Fue un shock para millones de telespectadores de todo el mundo que adoraban la serie Friends: el actor Matthew Perry, el irónico y tierno Chandler en la ficción, moría a los 54 años. Cuando se hizo pública la autopsia, surgió el nombre de una sustancia muy popular y controvertida también usada como droga recreativa: la ketamina.
Pero, ¿qué es la ketamina? ¿Cuáles son sus usos clínicos como anestesia, así como tratamiento para el dolor agudo y crónico? ¿Es legal en este caso? ¿Y cuáles son sus efectos como droga recreativa? ¿Qué te puede pasar en un “mal viaje”? A continuación, respondemos a estas preguntas para tratar de comprender las propiedades y los riesgos de esta sustancia sintetizada por ver primera hace 60 años.
El origen de la ketamina: un anestésico para la guerra
Desde el origen de la medicina se han tratado de encontrar sustancias que anestesiaran ante el dolor. Los propios doctores de las legiones romanas ya usaban opio importado de la India para tratar a los soldados heridos. 2.000 años más tarde, los analgésicos opioides siguen presentes en la medicina, a pesar de sus riesgos en dosis altas: adicción y disminución de la frecuencia cardiaca y la respiración.
Y son justamente estos efectos secundarios de las sustancias derivadas del opio los que llevaron a los especialistas a buscar fármacos con buenos efectos anestésicos, pero sin (tanta) depresión respiratoria ni cardiovascular. Surge así en 1950 la síntesis de la fenciclidina y el clorhidrato de N-etil-fenilcicloxamina. Pero sus promotores, industrias Parke Davis, advierten sus peligros: severos efectos psicodislépticos caracterizados por sueños vívidos y alucinaciones.
De cualquier forma, la fenciclidina se comercializa bajo el nombre de Sernyl, pero como indica este artículo de varios especialistas en anestesiología, pronto su uso recreacional complica su éxito: es el origen del conocido como “polvo de ángel” que tuvo su época dorada en Estados Unidos en los años 70.
No obstante, este primer ensayo permite avanzar en la buena dirección y llega en 1960 la síntesis de la CI-581, conocida como 2-0-clorofenil-2-metilamino-ciclohexamina o ketamina. Se vende bajo el nombre comercial de Ketalar. En un contexto bélico en Estados Unidos protagonizado por la guerra del Vietnam, la ketamina vive su primer momento de notoriedad: no tarda en exceder el ámbito médico y comienza a distribuirse de forma ilícita, es el “special K”.
Desde entonces, hemos visto como la ketamina ha tenido un desarrollo paralelo como fármaco y como droga recreacional. Actualmente, es una herramienta más en la anestesia, particularmente en el paciente pediátrico, en la anestesia veterinaria y en la medicina de guerra además del componente de varios fármacos, mientras en la calle es otra droga que se puede encontrar con relativa facilidad en buena parte de los países occidentales.
La ketamina en medicina
A continuación, nos ocupamos de las distintas vertientes de la ketamina en el ámbito médico y farmacológico, haciendo especial hincapié en su mecanismo de acción, efectos y su uso como anestesia y como parte del tratamiento de dolor, tal y como lo estaba usando Matthew Perry, presuntamente bajo prescripción médica, en las semanas anteriores a su fallecimiento.
El mecanismo de acción de la ketamina
Como indica este artículo de varios especialistas de Anestesiología-Reanimación y Tratamiento del Dolor del Hospital Universitario Virgen Macarena de Sevilla, la ketamina deprime selectivamente la función neuronal en partes del córtex (sobre todo áreas de asociación) y el tálamo, mientras que al mismo tiempo estimula partes del sistema límbico, incluyendo el hipocampo: “esto crea lo que se ha denominado una desorganización funcional de vías no específicas en el mesencéfalo y áreas talámicas”.
Así mismo, también hay evidencias de que la ketamina deprime la transmisión de impulsos en la formación reticular medular media, importante en la transmisión de los componentes afectivos-emocionales de la nocicepción, desde la médula espinal hasta los centros cerebrales superiores, es decir la percepción consciente del dolor.
Además, se ha demostrado que el mecanismo de acción por el cual la ketamina produce anestesia no sólo es el bloqueo de los canales de sodio del sistema nervioso, sino que también ocupa los receptores opioides en el cerebro y en la médula espinal.
Efectos de la ketamina
La ketamina influye directamente en el sistema nervioso central (SNC), en el sistema cardiovascular y en el sistema respiratorio.
- Sistema nervioso central. Gracias a sus efectos excitatorios sobre el SNC, aumenta el metabolismo cerebral, el flujo sanguíneo y la presión intracraneal. Así mismo, durante el estado anestésico que produce la ketamina, llamado “anestesia disociativa”, los pacientes parecen estar en estado cataléptico, a diferencia de otros estados anestésicos sujetos a un sueño normal.
- Sistema cardiovascular. Presión arterial y resistencias vasculares tanto a nivel sistémico como pulmonar. El gasto cardíaco y la presión arterial aumentan hasta un 25%. Puede producirse un aumento inaceptable del consumo de oxígeno miocárdico en pacientes con cardiopatía isquémica, siendo rara la aparición de arritmias.
- Sistema respiratorio. Al contrario que otros anestésicos, carece de efectos significativos sobre el sistema respiratorio lo que aumentó el interés de la comunidad médica por posicionarse como alternativa. Pero también tiene efectos secundarios, lo que complica su administración.
Efectos secundarios
Se trata de una sustancia muy potente y extraordinariamente peligrosa si se usa de forma incontrolada fuera del ámbito médico. Los efectos secundarios menos frecuentes y deseables, también dentro del ámbito clínico, incluyen incremento de la presión intraocular, apnea, alucinaciones, delirio, psicosis, confusión grave, hiperglucemia, además de hipertermia maligna, una reacción grave a ciertos medicamentos usados en anestesia.
La ketamina y el tratamiento del dolor
Para abordar este aspecto, y siguiendo las recomendaciones de los expertos citados del Hospital Universitario Virgen Macarena de Sevilla, hay que diferenciar, en primer lugar, anestesia de analgesia. Y es que el dolor es una experiencia subjetiva en la que el sistema nervioso central desempeña un papel crucial, incluyendo dimensiones emocionales y afectivas.
Así, la anestesia se concibe como la privación de sensaciones, fundamentalmente las dolorosas, acompañado de pérdida de la conciencia, mientras que la analgesia es el estado de ausencia de percepción del dolor sin afectar a la conciencia.
En este sentido, la ketamina se usa tanto como anestesia como formando parte de fármacos analgésicos para diferentes tratamientos que se relacionan con la mitigación del dolor, ya sea para mitigar dolores puntuales como el dolor agudo postoperatorio o la migraña con aura.
De cualquier forma, es el tratamiento del dolor crónico donde la ketamina ha encontrado su mayor utilidad más allá del quirófano. Es el caso de las crisis de dolor agudo neuropático crónico: numerosos estudios bien documentados indican que la infusión de ketamina tiene interés en el dolor crónico agudizado, con evidencia de reducción en hiperalgesia y reducción progresiva en la dosis de morfina y de otros opioides.
Y son justamente estas infusiones de ketamina las que habría estado usando Matthew Perry como terapia alternativa, según señaló el informe de la autopsia. No hay que olvidar que el actor había padecido, según sus propias palabras, una docena de cirugías para salvar su vida, como la de 2019 después de que su colon se rasgara por el consumo excesivo de opioides por el que Perry estuvo dos semanas en coma.
Así mismo, también existen estudios que destacan la efectividad de la ketamina con dolor central y síndrome de dolor regional complejo. En cuanto a la fibromialgia, también se ha utilizado como tratamiento para estos pacientes ya que se ha demostrado que reduce el dolor muscular. También hay ensayos en pacientes con trastorno bipolar y depresión.
La ‘keta’ como droga recreativa, ¿cuáles son sus riesgos?
Como hemos visto, la ketamina es legal en el ámbito médico como parte de componentes anestésicos o analgésicos, pero como uso recreacional está completamente prohibida, siendo considerada una droga más como la cocaína, la heroína, etc.
Pero sus efectos en el consumidor son muy diferentes, así como sus riesgos. Una dosis baja de ketamina puede ser muy agradable en diversas situaciones, una suerte de “viaje” que puede producir alteraciones de los sentidos, sensación de “flotar”, relajación, alegría y hasta alteraciones espacio-temporales, incluyendo flashbacks, como si vivieses dos episodios en el mismo momento.
Todo ello ha contribuido a la mitificación de esta droga, como sucede con otras cuando solo se percibe el “lado bueno” de las mismas: sus efectos hipnóticos, analgésicos y psicodislépticos.
Pero tal y como indica este artículo del coordinador del Plan de Drogas del Ayuntamiento de Badalona así como de Amalgama 7, un centro de atención biopsicosocial para jóvenes y adolescentes de Barcelona, la ketamina recreacional no deja de ser una droga “extraordinariamente peligrosa” al nivel de otras de uso más habitual como la propia heroína.
En dosis bajas ya puede producir “demasiada” sedación, como una ingestión masiva de alcohol, además de visión borrosa, descoordinación psicomotriz (tal vez el efecto más habitual), semiinconsciencia, alteración de la percepción, taquicardia y hasta el llamado OBE’S (out of body experiences), ver el cuerpo mientras la mente flota en el espacio, como con la ayahuasca.
Pero en dosis altas y/o continuadas, el peligro de todas las drogas, al fin y al cabo, puede producir alucinaciones, desmayos, convulsiones, derrames cerebrales, paro cardiaco, coma y, por supuesto, la muerte. Su consumo continuado, además de producir dependencia, genera los temidos flashbacks de otras drogas psicodélicas como el LSD: reaparición de efectos sin haber consumido. Son esos “mal viajes” de los que algunos nunca vuelven.
¿Fue un ‘mal viaje’ lo que mató a Matthew Perry?
El actor de Friends fue encontrado inconsciente en el jacuzzi de su casa de Los Ángeles el 28 de octubre de 2023. La oficina del forense señaló el ahogamiento, la enfermedad de las arterias coronarias y los efectos de un opioide, la buprenorfina, como causas de su muerte.
Pero un mes y medio más tarde los medios tuvieron acceso a la autopsia definitiva que atribuyó el fallecimiento a los “efectos agudos de la ketamina”, concretamente tanto la sobreestimulación cardiovascular como la depresión respiratoria.
Dicho informe señalaba que Perry había estado recibiendo una terapia de infusión de ketamina que, como hemos visto, es relativamente habitual en pacientes con dolores crónicos e historiales médicos complejos: el actor cumplía con los dos requisitos.
No obstante, el informe señaló que la ketamina de su organismo no podía provenir de su última sesión de terapia conocida que había sido unos diez días antes de que falleciera. Y es que la cantidad de ketamina que se había encontrado en el cuerpo de Perry era el equivalente al que se usaría durante una anestesia general.
Así pues, la muerte de Matthew Perry parece deberse a un exceso de ingestión de ketamina, una sobredosis en toda regla que, en combinación con otras sustancias como la buprenorfina, que el actor usaba por prescripción médica para tratar la drogadicción y el dolor, habría supuesto su fallecimiento.
No es ningún secreto que el famoso Chandler Bing de la ficción había batallado más de media vida con la adicción a las drogas como relató en sus memorias, estando varias veces a punto de morir por ellas y sus consecuencias. De hecho, señalaba con ironía que podía seguirse su evolución en el mundo de las drogas revisando su aspecto físico en la serie: delgado cuando tomaba pastillas opioides, particularmente Vicodin, y gordo cuando optaba por el alcohol.
Para su desgracia, la de sus amigos y sus fans, el actor de 54 años falleció sin haber podido vencer a sus múltiples adicciones. Y es que, como dijo un experto consultado por New York Times en relación a la muerte del actor: “La conclusión más importante es que la ketamina no es un medicamento que deba tomarse en casa”. Y mucho menos ingerir tanta cantidad como si fueras a entrar en un quirófano para ser operado.