Selectividad coronavirus Los alumnos de la EBAU y los opositores, entre los problemas tecnológicos y el limbo por el coronavirus
En pocas semanas los estudiantes de segundo de bachillerato han visto como la incertidumbre por las pruebas de acceso a la universidad se multiplicaba a causa de las clases telemáticas. Muchos de ellos, además, cuentan con medios precarios: "Antes usaba la conexión del bar de abajo de mi casa, pero como ahora está cerrado tengo que tirar de la de casa, que es un horror", explica Biel.
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madrid, Actualizado:
La mesa de estudio de Laia R. (Girona, 2003) es estos días lo más parecido a la M-30 en hora punta. Libros de Historia, apuntes de Matemáticas y Catalán, una taza de café y el ordenador portátil. Laia está terminando segundo de bachiller y está inmersa en preparar los exámenes finales y las pruebas de la EBAU [antigua Selectividad]. Su sueño es estudiar Medicina, para lo que lleva preparándose varios años.
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"Ahora no sé de qué me va a servir tanto esfuerzo. Mi nota media es buena y creo que tengo posibilidades reales de entrar, pero estoy jugándome el futuro y parece que los políticos no se dan cuenta", explica angustiada Laia después de que el coronavirus obligara a los centros a adaptarse a contrarreloj a las clases telemáticas y pusiera en jaque las pruebas de acceso a la universidad.
Tras varias semanas de incertidumbre, el pasado miércoles, el Ministerio de Educación anunció que la EBAU se celebrará finalmente entre el 22 de junio y el 10 de julio para la convocatoria ordinaria, y el 10 de septiembre para la convocatoria extraordinaria. Este aplazamiento de las pruebas, junto con medidas de flexibilización de los temarios, llega después de alcanzar un consenso con los consejeros autonómicos en la Conferencia Sectorial de Educación.
"¿Un mes? Con la conexión de mi casa tardo veinte minutos en ver los vídeos que envían los profesores. A este ritmo necesito al menos tres años de prórroga", explica de forma irónica Biel G (Barcelona, 2003), estudiante de segundo de bachillerato de Torre Baró, uno de los barrios más humildes de Barcelona. "Afrontar segundo de bachillerato es duro para todos, pero hacerlo con medios precarios ni te imaginas. Utilizo un ordenador que me prestaron unos amigos de mis padres y antes usaba la conexión del bar de abajo de mi casa, pero como ahora está cerrado tengo que tirar de la de casa, que es un horror", explica el estudiante. "Ahora mismo me planteo ir directamente a la convocatoria de septiembre o dejarlo y retomar el curso el año que viene porque en la extraordinaria me puedo olvidar de conseguir plaza. La verdad es que no sé qué voy a hacer".
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Brecha digital en tiempos de coronavirus
Los alumnos de Andrés Serrano, profesor de Historia y Filosofía de un centro concertado de A Coruña, tienen todos ordenador portátil. "Claro que sé que existen desigualdades de acceso, pero, ¿qué puedo hacer yo?", se plantea. "Nosotros estamos avanzando temario; la cuestión de cómo podrán seguir las clases aquellos que no tienen ordenador la desconozco. Tal vez podrían utilizar las clases por televisión como han hecho en China, pero en cualquier caso es algo que tendrán que resolver nuestros políticos".
En esta línea, la ministra Isabel Celáa se pronunciaba esta semana asegurando que "el curso escolar no se va a perder" y que, aunque el 80% de los estudiantes lo están siguiendo de manera telemática, mantendrán un especial seguimiento para el otro 20% que actualmente sufre la brecha tecnológica. Celáa dejó la puerta abierta a la posibilidad de que los alumnos puedan utilizar la primera quincena de junio para preparar las pruebas de forma presencial. "Sería de gran ayuda que pudiéramos tener quince días para repasar el temario y resolver dudas, aunque las circunstancias siguen siendo complicadas", explica Andrés.
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Oposiciones aplazadas
La emergencia del coronavirus ha afectado también al calendario de oposiciones. La mayor parte de procesos se encuentran actualmente paralizados a la espera de que las entidades competentes y los sindicatos lleguen a un acuerdo sobre plazos y forma. "Se creen que esto es la Supercopa de fútbol, que la pueden aplazar un año y no pasa nada. Aquí hay mucha gente que se está jugando el pan de su familia", explica Manuel Ordóñez, un opositor zaragozano que aspira a una de las 388 plazas de Secundaria y Formación Profesional que se habían convocado este verano en Aragón.
"Entiendo la situación, la crisis y la prioridad de la salud, pero en mi caso llevo varios años preparándome para la prueba y me he dejado mucho dinero en academias. Comprendo que haya que aplazarlo un par de meses pero, ¿un año? Me parece excesivo", considera. "Al final, todo este debate me ha generado más angustia que el propio coronavirus".
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Si hasta ahora la brecha tecnológica era un concepto difuso, asociado casi siempre a terceros países, la pandemia global nos ha devuelto a la realidad. Muchos estudiantes en España - en torno a un 20% según la ministra de Educación- pueden perder el curso escolar y la posibilidad de acceder a la universidad en condiciones de igualdad si no se toman medidas urgentes. El resto campeará el temporal entre la angustia y la incertidumbre de un escenario desconocido hasta ahora, la educación a distancia.