Balconing en Magaluf "No puedes evitar que la gente beba alcohol, pero sí que tu amigo tome malas decisiones"
La joven británica Georgia Hague ha iniciado una campaña de concienciación para luchar contra una de las lacras del turismo de borrachera que atiza a la isla de Mallorca: el 'balconing'. Ha impreso carteles con el apoyo del Ayuntamiento de Calvià y el Consulado británico en Balears y aprovecha su jornada laboral como camarera para convencer a los turistas de que mantenerse juntos en todo momento es "extremadamente importante" para evitar estos casos.
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madrid, Actualizado:
Ya es habitual: el inicio de la temporada turística coincide con los primeros casos de balconing en Mallorca. Este viernes un turista de 20 años falleció tras caerse desde el segundo piso de un hotel en Magaluf en el que es el cuarto caso de precipitados en la última semana. El resto de víctimas sufrieron lesiones, algunas de carácter grave. En 2018, un total de siete jóvenes murieron por esta causa en Baleares, lo que llevó a Georgia Hague a la acción. "Sentí que era necesario hacer algo para evitar que esto volviera a suceder", explica. Británica y de 24 años de edad, trabaja como camarera poniendo copas en un local de la zona de Punta Ballena. Este tipo de sucesos le tocan muy de cerca. El año pasado, una de sus amigas murió tras caer de un séptimo piso del famoso bloque de apartamentos Eden Rock.
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Convencida de que la mayoría de estos casos se podrían evitar, Georgia ha acuñado el lema Don’t leave a friend behind (No dejes a un amigo atrás) con el que trata de concienciar a los turistas de que dejar a un amigo solo no es buena idea: "Es muy importante estar juntos ya que la mayoría de personas que mueren en el extranjero lo hacen cuando no están acompañadas". Con la misma frase también quiere recordar a los turistas que han regresado de sus vacaciones a su país de origen con un asiento vacío en el avión tras la pérdida de uno de sus compañeros de viaje.
Los argumentos en los que basa su mensaje son sencillos. Explica que en el momento en el que una persona se queda sola se vuelve vulnerable. Esta debilidad se acentúa cuando se suman otros factores: el encontrarse en un lugar desconocido y habiendo bebido alcohol. Con esta combinación pueden ocurrir múltiples incidentes, asegura Georgia. "Es menos probable que pase si están con amigos", sentencia. Concreta su postura añadiendo que lo que es imposible es evitar que la gente beba en cantidades excesivas y celebre fiestas, pero sí que puedes estar ahí y asegurarte de que tu amigo llegue al hotel sin tomar "decisiones tontas".
Al ser preguntada sobre el sentir general de estos casos en Reino Unido, Georgia es consciente de que existe una mezcla real de opiniones: "Algunos son muy conscientes por las noticias o porque sus madres les han advertido, pero otros no se lo toman demasiado en serio y hacen chistes sobre el balconing". Añade que para los británicos es bastante fácil ignorar lo que está pasando y que en ocasiones se culpa a la víctima, postura que no logra comprender: "Me molesta porque estas personas no querían morir y seguramente perdieron la vida por un error relativamente fácil de cometer", reflexiona.
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Los momentos más habituales para que sucedan este tipo de accidentes son la primera y la última noche: "En la primera celebran que están de vacaciones y que están libres de trabajo y obligaciones, y la última sirve de ritual de despedida". Por eso, puede que se dé un consumo adicional de alcohol y drogas. Aunque existe un consenso para determinar cuándo es más probable que se dé un caso de balconing, no lo hay para crear un perfil que acumule varios factores de riesgo.
"La primera y la última noche son las más peligrosas"
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Bien es cierto que muchas de las víctimas son menores de 21 años, pero también hay casos de caídas que involucran a personas más mayores. De hecho, el penúltimo caso acontecido en Mallorca lo protagoniza un hombre alemán de 35 años que cayó desde la segunda planta de un hotel de la Platja de Palma el pasado jueves y se encuentra herido en estado crítico. Tampoco es una cuestión que dependa de la nacionalidad. En las cuatro precipitaciones de la última semana estaban implicados dos británicos, un sueco y un alemán.
La última baza Georgia la juega en su puesto de trabajo. "Me mezclo con turistas en el bar y les sirvo copas", cuenta. Lo que le sirve para aprenderse sus nombres y conocerles mejor: "Por qué vienen a la isla, el hotel en el que se alojan y por cuanto tiempo". "Es algo que me permite divertirme con ellos, pero también a advertirles y recordarles los riesgos". Su labor no acaba con su jornada: "Cuando acabo de trabajar a menudo me los encuentro e incluso he llegado a acompañar a muchos de ellos a sus hoteles si están solos", rememora.