Los tres pies al gato | Mohamed VI, bueno; Putin, caca | por Ana Pardo de Vera
publicado el 03 de Febrero de 2023
La política exterior es compleja, y solo conocemos una pequeña parte de lo que se cuece internamente dentro de los gobiernos y de lo que traman los gobiernos entre sí. Con nuestro voto avalamos un programa electoral, pero también una determinada forma de hacer política, también política exterior, conforme a la máxima lealtad a unos valores ideológicos determinados.
Es imposible, por ejemplo, que los Estados se encierren en sí mismos y renieguen de la relación con países que incumplen derechos humanos y democráticos sistemáticamente. Es imposible, lo sabemos, primero, porque ningún Estado está en posición de garantizar al cien por cien el cumplimiento de todos los derechos humanos. No existen las democracias perfectas, pero sí aquellas que trabajan por acercarse lo máximo posible a los ideales democráticos.Existen también aquellos Estados que, simplemente, reniegan de la democracia y de los derechos humanos.
Rusia es uno de ellas. Marruecos también.
Ambos países son frontera europea.
El primero, gobernando con mano de hierro por Vladímir Putin, ha invadido Ucrania con un ataque militar salvaje que cumple un año este mes y deja miles de muertos, centenares de miles de víctimas, un país arrasado y un continente, Europa, con el que comparte fronteras al este, sumido en una crisis que cuesta dinero y sufrimiento a muchos y muchas europeas además de a los ucranianos.
El segundo país, Marruecos, mandatado por un rey autoritario, Mohamed VI, también comparte frontera con el sur de Europa y también ha ido asfixiando a un pueblo, la antigua colonia española abandonada a su suerte, el pueblo saharaui. Un territorio sometido por Marruecos con técnicas militares y propias del apartheid al que, por ejemplo, Israel somete a Palestina.
La Unión Europea estudia esta semana elevar sanciones contra Rusia y, por supuesto, ayudar a Ucrania con armamento de todo tipo, de corto o largo alcance, salvo cazas. Esos no los van a enviar, ha dicho el presidente de EE.UU. Biden al mandatario ucraniano Zelensky. Ya lo veremos, también negaban el envío de tanques y ahora debatimos sobre el modelo que mandamos y el coste de su mantenimiento.
¿Y Marruecos? A Marruecos ha ido esta semana el presidente Sánchez con más de una docena de ministros y ministras para llevarse muy bien con Mohamed VI, pero este ha decido dar plantón a Sánchez, a su Gobierno y a España entera. Eso sí, los ministros del rey marroquí restregaron una y otra vez a nuestro presidente (y a España) que qué bien que hayamos cambiado de opinión sobre el Sáhara y aceptemos que es un territorio autónomo suyo, en absoluto independiente, y que nunca lo será.
Tragad y contad hasta diez, nos dicen, porque hay muchos intereses económicos, de seguridad, de migración o empresariales con Marruecos. Necesitamos a Marruecos y a su rey dictador.
¿Y Europa? ¿La Unión Europea no necesita a Marruecos? ¿Acaso no son las fronteras de España las mismas que las de Europa? ¿Por qué nos implicamos todos y todas en la defensa de la front