madrid
Este momento es, quizá, idóneo para la protesta. El presente, con una crisis económica que amanece en el horizonte y con la ciencia advirtiendo de que el camino hacia el colapso climático es cada vez más irreversible, invita al activismo. Durante el último año, las calles de Europa se han convertido en un hervidero de manifestantes que reclaman medidas para salvar el planeta. Así, este renacimiento del ecologismo brotó en cólera después de que una adolescente sueca, Greta Thunberg, sacase los colores a los dirigentes internacionales en la Cumbre del Clima de Katowice de 2018.
Sin embargo, el mapa de organizaciones que reclaman medidas para abordar la crisis climática es tan grande como heterogéneo. Ecologistas en Acción, Greenpeace, SEO/Birdlife o Amigos de la Tierra son algunas de las organizaciones que, durante años, han venido denunciando esta suerte de abismo hacia el que se dirige la sociedad. Ese impulso, esa madurez de las tradicionales asociaciones ecologistas, se ha visto rejuvenecido por Fridays For Future-Juventud por el Clima, que desde febrero ha salido a las calles de las principales ciudades del Estado español.
Quizá, el movimiento climático estudiantil sea el pilar central de la rebelión climática actual, en tanto que, en menos, de un año ha abanderado dos huelgas verdes –el 15 de marzo y el 27 de septiembre– con el apoyo de todo el grueso ecologista español, ciertos sindicatos regionales y algunos partidos políticos. De este movimiento han emanado durante el último año otros colectivos de carácter ecosocial como Madres por el Clima o Teachers For Future, que hacen que la pugna por un mundo descarbonizado llegue a multitud de ámbitos ciudadanos.
Todo ello, en un contexto de protestas que abarca todo el globo terráqueo. Tanto, que en la pasada huelga global de septiembre, se convocaron más de 2.000 concentraciones y manifestaciones en todo el mundo. De esta forma, al igual que Fridays For Future, han llegado a España ciertas plataformas internacionales que tratan de aglutinar la diversidad organizativa del movimiento, con lo que aparecen en el escenario ecologista dos nuevos actores sociales: 2020 por el Clima y Extinction Rebellion (XR).
2020 por el Clima se presenta como una especie de paraguas que da cobijo a multitud de organizaciones ya asentadas en España –como Ecologistas en Acción o Greenpeace– y a otras nuevas como Juventud por el Clima o el propio Extinction Rebellion. Cada una de las organizaciones que se adhieren a esta plataforma posee libertad a la hora de realizar acciones y otros actos de protesta, no obstante, este movimiento sirve de herramienta para alcanzar consensos dentro del heterogéneo organigrama ecologista español. En otras palabras, es un soporte que sirve para coordinar protestas como la vivida el pasado 7 de octubre en Nuevos Ministerios.
En cierta medida, 2020 por el Clima es el reflejo de la plataforma By 2020 We Rise Up, otra plataforma que aglutina más de 30 organizaciones, principalmente del continente europeo, con diferentes intereses medioambientales.
Extinction Rebellion (XR), por su parte, se integra dentro de 2020 por el Clima, pero en la última semana de "rebelión climática" ha mostrado cierta autonomía en sus acciones. Si bien es cierto que, tanto en la protesta del puente de Nuevos Ministerios del día 7 de octubre, como en las acampadas frente al Ministerio de Transición Ecológica han actuado de manera conjunta, han decidido seguir en las calles después de que el resto de organizaciones decidieran dar por finalizada la semana de concentraciones y manifestaciones por la justicia climática.
El origen de esta joven organización está en Reino Unido, donde millones de personas decidieron salir a las calles para exigir que el parlamento británico declarase la situación de emergencia climática y aprobase un plan específico para hacer frente al calentamiento global que se cierne sobre el mundo. Estas jornadas de protesta que se extendieron durante el mes de abril de 2019 se saldaron con miles de detenidos y fueron un elemento más en el renacimiento del ecologismo europeo.
A través de acciones no violentas, los colectivos ecologistas, diversos pero homogéneos en sus proclamas, buscan poner en evidencia la inactividad de los poderes internacionales y se alinean con las advertencias de los científicos del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU.
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