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Actualizado:La almendra, la aceituna, la uva, el cereal… Este año no se ha salvado ninguna cosecha. Los fenómenos meteorológicos extremos como las heladas o las granizadas, la sequía y los elevados costes de producción -entre otros factores- han arrasado la mayoría de cultivos del campo catalán. Lo confirma el coordinador nacional de Unió de Pagesos, Joan Caball, quien dice que ha sido una campaña agraria "nefasta". "Ha sido un año climatológica y económicamente complicado, en todos los sentidos. El balance general no es bueno", comenta Caball.
¿Los motivos? La suma de varios factores que hacen que los agricultores catalanes estén inmersos en una incertidumbre permanente. "Algunos campesinos se están planteando si les vale la pena empezar a sembrar o no, porque nada les garantiza cubrir como mínimo los costes, ya no digo obtener beneficios", lamenta Caball. Por un lado, la meteorología. El presidente de Unió de Pagesos –la primera organización del campo catalán– destaca que la helada de abril, en plena floración, hizo mucho daño a la almendra y la fruta de hueso, que también se vio afectada por las granizadas de verano. A todo esto hay que sumarle la sequía de los últimos dos años. "No llueve lo que tendría que llover", comenta Joan.
Por otra parte, los costes de producción se han disparado a causa de la inflación y la guerra de Ucrania. Caball apunta que el elevado coste de las semillas y los abonos han puesto al límite la cosecha del cereal. "Los carburantes y la electricidad se pagan a precio de oro, lo que acabará repercutiendo al consumidor. Las cooperativas no pueden mantener los precios", asegura Caball.
La cosecha de la aceituna
Una de las últimas cosechas del año es la de la aceituna. La DOP Siurana prevé hacer tres millones de kilos de aceite, un 45% menos de producción respecto al año pasado cuando produjo más de cinco millones. La sequía, las altas temperaturas y las heladas de la primavera pasada son las principales causas de esta bajada.
Jordi Pascual: "Los acuíferos y el subsuelo no se han rehecho porque no llueve cómo debería llover"
Jordi Pascual, responsable nacional del Aceite en Unió de Pagesos, explica que las lluvias han sido muy escasas en los últimos meses, pero asegura que el problema de la sequía "lo arrastramos desde hace dos años". "Los acuíferos y el subsuelo no se han rehecho porque no llueve cómo debería llover. Las altas temperaturas tampoco ayudan. Estamos en pleno noviembre y como quien dice todavía vamos con manga corta. Si esta situación no cambia, nos esperan unos años muy duros", lamenta.
Sergi es agricultor, tiene una treintena de hectáreas de olivos en la zona del Camp de Tarragona y este año prevé cosechar unos 8.000 kilos de aceitunas. "Recogeremos menos aceitunas que el año pasado, nos costará más producirlas y ya veremos cuál será el precio al que las venderemos", lamenta. "Los olivos cada vez están menos cargados y la aceituna es más pequeña", dice Sergi, quien también asegura que cada vez hay más campos de olivos abandonados. "No vale la pena invertir ni tiempo ni dinero", termina.
Los costes de producción agrícolas -gasolina, electricidad, reparaciones de maquinaria, etc- han aumentado mucho, lo que ha provocado un incremento en el proceso de elaboración de hasta un 40%. "Es decir, inevitablemente, una garrafa de aceite de oliva será algo más cara que el año pasado", confirma Pascual.
A la sequía, las altas temperaturas y el aumento de costes de producción debemos añadir las consecuencias de la plaga de la mosca de la aceituna. "Este insecto, si no hace el frío que debería hacer en invierno, no muere y cuando llegan las buenas temperaturas se instala en el olivo y pica las aceitunas, que acaban cayendo al suelo", explica Pascual. La solución posa por aplicar productos fitosanitarios al árbol, pero la mayoría se han prohibido a favor de una agricultura ecológica. El problema es que no les han ofrecido alternativa alguna. "El sector entiende que la agricultura debe respetar el medio ambiente, pero necesitamos soluciones para hacer frente a las distintas plagas", reclama Pascual.
Las heladas arrasan la almendra y la fruta dulce i de hueso
La sequía ha hecho mucho daño, pero las heladas también. Las cosechas de la manzana y la pera en Lleida han caído entre un 50 y un 17%, en función de la variedad. La fruta de hueso, como los melocotones y nectarinas también se han visto afectadas por este fenómeno meteorológico, con una bajada del 70%.
Sergi Martín: "Los campos más cercanos a la costa se han salvado y la cosecha ha sido buena"
Las heladas también han afectado a la almendra. El ministerio de Agricultura prevé que en Catalunya la cosecha de otoño no alcanzará las 3.000 toneladas, un 40% menos que la media. Esto ha provocado un encarecimiento del producto, que ahora se paga a entre ocho y 12 euros el kilo. Sergi Martín, que también es el responsable nacional de la Fruta Seca de Unió de Pagesos, apunta que las zonas más afectadas por este fenómeno meteorológico han sido Lleida y el Camp de Tarragona. "Los campos más cercanos a la costa se han salvado y la cosecha ha sido buena", comenta Martín.
En cuanto a las avellanas, el dirigente sindical destaca que la cosecha ha sido "buena", pero sólo en las zonas de regadío, es decir, donde se puede regar con el agua del pozo. En las zonas de montaña y de secano, "prácticamente no se ha cogido avellana a causa de la sequía". De todos modos, Martín explica que a pesar de tener agua para regar los árboles, las altas temperaturas y las olas de calor han "quemado" las hojas de los avellanos, lo que ha reducido el tamaño del fruto seco.
El sector del vino
Antes de empezar la vendimia, Unió de Pagesos calculó que el volumen de uva recolectada para hacer cava bajaría un 30%, aunque la cosecha en general sería "buena". Los pronósticos se han cumplido. La sequía que ha asolado buena parte del territorio y los diferentes golpes de calor, que obligaron a avanzar el inicio de la cosecha a finales de julio, han sido los principales motivos de esta bajada. A todo esto hay que sumarle el encarecimiento de materias primas como el papel, el cristal o metal y el elevado coste de la energía, que han obligado a subir el precio de la botella de vino.
Pese al encarecimiento del producto, el sector vitivinícola lamenta que esto no se haya visto reflejado con una subida del precio uva, que se ha mantenido. UP dice que el campesino ha terminado asumido el incremento de los costes de producción y no ha recibido ninguna recompensa por ello.
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