Acoso a mujeres "Existe una doble moral que permite que las mujeres podamos recibir amenazas en las redes"
Desde el ya clásico 'feminazi' hasta amenazas de muerte e imágenes violentas. El precio que pagan muchas mujeres por hacer activismo feminista en Twitter sigue siendo muy alto. Cinco tuiteras cuentan a Público sus experiencias en redes sociales
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madrid, Actualizado:
Barbijaputa, Anita Botwin, Andrea Momoitio, entre muchas otras, son feministas con miles de seguidores en Twitter. En sus cuentas predomina el activismo sobre cuestiones de género. Sin embargo, su presencia pública y mediática tiene un coste: el acoso constante por parte de cuentas machistas anónimas – y no tan anónimas - que cada día lanzan ataques, amenazas e imágenes pornográficas a estas mujeres.
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"Lo que el acoso machista evidencia es el perfil de la víctima, es decir, de una mujer que se atreve a ser libre, a hacer uso de su cuerpo, de su opinión… sin miedo. Y que ante eso, la machacan, intentan amedrentarla, coartar su libertad", reflexiona Lola Pérez, @DoctoraGlas en Twitter.
Entre todas, la que más notoriedad tiene es Barbijaputa, con más de 280 mil seguidores en Twitter. Sus artículos en el diario.es y su tuits sobre feminismo la han convertido en el objetivo de miles de 'machitrolls', que cada día lanzan amenazas de muerte y mensajes violentos. No es extraño, por tanto, que Barbijaputa no haya desvelado nunca su identidad y se sepa muy poco, o nada, de su vida.
Pero no es la única. Basta con ser mujer, tener unos pocos miles de seguidores y una presencia constante y activa en Twitter u otras redes sociales para convertirse en el blanco de este acoso. "Al comienzo sobre todo noté la lluvia de unfollows cada vez que ponía alguna reflexión feminista. Ahora noto más los insultos y el acoso, y muchas veces son bastante desagradables. Por desgracia, al final hasta te acostumbras y te endureces contra el machismo", cuenta a Público Ana Botwin, @AnitaBotwin en Twitter.
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Esta columnista sufrió, junto con Andrea Momoitio y otras mujeres, una oleada de mensajes violentos y de amenazas de muerte durante un tiempo. "De repente, muchísimas cuentas distintas empezaron a colgar fotos de mujeres mutiladas, mujeres asesinadas y me decían que ese iba a ser mi destino", explica a este diario Andrea Momoitio, coordinadora de la revista feminista Pikara Magazine.
Para la periodista Cristina Fallarás - que no sólo ha sufrido las amenazas por parte de usuarios anónimos, también hace unos meses denunció las amenazas de muerte de un sector del Sindicato Unificado de Policías, el acoso no responde sólo al activismo feminista, sino que tiene que ver con que seas mujer y seas pública. A partir de ahí los ataques se sucederán e irán desde 'feminazi', 'puta' o 'malfollada' hasta amenazas de muerte directas a sus hijos.
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¿Por qué recibo estas amenazas?
— Cristina Fallarás (@LaFallaras) 6 de septiembre de 2017
X mi trabajo y xq alguien me señala.
¿Quién defiende a las periodistas amenazadas?
Espero alguna respuesta. pic.twitter.com/lldcNtYgiU
"Cuando trato temas de memoria histórica la amenaza cambia: es machista, pero empiezan las amenazas de muerte: 'Sabemos dónde están tus hijos', 'Te vamos a reventar la vagina'. Fotos más bestias, pero tiene ese componente machista porque siempre van ligados a la violación, al vientre, a la maternidad… Hay un nexo entre la amenaza y la participación de las mujeres en el ámbito público y político. En mi caso, cuando ligo mi actividad a lo político se intensifican las amenazas", explica la periodista.
— Cristina Fallarás (@LaFallaras) 13 de septiembre de 2017
Contenido adicional o infografía: ver versión completa del artículo.
Acoso y falsos aliados
Ana I. Bernal Treviño, docente en la UOC, periodista y colaboradora de Público, también tiene que enfrentarse constantemente a los insultos, las humillaciones y a la impunidad que reina en Twitter en lo que a acoso machista se refiere. "Simplemente por el hecho de dar mi opinión se me ha humillado. Cuando tenía muchos menos seguidores, un militante de UPyD en Málaga me insultó sólo por mostrar mi opinión política. Buscaba el bochorno continuo, me buscó por internet, vio que era doctora en periodismo, filtró mi tesis y se descargó las fotos de mi familia y las empezó a subir", relata a este diario.
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En los últimos años, el feminismo se ha popularizado y extendido en Twitter. Cualquier comentario machista es señalado y rebatido. Y de esto saben muchos los conocidos como 'falsos aliados': hombres que públicamente se proclaman una y otra vez feministas, que retuitean y escriben mensajes feministas y que se empeñan constantemente en demostrar que quieren formar parte de esta lucha.
"Buscan apropiarse del leguaje, quieren destacar y ocupar el campo de visibilidad y siguen estableciendo esa relación de poder"
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No obstante, este apoyo no es más que la excusa para intentar acercarse a los círculos feministas para intentar ligar con las mujeres. "Buscan apropiarse del leguaje, quieren destacar y ocupar el campo de visibilidad y siguen estableciendo esa relación de poder. Además, muchas veces te encuentras mensajes privados de estos 'aliados' que te piden quedar, que mandan fotos y que te acosan constantemente", denuncia Ana I. Bernal.
¿Tan de mierda son vuestras vidas que tenéis que recurrir a los mensajes privados para chantajear y alimentar vuestro ego y placer?
— Ana I.Bernal-Triviño (@anaisbernal) 5 de diciembre de 2017
Dais asco.
Acoso a coste cero
¿Y cómo actúa Twitter ante estos insultos y amenazas de muerte? De ninguna manera. Las únicas herramientas disponibles son el bloqueo y el reporte del tuit. "Existe una doble moral que permite que las mujeres podamos recibir amenazas. El castigo depende de quién lance el mensaje y de quién lo reciba", opina Ana I. Bernal.
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De esta manera, imágenes de mujeres asesinadas como amenaza a otras mujeres no se castiga ni se persigue. "No hay nada que nos proteja. De todas las denuncias que he puesto en la policía solo se ha tramitado una. Nadie me ha llamado de un juzgado", cuenta, por su parte, Cristina Fallarás "En las redes sociales se penaliza a la mujer, hay una frivolización del delito hacia las mujeres, que permite que se haga sin ninguna consecuencia".
"El problema que yo veo en redes tiene que ver con la impunidad y el anonimato, una como consecuencia de la otra. Permite que muchas opiniones que hemos logrado que no estén permitidas se sigan propagando con total impunidad. Lo que ya nadie se atrevería a decir en un bar, por ejemplo, en Internet son posibles", explica Andrea Momoitio.
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En relación a esto, la revista Pikara Magazine tuvo que cerrar los comentarios de la web porque no consiguieron crear un espacio libre y seguro para las lectoras que querían opinar ni para las autoras. "Derivamos ese debate a un foro, un espacio libre de 'machirulos', donde intentamos que el debate se dé en condiciones sanas".
"En las redes sociales nadie te amenaza enseñando su cara y DNI. No se pretende tanto avergonzar a la víctima como humillarla a través de la persecución de su libertad de expresión. Asegurando que la víctima tiene miedo a expresar su opinión por temor a que la linchen, manipulen su contenido o la hostiguen, va a ser mucho más difícil que se atreva a denunciar el acoso: la tratarán de loca, se la culpabilizará y por tanto, se disculpará la agresión, se la hará invisible. La impunidad que existe al respecto también anima a que el acoso en redes sociales se perpetúe. A Twitter le da exactamente igual que todas las semanas alguien te calumnie", comenta la tuitera @DoctoraGlas.
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Una red de sororidad
Sin embargo, Twitter también se ha convertido en una oportunidad, en una red donde las mujeres han encontrado su altavoz para denunciar el acoso, las agresiones y las violencias que los medios de comunicación han callado a lo largo de toda la historia.
Movimientos como el de #Metoo, elegido 'personaje del año' por la revista Time, o la fuerte reacción contra el tratamiento mediático y judicial del caso de la Manada han convertido a Twitter también en aliado en la lucha feminista.
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"Twitter me ha dado de las peores experiencias, pero también, las mejores", cuenta Ana I. Bernal. "En las redes sociales hemos encontrado una red propia, poco a poco hemos ido creando espacios de sororidad y de apoyo. He conocido a gente maravillosa, he aprendido y me he cuestionado. Además, las redes sociales son la principal puerta de entrada para muchos jóvenes. Me conformo con que muchas chicas que no leen libros feministas encuentren en Twitter un medio donde empiecen a conocer y se cuestionen".
Para Cristina Fallarás la importancia reside en que, por fin, las mujeres tienen voz, sin mediaciones ni interlocutores y esto provoca que el discurso cambie, que sea directo y que se hable en primera persona. "Nunca en la historia hemos tenido armas para contar lo que nos pasaba. Ahora hemos encontrado una voz. Estamos cambiando el relato de la violencia, estamos cambiando la forma de relatar la violencia y esto está sucediendo en las redes", explica la periodista.
"Lo más bonito es comprobar cómo poco a poco la sociedad va cambiando. Que alguien te escriba y te dé las gracias por visibilizar su situación y la de tantas otras mujeres. Eso no tiene precio", opina Anita Botwin.