Inspirado por Hermann Rorschach y su famoso test de manchas de tinta, Hans Zulliger simplificó la idea de su colega en tan solo tres láminas elaborando su Test Z con el objetivo, en primera instancia, de evaluar la personalidad de grandes grupos de aspirantes a oficiales del ejército suizo.
Desde entonces, el ya conocido como test de Zulliger se ha convertido en una de las pruebas proyectivas más aplicadas tanto en psicología clínica como en recursos humanos.
Test de Zulliger, un test proyectivo
Ya hemos descrito otros test proyectivos anteriormente, pero conviene detenerse un instante en explicar el origen y la aplicación de un término que suele inducir a error por su ambigüedad.
La evaluación de la personalidad para predecir la conducta de un individuo siempre ha sido un campo de gran interés para la psicología clínica, así como para otros ámbitos como el educativo o el laboral, siendo las pruebas proyectivas uno de los principales métodos para evaluar la personalidad, junto a las pruebas psicométricas.
El psicoanálisis es el principal sustento teórico del término “proyección” definido por el propio Freud como “un proceso que consiste en atribuir los propios impulsos, sentimientos y afectos a otras personas o al mundo exterior, como un proceso defensivo que nos permite ignorar estos fenómenos indeseables en nosotros mismos”.
El valor de la proyección como exponente de la personalidad fue aprovechado para elaborar psicodiagnósticos por la denominada psicología proyectiva a través de pruebas que permiten conocer “una proyección del mundo interior propio de la personalidad del individuo, porque este ha de organizar el campo, interpretar el material y reaccionar a él afectivamente”, tal y como señaló Lawrence Frank en su estudio sobre los métodos proyectivos.
Basándose en estos presupuestos teóricos, los test proyectivos surgen como pruebas de carácter poco estructurado o ambiguo en sus estímulos, con capacidad para recoger aspectos inconscientes de la personalidad del evaluado: son las denominadas fantasías inconscientes del individuo que son inferidas a través del material proyectivo que sería, en última instancia, la expresión de la vida psíquica del sujeto.
En definitiva, como señala este artículo sobre el test de Zulliger de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, “la proyección en los test proyectivos es la expresión del mundo interno a través de la percepción y organización selectiva del mundo externo”.
Zulliger y los tests de manchas de tinta
Tal y como señala este estudio de la Universidad de Chile sobre el test de Zulliger, el uso de las manchas de tinta como estimulación para la imaginación podría arrancar en el Renacimiento con artistas como Da Vinci o Botticelli. Incluso hay investigaciones que lo vinculan a las tradiciones mágicas ancestrales.
De cualquier forma, en el ámbito psicológico, sería a partir de los estudios de Justinus Kerner a mediados del XIX cuando se comienza a experimentar con el potencial de los rasgos objetivos de las manchas de tinta como estimulantes de las proyecciones personales del observador.
Hermann Rorschach (1884 – 1922) tomará estos experimentos y los llevará un nuevo nivel estudiando no solo lo que el individuo ve, sino también “su manera de manejar el material de estimulación”.
Justo el mismo año (1921) que Rorschach publica su monografía Psychodiagnostik en el que compila su investigación de casi una década anexando su serie estandarizada de 10 láminas, Hans Zulliger (1893 –1965) pasa a ser miembro de la Sociedad Psicoanalítica suiza conociendo a Rorschach y dedicándose, desde entonces, a perfeccionar y desarrollar el test de su colega.
El origen del test de Zulliger
El test Z o test de Zulliger surge por la necesidad a la que se vio abocada el psicólogo suizo cuando tuvo que aplicar el test de Rorschach a un gran número de aspirantes a oficiales del ejército suizo. Es entonces cuando Zulliger trabaja en una simplificación de la prueba de su maestro reduciendo las láminas hasta llegar a tres.
Aunque, en un principio, el test de Zulliger solo se aplicaba a grupos, posteriormente fue readaptado para su uso individual, atrayendo el interés de numerosos ámbitos al margen de la psicología clínica al comprobar sus ventajas con respecto a otras pruebas proyectivas como el propio test de Rorschach.
El hecho de que su aplicación requiera menos tiempo, disponiendo de parámetros de interpretación más sencillos y rápidos a la vez que ofrece hipótesis para organizar un informe y realizar una evaluación del individuo razonablemente completa, ha justificado el éxito del test de Zulliger en numerosos ámbitos, especialmente en la selección de personal.
En este sentido, hay que tener en cuenta que la evaluación de un sujeto en el área laboral no busca tanto el diagnóstico de la personalidad, sino predecir el empeño y la conducta de un candidato en una situación concreta: el test de Zulliger cumple con ese objetivo para la mayor parte de sus defensores.
Así el test de Zulliger puede anticipar la sensibilidad, la imaginación, los deseos y la creatividad de un sujeto, así como su capacidad de adaptación social y autocontrol: en definitiva, y como decíamos más arriba, la proyección del mundo interior del sujeto y su relación con el mundo exterior.
Test de Zulliger: ¿Cómo se aplica?
El éxito del test de Zulliger radica en su sencillez: tan solo tres láminas que, no obstante, pretenden ofrecer una gran cantidad de información sobre el sujeto. No hay que olvidar que Zulliger diseñó cientos de láminas antes de quedarse, de forma definitiva, con estas tres como las más significativas para una prueba proyectiva de este tipo.
Lámina I
La lámina I presenta una mancha en tonos grises, negros y blancos. El claroscuro de esta mancha la convierte en la más fácilmente interpretable por los evaluados en la mayor parte de los casos. Con esta lámina se busca una respuesta global que estaría en relación con el pensamiento profundo del sujeto, así como su capacidad de adaptación a nuevas situaciones. Buena parte de los evaluados suelen “ver” hojas, insectos y otros animales.
Lámina II
Al contrario que la lámina I, La presencia de colores vivos y el hecho de estar desmembrada dificulta una interpretación global estimulando las interpretaciones del color y las respuestas en detalle. Esta lámina tiene por objetivo comprobar si el evaluado produce el denominado “shock de color”, rechazando la interpretación de las partes rojas. Los evaluadores pueden obtener con esta lámina hipótesis de la personalidad del sujeto que se vinculan a las emociones, así como a la capacidad de enfrentarse a situaciones de presión.
Lámina III
La última lámina vuelve a los tonos negros y grises, aunque mantiene el rojo. Su disposición fuerza al sujeto a interpretaciones parciales provocando fácilmente respuestas de movimiento y dinamismo. Se usa en el ámbito de los recursos humanos para evaluar la calidad de las relaciones personales. Algunas de las respuestas más comunes en esta lámina son mariposas y niños.
Test de Zulliger: ¿Cómo se evalúa?
Para una correcta evaluación del test de Zulliger es importante que el evaluador exponga al individuo que va a realizar el test que no existen respuestas buenas o malas —no se trata de lo que “debe ver”, sino de lo que ve o percibe—, de forma que se facilite su inmersión y colaboración en la interpretación de las imágenes.
Se trata de que el evaluado se sienta cómodo y “no observado” porque sus respuestas podrían no ser naturales e instintivas al buscar dar una respuesta común o “correcta” por temor a ser juzgado.
De cualquier forma, la evaluación es la fase más compleja de la aplicación del test de Zulliger requiriendo por parte del evaluador de un dominio de los diferentes sistemas de codificación y tabulación de las respuestas del evaluado.
Desde la aparición del test de Rorschach, han aparecido diversos sistemas de evaluación de los test de manchas que buscan generar indicadores objetivos y símbolos transformando los datos del test en hipótesis sobre la personalidad del sujeto.
El Sistema Comprehensivo de Exner surgido en los años 80 con el objetivo de proporcionar un marco común interpretativo es la base esencial de la interpretación de los test de manchas como el propio test de Zulliger.
El SC de Exner configura grandes categorías a valorar que incluyen la localización (qué partes de las manchas son interpretadas), los determinantes (elementos o aspectos de la mancha que determinan respuestas, como la forma o el movimiento), el contenido (la concreción de las respuestas, ya sean animales, personas, plantas, etc.) o la actividad organizativa (si el conjunto de elementos que ve el sujeto están relacionados entre sí).
Con los datos que ofrecen estas categorías se pretende organizar la información generando un informe objetivo sobre la personalidad del individuo basado en las hipótesis que muestran sus respuestas.
De cualquier modo, este informe es un complemento de otras evaluaciones de personalidad, no teniendo capacidad por sí mismo —como sucede con el resto de pruebas proyectivas— de predecir con absoluta seguridad el comportamiento y conducta de un individuo en una situación concreta.