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¿Por qué sonrío cuando no debería?

Vas caminando a la salida del trabajo en un día lluvioso y la chica que va delante de ti resbala y cae estrepitosamente. No puedes evitar soltar una carcajada. Acto seguido te tapas la boca con la mano y te apresuras a socorrerla, todavía con una sonrisa mal disimulada. Cuando la ayudas a levantarse, ella también se ríe, pese a que está muy dolorida. Los dos os habéis reído cuando quizás no debíais. ¿Por qué? 

Asociamos la risa con la diversión o la alegría, pero esta respuesta biológica es mucho más que eso, no solo es una de las formas de comunicación y vinculación social más efectivas, sino también un mecanismo de defensa, un calmante natural y un remedio contra la ansiedad. Por eso, a veces, nos reímos cuando (culturalmente) no deberíamos. 

La risa, algo más que diversión y alegría 

Dibujo de una sonrisa - Fuente: Unsplash
Dibujo de una sonrisa – Fuente: Unsplash

Una cosa es reírse de alguien que se da una costalada sin consecuencias delante de ti y otras no poder evitar la risa… en un velatorio, en una entrevista de trabajo o cuando tu pareja te está dejando. “Pero… que no quiero verte más, lo entiendes ¿no? Es que no sé qué te tiene de gracioso”. Y tú venga a reírte a carcajadas. Luego, quizás, en soledad, llores. Pero en ese momento, una extraña sensación de hilaridad se ha apoderado de ti. 

Y es que, a menudo, los caminos de la risa son inescrutables, pero la ciencia tiene algunas respuestas para tratar de explicar estas risas poco oportunas que pueden incomodar (u ofender) a los demás, pero que, a ti, sin embargo, te ayudan, aunque quizás no lo entiendas así en ese momento. 

Ya os hemos hablado de los beneficios físicos y psicológicos de la sonrisa, pero en este caso os queremos hablar de todas esas sonrisas que no provienen directamente de la alegría o la diversión. De hecho, el neurobiólogo y “experto en risas” Robert Provine sostiene que al menos el 80% de la risa de los humanos no es causada por nada divertido. 

La risa estratégica 

Entrevista de Trabajo
Entrevista de Trabajo

En este sentido, hay que recordar que el ser humano no es el único animal que sonríe: algunos estudios sobre el origen de esta expresión facial en los simios sostienen que los chimpancés bonobo exponen una suerte de sonrisa cuando sienten miedo, un gesto de sumisión de los individuos de menor estatus para tranquilizar a los dominadores del grupo.  

Esta sonrisa no es tan diferente a algunas de las nuestras que también son signos de sumisión que entrarían dentro de la risa como estrategia, un tipo de risa social que usamos constantemente. ¿Cuántas veces nos reímos de algo porque se ríen los demás? No se trata tanto de “quedar bien”, sino casi de mímesis. Los demás se ríen, pues habrá que reírse. 

La risa estratégica también es habitual en contexto sociales formales, especialmente en el trabajo, cuando sonreímos al jefe o a un compañero cuando, en realidad, nos gustaría hacer algo muy diferente a sonreír. Esta sonrisa “falsa” sigue siendo sonrisa, pero cumple otra función, una función de concordia social

La risa nerviosa 

Varias mujeres se ríen - Fuente: Pexels
Varias mujeres se ríen – Fuente: Pexels

Otra risa más que habitual es la nerviosa, la que se produce en situaciones de tensión, ansiedad, vergüenza o incomodidad. Por eso te puedes llegar a reír en un entierro, el lugar menos “apropiado” (al menos en nuestra cultura) para reírte.  

Desde luego, puede ser tomado por una falta de respeto por los allí presentes, sobre todo los familiares directos del finado, pero no tiene que ver con te alegres de su muerte ni con que no sientas respeto por el fallecido y su familia, al menos no en la gran mayoría de los casos. Es una respuesta biológica de autodefensa.

Estás tenso y nervioso, en una situación solemne en la que las emociones deben ser controladas y, antes de ponerte a gritar o irte, te entra la risa. No lo puedes evitar. Y te sientes mal por lo que pensarán de ti. Pero no es una reacción tan extraña ni te convierte en “mala persona”, no te preocupes. Es como cuando nos reíamos en el colegio de las tonterías más tontas: no te dejan reírte… pues es justamente cuando más te entra la risa.

Esta risa nerviosa se da en infinidad de situaciones menos tensas que en un velatorio. Hay jugadores que se acercan al punto de penalti en la final de un Mundial con una sonrisa, pero por dentro están como un flan: es su forma de domar la ansiedad.  

Otros nos reímos cuando nos dan una mala noticia, es nuestra forma de relajar el momento, quitar hierro al asunto aparentando calma, aunque sabemos que, cuando procesemos la mala noticia, no nos hará tanta gracia.  

Ya lo decía el neurocientífico V.S. Ramachandran, la risa podría haber evolucionado como “falsa alarma” que indica a los congéneres que no necesitan alarmarse, que no hay nada de qué preocuparse. Y es que “tenemos una risa nerviosa porque queremos hacernos pensar que esa cosa horrible que encontramos no es tan horrible como parece”… aunque lo sea. 

La risa como mecanismo de defensa 

Una mujer se ríe - Fuente: Unsplash
Una mujer se ríe – Fuente: Unsplash

Así pues, la risa se presenta, no solo como un calmante natural que pone en movimiento diversas hormonas como la serotonina o las endorfinas capaces de devolver la homeostasis al cuerpo, sino también como uno de los mejores mecanismos de defensa biológicos con los que cuenta el ser humano, un mecanismo plenamente “maduro” aunque la risa suela asociarse a conductas infantiles. 

Al contrario, la risa en momento “no risibles” o no divertidos puede ser un escudo frente a la amenaza, una forma de aliviar la tensión y la ansiedad para afrontar la amenaza con mayor eficiencia. Así pues, la risa también empodera, también es una vía directa para la resiliencia, acudiendo a dos términos comunes de nuestro tiempo. 

¿Puede ser la risa inapropiada un síntoma de enfermedad? 

Sí, puede serlo. La risa inapropiada se asocia también a enfermedades como la epilepsia gelástica, las enfermedades desmielinizantes como la esclerosis múltiple o la labilidad emocional. Y es que no hay que olvidar que la risa tiene su origen, en buena parte de los casos, en un impulso de los ganglios basales del cerebro como respuesta a procesos del sistema límbico, por lo que estamos hablando de una respuesta con profundas conexiones neurobiológicas.  

Así, por ejemplo, el síndrome pseudobulbar, definido como una enfermedad con episodios de risa o llanto repentinos, descontrolados y fuera de lugar, sucede en personas con determinadas enfermedades o lesiones neurológicas que pueden afectar la manera en la que el cerebro controla la expresión emocional. 

¿Y el humor retorcido? ¿Reírse deliberadamente de “cosas” de las que nadie se suele reír? ¿Puede anunciar también una enfermedad? Algunas enfermedades como la demencia o el alzhéimer pueden venir acompañadas de posibles biomarcadores que incluyan cambios abruptos en el sentido del humor.

Algunos familiares de personas que padecen esta enfermedad señalan que su sentido del humor fue cambiando con el tiempo, hasta el punto de reírse de desastres naturales o de accidentes graves. 

De cualquier forma, insistimos, la risa “inapropiada”, por sí sola, no anuncia nada más que lo dicho anteriormente, que somos capaces de usar un mecanismo de defensa biológico y natural para hacer la vida más vivible. Porque si no nos reímos de la vida (y de la muerte), nos pasaríamos el día llorando. O algo peor. Mejor reírse. 



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