercada por tres carreteras: M45, M50 y R3 y, sin embargo, solo se puede acceder a El Cañaveral por la primera de ellas. "Para todo hay que coger el coche porque no hay alternativas de servicios públicos eficientes", afirma tajante Alberto. Tan complicada es la conexión con el resto de zonas que "muchos padres están organizándose para ver si podrían entre todos pagar una ruta de autobús para llevar a los niños al cole, que está en otros barrios".
Además, la R3 es una carretera de pago y "si no quieres dar una vuelta enorme para ir a Madrid o pasar siempre por Coslada, te tienes que ir por ahí y, aunque sean 50 céntimos, tienes que pagar el peaje tanto para ir como para volver, siendo un barrio que pertenece a Madrid". Les prometieron cuando les vendieron las viviendas que dejarían de pagar pronto, pero a la vista está que no han cumplido su palabra.
En cuanto al equipamiento público, fuentes de la Consejería de Transportes de Madrid recuerda que cuentan con las líneas de autobús 159 y E5, que "conectan con el núcleo del distrito como con el Metro y el Cercanías más cercano, con el hospital de referencia y con el centro". Y hay una tercera línea interurbana, la 290, que une "con Coslada, Metro y Cercanías, y con el barrio de Rejas, que tiene el centro comercial Plenilunio". Además, aseguran sobre la prometida llegada de la línea 2 del suburbano a El Cañaveral que "en esta legislatura no hay nada previsto". Y, respecto a la posibilidad de construir un apeadero de Renfe en la zona, nos derivan a la compañía ferroviaria. Más Madrid anuncia a Público que este último aspecto ferroviario va a suponer una enmienda a los Presupuestos Generales del Estado.
Sin embargo, los vecinos no están de acuerdo con que esto sea suficiente ya que, como recuerda Daniel Santos, "esos servicios tienen un horario limitado. Si trabajas por las tardes y sales a partir de las 23 horas, olvídate de volver en transporte público a tu barrio". Y, además, estos autobuses no recorren El Cañaveral al completo, lo que hace que haya "gente que vive a 20 minutos del autobús andando", como apunta Alberto. Y ambos insisten: "Somos un barrio más de Madrid capital. No pedimos más que los demás, pedimos tener lo mismo".
Acosta lanza un órdago al Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid: "En la etapa dura de la pandemia tuvimos el ejemplo del Hospital Zendal. Demuestra que, cuando se quiere, en muy poco tiempo se puede sacar a licitación, ejecutar y construir. Si quieres, puedes".
"La situación de El Cañaveral la equiparo con la de los colonos. Me recuerda a las imágenes de las antiguas películas de vaqueros en las que se iba conquistando el Oeste. Es lo mismo: llegas allí, construyes tú la ciudad y no tienes nada. Es tremendo", señala el concejal de Más Madrid José Luis Nieto.
Falsas promesas y multitud de sueños destrozados
Alberto y Daniel, ambos de la asociación de vecinos Juntos por El Cañaveral, confiesan que les gustaría tener niños y ampliar la familia. "Te lo planteas muy mucho y luego piensas que en este barrio, donde hemos comprado… Pues sí, tener una urbanización con instalaciones está muy bien, pero luego está el día a día, que son los coles, la formación, las actividades… Y si eso no lo tienes aquí, no es calidad de vida. Me tendría que ir a otro sitio para llevar a los peques, contaminando", explica apenado para, a continuación, añadir que su pareja y él se metieron en este proyecto "hace dos o tres años y el único avance que ves es el del sector privado de casas. Del resto no hay nada".
Elena Dugnol refuerza esta visión del barrio y evidencia el hartazgo de los vecinos: "No puedes esperar a que un barrio se manifieste y queme ruedas para empezarles a tomar en serio". Y Daniel va aún más allá: "Cualquier día cortan la M45 y los políticos se preguntarán el porqué. Se están caldeando mucho los ánimos".
Elena, madre soltera de un pequeño de 11 años, reflexiona sobre su futuro y, con una tristeza evidente, sentencia: "Y el día que trabaje presencialmente todos los días, ¿qué? Con esta falta de servicios públicos no voy a ver a mi hijo de lunes a viernes". Para zanjar de manera contundente: "Dentro de dos años va a reventar esto". A lo que añade Daniel: "Va a reventar esto y el resto del distrito de Vicálvaro".
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