Este artículo se publicó hace 4 años.
COVID-19 Y CONSUMOLa alimentación de proximidad, golpeada por el coronavirus
La pandemia y el confinamiento han propiciado una inestabilidad en el mercado agrario que beneficia a las grandes cadenas frente al pequeño comercio y la agricultura extensiva, cuya supervivencia se está haciendo difícil durante la crisis.
Alejandro Tena
Madrid-Actualizado a
La emergencia sanitaria del coronavirus sigue desatando múltiples consecuencias. El virus ha cambiado por completo la vida en España y, con ello, la forma de consumir y entender la alimentación. Los supermercados, que ya tenían una gran poder en los mercados agroalimentarios del Estado, han asentado su hegemonía desde que se decretó el estado de alarma. Mientras, los pequeños comercios, los mercados de proximidad y puestos locales de fruta, hortaliza y carne, resisten el envite de la pandemia como buenamente pueden.
Desde la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) señalan que el mercado se ha vuelto algo inestable desde que el coronavirus llegó a la sociedad española. "Notamos un escenario muy cambiante de mucho nervio en el mercado", argumenta Andrés Góngora, representante del sector frutero y hortícola. Los cambios, según explica el agricultor, se empezaron a ver los días previos a que el Gobierno anunciase el estado de alarma, ya que las grandes cadenas de supermercados empezaron a hacer grandes pedidos que provocaron una gran subida de precios en determinados productos. Después, llegó la inestabilidad: "Seguimos teniendo demanda, pero con altibajos, un día el cliente quiere muchísimo producto y al día siguiente nada".
"Notamos un escenario muy cambiante de mucho nervio en el mercado"
Lo que ocurre en el campo tiene su reflejo en el comercio alimentario y viceversa. La emergencia sanitaria y el confinamiento han cambiado la forma de consumir de los ciudadanos, que acuden directamente las grandes superficies para, según indica Góngora, estar fuera de casa lo menos posible y hacer una gran compra en un mismo lugar. Esto deja al pequeño sector, a los mercados locales y de proximidad en una situación difícil que se puede ver en el proceso de declive de determinados productos agrícolas asociados a los comercios de barrio como son "el pepino, los frutos rojos, la berenjena o las hortalizas de hoja", los cuales no se adquieren en compras semanales sino para un consumo casi diario debido a su difícil conservación.
"Echamos en falta los puntos de venta en la calle, donde sacábamos muchas hortalizas adelante que ahora, en cambio, tenemos que tirar. Hay un segmento de productos asociados al mercado, las fruterías de barrio que han bajado mucho en su consumo porque el consumidor ha tenido que verse obligado a hacer toda la compra en un sólo sitio", expone el portavoz de COAG. De hecho, muchos de estos comercios cercanos, como los mercadillos locales o los puestos de fruta al aire libre se han visto obligados a cerrar por la propia norma del Gobierno que impide la venta de alimentos en el exterior.
En cambio, mientras los precios de determinados productos caen, las grandes cadenas de suministro hacen acopio masivo de otros productos, propiciando un incremento desmesurado de los precios que hace difícil la superveniencia del sector más humilde. Esto es algo que ya ha ocurrido ha ocurrido en España con el calabacín, cuyo valor se incrementó hasta 273% en MercaMadrid dos días antes de que el estado de alarma entrase en vigor.
"Esta crisis llega en un contexto en el que ya se estaban viendo los tractores en las calles, por lo que acentúa unas tensiones que ya existían"
"Esta crisis llega en un contexto en el que ya se estaban viendo a los tractores protestar en las calles, por lo que viene a acentuar unas tensiones que ya existían", explica Mirene Begiristain Zubillaga, doctora en Ciencias Económicas de la Universidad del País Vasco, que señala la importancia que tienen las presiones de las grandes cadenas, las cuales están "planteando una tirada de precios brutal" a los pequeños agricultores que también repercute en el pequeño comercio. "Muchos tendrán que bajar la verja", espeta.
En ese sentido más de 100 organizaciones agrarias y ecologistas han reclamado medidas al Gobierno que permitan que esta situación de crisis no signifique el fin del pequeño comercio y el campesinado, en favor de las grandes cadenas de supermercado que, por el momento, acumulan la mayor parte de los beneficios. Para ello, se reclama que se revisen algunas de las restricciones del Real Decreto para que los mercadillos sedentarios al aire libre puedan servir sus productos y conseguir que la producción agrícola local y sostenible sea una alternativa de consumo saludable durante los tiempos de pandemia.
El "sálvese quien pueda" de la ganadería
El sector más extensivo y menos industrializado de la ganadería también está teniendo problemas. "Las producciones de carne de más calidad en extensivo, sea caprino, ovino o vacuno, son las que más dificultades pasan, ya que la mayor parte del producto se colocaba en la hostelería, que ahora mismo está parada", manifiestan desde Ecologistas en Acción.
Una realidad que es confirmada por el propio sector ganadero. David Tejerina, productor palenciano de lechazo y portavoz de COAG, señala a este diario que "los precios andan por el suelo" debido a la crisis. "Ahora mismo se está pagando entre 20 y 25 euros por lechazo, cuando por estas fechas previas a la Semana Santa, lo normal serían precios de entre 35 y 40 euros", argumenta, para calificar la situación como "un sálvese quien pueda" que sólo perjudica a los productores, "el primer eslabón de la cadena".
"Reclamamos medidas para que se apoye a este producto que la inmensa mayoría va destinado a la restauración. Si no se puede vender ahora, que se permita congelar el producto o que se den ayudas al cebo para que, en lugar de venderlos como lechales ahora, se puedan vender como corderos de mayor peso dentro de unos meses", zanja Tejerina.
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