Este artículo se publicó hace 5 años.
ColumbretesEste archipiélago valenciano tiene cuatro habitantes y la mitad amenaza con una huelga
La CGT convoca un paro indefinido para que se reconozcan los derechos de dos guardas marinos de las islas de Columbretes.
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"Cuentan que cuando se construyó el primer faro de las Columbretes (1860) no conseguían encontrar a gente dispuesta a hacerse cargo del trabajo. En el viejo cementerio de Illa Grossa hay cadáveres de niños de fareros que murieron por falta de atención médica". Así lo cuenta Bruno Sabater, uno de los representantes sindicales de la Confederación General del Trabajo (CGT) que han convocado una huelga indefinida para exigir a la empresa Tragsatec del grupo público Tragsa que reconozca como trabajadas doce de cada veinticuatro horas que viven como reclusos en la mayor de las islas del archipiélago valenciano de las Columbretes.
El paro iba a comenzar hoy, pero se ha paralizado hasta el próximo miércoles, en espera de que la empresa les haga una contraoferta. "No ha sido desconvocado pero la decisión de iniciarlo se ha demorado hasta el próximo miércoles", afirman los empleados.
"A algunos de los viajeros que de tanto en tanto visitan nuestra isla les parece que vivir aquí es un privilegio", añade su compañero David Molina. "Y supongo que esa es la impresión superficial que se llevaría quien ignore qué es tener hijos pequeños y pasar 166 de los 365 días del año confinados en una isla. No es fácil pasar quince días enteros con sus noches junto a otros compañeros en un lugar donde el salón es también el comedor y la oficina, además del centro de operaciones y de vigilancia. Es como si un oficinista tuviera que ver la tele y tomarse el vermú en su despacho o como si tuviera el dormitorio junto a la mesa del despacho. Que no nos malinterpreten. Nos gusta nuestro trabajo. Únicamente pretendemos que se nos reconozca la dureza de nuestras condiciones", apostilla Molina.
"A los visitantes -añade el empleado de Tragsatec y delegado de la organización anarcosindical-, les parece un lugar paradisíaco en los días de bonanza. Tendrían que estar aquí cuando arrecia el viento o hay galerna o en esas jornadas de cielo encapotado y ceniciento en que tienes que pasar la Nochevieja en la penumbra o tienes que aguardar hasta seis días a que la tormenta amaine para que te releven. Supongo que entonces cambiaría su impresión acerca de lo que es vivir en una roca. Sólo pedimos a Tragsatec lo justo", dice Molina.
"Se sabe de uno de los soldados que trabajaron en la construcción del faro a finales del siglo XIX que se suicidó cuando le comunicaron que tenía que regresar a Illa Grossa. Nunca ha sido fácil vivir en aislamiento. Es algo que te tiene que gustar y que, de hecho, nos agrada. En caso contrario, no podríamos vivir de forma permanente en un espacio más estrecho que un piso de estudiantes donde comes junto al radar y donde careces prácticamente de intimidad. No es posible distinguir aquí entre el trabajo y tu vida personal, lo que añade una dureza sicológica adicional al desempeño de nuestras funciones", asegura Bruno Sabater.
Definitivamente, los dos guardas marinos aman lo que hacen, pero insisten en que la belleza del lugar y las idílicas postales de los atardeceres del Mediterráneo podrían estar enmascarando la dureza de sus condiciones de trabajo y proporcionar nuevas coartadas a la empresa Tragsatec para desatender sus peticiones.
Muchos españoles probablemente incluso ignoren que existe un archipiélago conocido como Columbretes a unas 28 millas del puerto deportivo de Las Fuentes de Alcocebre (Alcalá de Xivert), frente a la costa de Castellón (España). Los grupos de islas son Illa Grossa, La Ferrera, La Foradada y El Carallot. Existen igualmente en el archipiélago escollos y bajos, todo dentro de una orografía salpicada de cráteres y chimeneas volcánicas.
La superficie de toda la reserva marina es de 5.000 hectáreas. El conjunto del archipiélago tiene una superficie emergida de 19 hectáreas, 14 de las cuales se levantan sobre el mar en las formaciones rocosas de la isla mayor donde viven los huelguistas de la CGT. Illa Grossa tiene una caprichosa y hermosa forma de herradura. En su punto más alto, a 67 metros sobre el mar, se encuentra el faro.
La historia del lugar es fascinante. De hecho, debe su nombre a la abundancia de culebras y serpientes que hallaron los primeros navegantes griegos y latinos que documentaron su existencia. "Ophiusa", la llamaron los griegos y "colubraria", los romanos. Y ambos hacían hincapié en semejante circunstancia. Incluso los íberos se refirieron a ella como "Moncolubrer" o 'Monte de las culebras". Para acabar con ellas se emplearon incluso presos. Y al final se logró exterminar a los ofidios prendiendo fuego a su vegetación y su maleza. Hace casi sesenta años que no se ha atestiguado la presencia de una sola serpiente. Los que sí han sobrevivido son algunos endemismos como la lagartija ibérica. Menudean también los cormoranes y algunas raras especies de halcones.
Durante muchos siglos, estos peñascos próximos a las costas españolas fueron refugio de pescadores, contrabandistas y piratas, hasta que a mediados del XIX, se construyó su faro. Cuatro familias llegaron a atenderlo en sus tiempos de esplendor. Los dos trabajadores de Tragsatec, junto a los otros compañeros de una segunda empresa no declarada en huelga, son los herederos directos de aquellos viejos fareros a quienes se obligaba a permanecer hasta tres meses sin relevo en el archipiélago. Tenían que cultivar una parcela y criar algunos animales para sobrevivir porque los pertrechos y enseres que recibían cuando el tiempo lo permitía no alcanzaban siquiera para su supervivencia. En no pocas ocasiones los barcos que los abastecían naufragaron. Las entregas y sus relevos no podían darse nunca por seguros. En esto, las cosas no han cambiado.
Los afiliados de la CGT ocupan una caserna de ochenta metros cuadrados situada en Illa Grossa. Según nos dice Bruno Sabater, su trabajo consiste esencialmente en realizar trabajos de mantenimiento y organización de los usos y actividades de la reserva marina. O para ser más precisos, apunta Molina, se ocupan de registrar datos meteorológicos; de las labores domésticas propias de una vida en aislamiento; del mantenimiento de la embarcación, motores, generadores, compresores y el tractor con los que prestan servicio y de colaborar en campañas científicas de estudio del impacto pesquero organizadas por las administraciones, así como en el avistamiento de cetáceos. Hasta hace apenas unos meses, se les asignaban también funciones de vigilancia y control de todos los barcos que entran, salen o amarran en las boyas de la reserva y de las embarcaciones de buceo y de pesca que fondean en sus aguas.
Por imperativo legal, este trabajo ha sido recientemente confiado por Tragsa a un tercer empleado (ajeno a la huelga), que en teoría realiza su trabajo de 8 a 14 horas más dos horas variables a lo largo del día. Nadie le reemplaza cuando se halla ausente, de modo que, técnicamente aunque no de facto, las islas están desprotegidas. En la práctica, sin embargo, todo este trabajo de vigilancia ha sido realizado durante años por los dos huelguistas. Llegaban incluso a turnarse por las noches para mantener las islas a salvo de furtivos. Les alentaba únicamente su conciencia ecologista.
"En total, somos dos empleados de Tragsatec por turno más un subempleado al que se confían las labores de vigilancia. Hay una cuarta persona que realiza suplencias. La otra empresa (Vaersa) que no se ha declarado en huelga tiene otros dos trabajadores más una tercera persona que ayuda con las visitas en verano. Ellos se dedican al mantenimiento de las instalaciones de la isla. Vaersa depende de la Consellería de Medio Ambiente de la Administración valenciana. Sus condiciones son mejores a las nuestras. Los de Tragsatec trabajamos quince días en la isla y pasamos catorce en tierra. Sin embargo, de las 24 horas que pasamos en la reserva durante nuestros turnos, sólo se nos reconocen como trabajadas diez y media. Es decir, un marinero viene a cobrar unos 24.000 euros anuales y un patrón, algo más. Lo que pretendemos es que se nos reconozcan doce. No queremos que se aumenten nuestros salarios, sino que se nos abone la diferencia con días libres", explican Sabater y Molina.
"Tenemos compañeros en la isla alicantina de Tabarca que descansan 48 horas por cada 24 que pasan en la reserva marina, en relevos que también se realizan cada quince días. Antes nuestras condiciones laborales se fijaban de acuerdo al mismo convenio, pero este caducó en 2007 y no se ha actualizado. Hemos reclamado a la empresa Tragsatec que lo haga y ésta se niega", puntualiza el delegado de la organización anarco-sindical CGT, Bruno Sabater.
"Fíjate que hasta lo de nuestros días libres se halla condicionado como antaño a las condiciones de la mar", precisa Molina. "Por poner un ejemplo, cuando tenemos que regresar a tierra un miércoles, no podemos programar un médico, un viaje o una visita bancaria para el jueves o el viernes porque es más que probable que el mar esté revuelto y tengamos que aguardar para el reemplazo. Yo he tenido que quedarme hasta una semana esperando condiciones climáticas benignas. Esto es especialmente duro cuando un familiar está enfermo y sabes que no puedes salir de allí o cuando nosotros mismos caemos enfermos, pero no de la gravedad suficiente para ser evacuados. Hemos salvado vidas; hemos evitado naufragios... Sabemos que nuestro trabajo es importante y queremos que se nos reconozcan nuestros derechos".
Según una portavoz del sector de Mar y Puertos de la CGT, Macarena Amor, "los trabajadores han decidido ir a la huelga porque el acto previo de conciliación realizado con la empresa terminó sin ningún acuerdo. Algunos de estos guardas llevan más de diez años prestando servicio en el archipiélago. Lo que piden es que se revisen sus contratos. Ignoramos cuáles serán las consecuencias de la huelga en el ecosistema de la reserva natural y también desconocemos a día de hoy los servicios mínimos que proyecta fijar el Ministerio. En solidaridad con los huelguistas, la CGT ha organizado un acto de apoyo el 3 de agosto en el Pinar del Grao de Castellón".
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