Bostezar es algo que todos hacemos, y normalmente sucede cuando estamos cansados o tenemos mucho sueño, aunque no siempre sea así. Pero ¿cuál es el mecanismo por el que, de repente, lanzamos un buen bostezo? ¿Qué efectos tiene hacer un gesto así?
Nos conocemos un poco más a nosotros mismos para comprender por qué bostezamos y qué efectos tiene este acto en nuestra mente y en nuestro organismo. ¿Te imaginas cuál es la respuesta? Porque no es tan sencilla como pueda parecer.
Motivos por los que bostezamos
La verdad es que no hay una respuesta categórica a la hora de poder enumerar los motivos por los que bostezamos, más allá de que solemos hacerlo cuando estamos cansados, tenemos sueño o nos sentimos aburridos. Pero si no podemos dar una respuesta clara y concisa es porque no existe ni certeza ni consenso científicos que expliquen el mecanismo del bostezo. Como resultado, solo podemos tener en cuenta serie de teorías que intentan dar con la razón, entre las que se mueven los especialistas.
La primera de ellas relaciona el bostezar con sensaciones como el cansancio o el hastío, con las que no respiramos como hacemos habitualmente, sino más lento. El mecanismo que activa nuestro cuerpo al bostezar provoca que llegue más oxígeno a la sangre y que se expulse más cantidad de dióxido de carbono. Al aumentar la oxigenación, podemos ponernos en marcha de nuevo y seguir realizando la actividad con la que estemos ocupados. De manera que, en contra de lo que podíamos creer, un bostezo no es un aviso de tu cuerpo para que pares, sino un mecanismo para seguir manteniéndote activo.
Otras teorías aseguran que bostezar ayuda a nuestros pulmones, ya sea para flexionar músculos y articulaciones, ya sea para redistribuir la denominada surfactante, una sustancia que contribuye a mantener los pulmones lubricados. E incluso hay quienes afirman que el bostezo ayuda a poner en funcionamiento toda la musculatura de la mandíbula, que de otro modo no se usaría.
Bostezar es contagioso
Sea cual sea el motivo por el cual bostezamos, sí hay algo sobre lo que no existe duda: bostezar es contagioso. De hecho, todos nosotros hemos experimentado cómo, si alguien bosteza, enseguida lo hacemos también nosotros, como si de un inevitable efecto contagio se tratara. Como consecuencia, cuando una persona lanza un bostezo en una clase o en la oficina, muchos de sus compañeros irán detrás. Incluso es posible que hayas bostezado al tiempo que lees estas líneas.
La comunidad científica tampoco tiene muy clara la razón por la que esto sucede, aunque suelen dar como explicación a las neuronas espejo.
Neuronas espejo
Las neuronas espejo, descubiertas por un equipo de investigadores en el año 1996 en la Universidad de Parma, actúan de tal modo que, si vemos a alguien hacer una acción, nos entren ganas a nosotros también de hacerlo. Sobre todo, si hablamos de emociones, gestos y movimientos, como puede ser reírse, llorar, tocarse el pelo, cruzarse de brazos, rascarse y bostezar, entre muchos otros.
De tal manera, las neuronas espejo se activan como si de un impulso se tratara y están muy relacionadas con la empatía. Asimismo, es habitual referirse a ellas si hablamos de lenguaje corporal. ¿Te has fijado que cuando estás en sintonía con tu oyente y os agradáis mutuamente adoptáis la misma postura?
Como resultado, si alguien bosteza a tu lado, las neuronas espejo se activan y harán que tengas ganas de bostezar. No obstante, es necesario tener en cuenta que esto no le pasa a todo el mundo. Solemos contagiarnos antes si se trata de un amigo o de alguien de nuestro entorno cercano, puesto que es más fácil empatizar con una persona que forma parte de nuestra vida que con un extraño.
Bostezo excesivo
Lo que sí está catalogado en medicina es el denominado bostezo excesivo, cuando sucede más de lo que se considera normal. Es decir, si se produce más de una vez por minuto. En este caso, es necesario preocuparse, puesto que puede ser un síntoma de algún problema de salud.
De hecho, si no paras de bostezar puede deberse a algún trastorno asociado con la somnolencia o a algún tipo de tumor o problema cerebral o de una reacción vasovagal. Asimismo, aunque con menor frecuencia, puede relacionarse con la toma de determinados medicamentos y con problemas de control de la temperatura corporal.
Así que si estás todo el día agotado y no paras de bostezar, sin importar que hayas dormido bien o que hayas descansado, lo mejor es que acudas a tu médico de cabecera para comentarle qué es lo que te sucede. Con una serie de preguntas y, en su caso, algunas pruebas, podrás salir de dudas para saber si debes o no darle importancia.