Cómo las ayudas al transporte público pueden paliar la crisis de los carburantes
Alemania ha aprobado una tarifa plana para incentivar el uso de tren y autobús y reducir así el consumo de combustibles fósiles rusos. ¿Podría ocurrir algo así en España?
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madrid, Actualizado:
Alemania ha dado un paso más en su estrategia para hacer frente a la crisis de precios de carburantes. Lo ha hecho con una tarifa plana para el fomento del transporte público, un abono mensual de 9 euros que permitirá llevar los viajes hacia los trenes y los autobuses y reducir el consumo de diésel y gasolina. Los ciudadanos podrán moverse de una forma barata a nivel regional –pues la medida no incluye la alta velocidad– y marca el camino al resto de países que siguen apostando por bonificaciones fiscales y subvenciones para los hidrocarburos en las gasolineras.
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La medida de Alemania es un experimento del que todavía no hay datos sobre su capacidad real para atraer nuevos viajeros y reducir el número de desplazamientos en coche. Sin embargo, los diarios alemanes ya tildan la reforma –que será coyuntural– de "éxito". Las referencias que hay en Europa son escasas y puntuales y han demostrado ser eficientes a la hora de avanzar hacia una movilidad más sostenible. En Utrech, el Ejecutivo municipal logró reducir un 37% los desplazamientos en coche en el centro de la ciudad otorgando abonos de transporte público a empleados. Ahora, Alemania puede atajar los problemas de contaminación al mismo tiempo que reduce el consumo de hidrocarburos y despega su economía de Rusia.
Hasta ahora el país teutón había actuado, al igual que España, con ayudas económicas en la compra de hidrocarburos, reduciendo el precio en 15 céntimos el litro repostado, pero la espiral inflacionaria no ha cesado y las gasolineras de Europa siguen marcando precios al alza. El transporte público se convierte por primera vez en una solución encima de la mesa de los gobernantes. "Ya se ha puesto de manifiesto que, en un contexto en el que hay que facilitar la vida a las personas e incentivar el ahorro de consumo de petróleo y energía rusa, la solución de subsidiar el consumo de carburante es contraproducente", sostiene Adrián Fernández, experto en movilidad de Greenpeace.
"Habría muchos aspectos que resolver, pero desde luego es una medida con una intención correcta"
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Con los germanos marcando el camino, ¿Podría España agregar una medida similar de fomento de transporte público? "Desde luego, para cortar lazos con el petróleo ruso solo podemos dejar el coche", dice Fernández, que ve con buenos ojos aplicar un plan similar en el Estado español, a pesar de las bajas interconexiones que ofrece el país en comparación con Alemania. "El gran problema que tendríamos sería la brecha existente entre el mundo urbano y el mundo rural. Es cierto que la mayor parte de la población y la mayor parte del consumo prescindible de petróleo está en las ciudades, pero habría problemas para aplicar un plan así en todo el país. La puesta en marcha de un descuento que haga asequible el transporte no quiere decir que este vaya a ser accesible. La oferta es crucial para convencer a la gente de que deje de usar el coche, no vale sólo con el precio", expone el experto. "Habría muchos aspectos que resolver, pero desde luego es una medida con una intención correcta".
El fracaso de subvencionar a gasolina y el diésel
Frente al impulso y fomento del transporte público, las ayudas y bonificaciones fiscales a los hidrocarburos se han erigido en Europa como medida estrella. España, de hecho, acaba de prorrogar la subvención que rebaja en 20 céntimos el precio del litro de combustible, pero los datos de esta reforma no parecen acompañar. Según los datos del Boletín del Petróleo de la Unión Europea, el precio de la gasolina ya ha absorbido un 75% de la ayuda. Actualmente el precio del litro es sólo cinco céntimos más barato que el que se registró cuando cuando se comenzó a aplicar el descuento en la última semana de marzo.
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Carlos Cruzado, presidente de los Técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha), señala que este tipo de medidas apenas tienen efectos positivos en los precios. "En su momento se podía entender de forma temporal o transitoria, pero la tendencia de subida de precios se va comiendo progresivamente el efecto de la ayuda. Es algo que ya vimos con la electricidad, que apenas tuvo incidencia y que ahora se ha debido de abordar de otra manera", expone el experto, en referencia al último plan para topar el precio del gas de la factura de la luz.
El otro gran inconveniente de las bonificaciones hacia los combustibles fósiles, además del fomento de una materia vinculada a la crisis climática, es la "regresividad" de la medida. De hecho, un estudio del Banco de España publicado a mediados de mayo concluía que el descuento a la gasolina beneficiaba más a las rentas altas que a las bajas, con una rebaja de la inflación del 0,61% para los hogares ricos frente a un descuento del 0,35% en las familias con menor poder adquisitivo.
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Los datos de la organización europea Transport&Environment estiman que el 10% de los conductores más ricos recibirán ocho veces más recortes en los impuestos que los conductores más pobres, ya que tienden a conducir más kilómetros al año y con vehículos más grandes. Un BMW X5, un coche de alta gama, reduciría su factura anual de combustible en 300 euros, frente a los 85 euros de un conductor de un Citroën C3, dice el estudio. "Se están sufragando el consumo de carburantes con dinero público", advierte Cruzado, que considera que las ayudas al transporte público son una reforma a tener en cuenta que, además, "van en la línea de descarbonizar la economía".