Este artículo se publicó hace 3 años.
Hospital Isabel ZendalUna auxiliar de enfermería obligada a trasladarse al Zendal: "Nos tratan como a mierda"
María Praena trabajaba como auxiliar de enfermería en el Hospital del Tajo en Aranjuez, hasta que un día, de la noche a la mañana, le obligaron a trasladarse al Isabel Zendal. Recursos humanos le informó que si no aceptaba el cambio no volvería a trabajar para la sanidad pública madrileña nunca más.
Madrid-Actualizado a
María Praena Hernández tiene 42 años, dos hijos, está recién separada y trabajaba, con contrato covid como auxiliar de enfermería hasta el viernes pasado, en el Hospital del Tajo en Aranjuez. Ese día se negó a ser trasladada de la noche a la mañana al Isabel Zendal. El jueves 14 de enero le comunicaron que, aunque su turno terminaba ese día a las diez de la noche, al día siguiente tenía que incorporarse a las ocho de la mañana en su nuevo puesto de trabajo, a más de dos horas de transporte público de su casa, cobrando lo mismo y con un turno distinto.
María, sus compañeros y sus supervisores ni lo sabían ni entendían nada. "Trabajaba en la planta covid, que ya está a reventar. Hacía falta", dice, todavía perpleja, en conversación telefónica con Público.
Esa planta tiene 30 habitaciones pero solo 22 están habilitadas, denuncia. A ocho les faltan tomas de oxígeno y otros materiales imprescindibles. Ya hay otros 15 enfermos de covid ingresados en otra planta. Además, relata la precaria situación de las habitaciones que sí están habilitadas: "No tienen mesillas, tenemos que ponerles las bandejas de comida donde podemos; a la gente mayor que necesita salir de la cama, moverse, la sentamos en sillas de oficina porque no hay sillones donde sentarlas".
El jueves, en cuanto se enteró de su nuevo destino, fue a hablar con recursos humanos en su hospital. No podía creerse lo que le estaba pasando. Estaba tranquila porque les habían dicho que los traslados forzosos no afectarían a los que están tan lejos del nuevo hospital. Se equivocaban. En recursos humanos le comunicaron que eran órdenes de arriba, que solo podían acatarlas y que si no aceptaba el traslado no volvería a trabajar para la sanidad pública madrileña "nunca más".
Su sueldo base es de 650 euros. Con las guardias y complementos puede llegar a los 1.300. En la privada las condiciones son peores. "Nos dejan en sus manos", lamenta y cuestiona: "Es que de verdad que no lo entiendo. Han contratado ya a otra chica para que haga lo que yo hacía. Tiene que aprenderse todo de nuevas. ¿Por qué no la han contratado a ella para el Zendal? ¿Por qué no contratan plantilla propia? Es que solo se me ocurre que quieran debilitar el sistema público. No tiene ni pies ni cabeza", piensa en voz alta. Pero María ha decidido pelear. "Prefiero renunciar y quedarme en mi casa que pasar por el aro de esta gentuza", afirma dolida y enfadada.
Ha conseguido el mail que ha enviado el Servicio Madrileño de Salud a los hospitales exigiendo una lista negra de los que renuncien al traslado para que no vuelvan a ser contratados. Mientras, está esperando el documento que notifique su traslado y las penalizaciones por rechazarlo, porque no le dieron nada por escrito. "Ya llevo cuatro mails a recursos humanos solicitándolo", dice la auxiliar de enfermería. "Si les denuncio no tengo ningún papel con el que acreditar lo que está pasando", cuenta mostrando la falta de transparencia administrativa.
Sabe que es de las pocas que se atreve a contar todo esto: "Es que la gente no renuncia ni denuncia porque tiene miedo, pero si lo hacemos muchos esto tendrá que cambiar, porque es que es una extorsión, si nos vetan a todos ¿a quiénes van a contratar?", dice agarrándose a la esperanza.
El jueves cuando terminó su turno se fue a casa llorando de impotencia. "Madre mía, el fin de semana pasado había estado dando el callo, turno tras turno, desde el viernes hasta el domingo por la nevada. Vivo cerca del hospital y mis compañeros, que viven en otros pueblos, no podían llegar", recuerda. "Nos tratan como a mierda", sentencia. "Tanto aplauso para nada", lamenta.
"Dice Ayuso que hay una campaña orquestada contra el nuevo hospital y que eso nos deprime a los profesionales sanitarios. La que nos deprime es ella que es un sinsentido. Se gasta una millonada en un hospital nuevo y deja los que hay sin reforzar, sin acabar, sin arreglar y les recorta las plantillas", resume amargamente. "Los compañeros que están trabajando allí, en el Zendal, nos mandan vídeos", comenta y concluye: "Eso no es un hospital. Es una nave con camas a 60 kilómetros de mi casa. Es que es todo tan alucinante y tan injusto".
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