¿Sientes que ya no recuerdas las cosas como antes, que tu capacidad para almacenar información se ha reducido? No te preocupes, es un proceso natural que, no obstante, puede ser acelerado por diversos motivos, algunos de ellos fácilmente evitables. A continuación, señalamos los fundamentos esenciales de la memoria y los motivos que pueden influir en el deterioro de la misma.
¿Qué es la memoria?
El término memoria está permanentemente en nuestro vocabulario rutinario siendo una de las capacidades de nuestro cerebro más sorprendentes y, a la vez, insondables. La neurociencia trata de estudiar a fondo el cerebro y sus capacidades, haciendo especial énfasis en la memoria, una función cerebral que permite organizar y recuperar datos e información sobre el pasado.
Con todo, la ciencia aún no ha logrado descifrar algunas claves relacionadas con esta función cerebral, como, por ejemplo, la manera en la que bloqueamos recuerdos o la función que cumplen los sueños en la asociación de los recuerdos, recientemente analizada en prometedores estudios.
Y es que los complejos procesos neuronales y sus vínculos, de los que dependen entre otras muchas funciones nuestra capacidad de recordar, aún presentan diversos misterios sin descifrar.
Los trabajos de los psicólogos William James y Hermann Ebbinghaus son considerados la base del moderno estudio de la memoria incluyendo tanto la diferenciación entre memoria primaria y secundaria —memoria a corto y largo plazo, respectivamente— como el análisis de las curvas de aprendizaje y del olvido.
Actualmente, se diferencian varios tipos de memoria:
- Memoria sensorial. Es la más breve y deriva de la información de nuestros sentidos.
- Memoria a corto plazo. Incluye la memoria operativa o de trabajo, el lazo articulatorio relacionado con la información verbal o la agenda visoespacial vinculada a los datos visuales y espaciales.
- Memoria a largo plazo. También incluye diversos tipos: implícita, explícita, episódica y semántica.
Según buena parte de los estudios, el hipocampo sería una de las zonas que intervienen de forma directa en la configuración de la memoria teniendo una participación especial en la formación de la memoria espacial y episódica, de forma que las personas que presentan daños en el hipocampo suelen tener dificultades para la ubicación de objetos en un ambiente.
Causas que aceleran el deterioro de la memoria
Dejando al margen las enfermedades o los daños en el cerebro que influyen directamente en el deterioro de la memoria, los especialistas señalan diversos motivos, en su mayoría fácilmente evitables, que reducen nuestra capacidad de recordar.
El estrés y la fatiga
Un estudio presentando durante los primeros meses de pandemia en la revista Prevention hacía especial hincapié en el papel negativo del estrés en los procesos cerebrales asociados a la memoria. Tal y como afirma Sandra Bond Chapman del Centro de Salud Cerebral de la Universidad de Texas en Dallas, el agotamiento genera toxinas que se acumulan en el cerebro afectando a la capacidad de concentrarse y recordar.
Cuando el cerebro se agota, envía señales advirtiendo de la necesidad de descansar: ya no somos capaces de realizar tareas complejas tal y como las hacíamos al principio del día, cuando nos encontrábamos descansados. Cuando este proceso se alarga en el tiempo y no ofrecemos a nuestro cerebro el descanso que nos pide, la memoria tiende a ir perdiendo capacidad para almacenar y recuperar datos.
En esta línea, Jessica Caldwell, neuropsicóloga y directora del Centro de Prevención del Alzheimer en Cleveland, alerta de que el estrés y la fatiga a largo plazo ocasionan una liberación de diversas hormonas que agotan el cerebro cuando “se quedan más tiempo del que deberían”: el resultado es la destrucción acelerada de las células que forman el hipocampo debido al exceso de actividad y la falta de descanso.
Falta o exceso de sueño
En línea con lo anterior, la falta de sueño es una de las principales causas del desgaste de nuestra memoria. Pese a que todo nuestro cuerpo descansa durante las horas de sueño, el cerebro se mantiene relativamente activo, pero realizando funciones de limpieza de sangre y líquido cefalorraquídeo, tal y como sugiere una investigación de la Universidad de Boston.
De esta forma, nuestro cerebro consolida la memoria a largo plazo mientras dormimos, extremo ya sugerido en los primeros estudios sobre esta función cerebral. Así mismo, una rutina adecuada de sueño metaboliza la proteína amiloide cuyo depósito, según varias investigaciones, puede influir en la aparición del Alzheimer.
Por otro lado, los expertos aconsejan no dormir demasiado ya que podría tener un efecto contraproducente, también en nuestra memoria. En este sentido, el viejo patrón de dormir ocho horas al día podría no ser adecuada para todos: determinadas personas necesitarían más (o menos) horas de sueño para restituir por completo la energía.
Otros motivos que perjudican nuestra memoria
Al margen del estrés, la fatiga y la inadecuada rutina de sueño, existen otros motivos que pueden influir negativamente en nuestra capacidad de recordar:
- Falta de ejercicio físico: el ejercicio aeróbico ayuda a la liberación de hormonas de crecimiento que auxilian al cerebro en múltiples funciones, incluyendo la memoria.
- Fumar. A estas alturas ya queda poco por decir sobre el tabaco que no sepamos ya. Pero conviene recordar la asociación que existe entre tabaquismo y desarrollo del Alzheimer/demencia tal y como señalan diversos estudios.
- Mala alimentación. La falta de vitamina B12 y el exceso de grasas son dos factores que pueden afectar directamente a nuestra capacidad de recordar. En este sentido, los especialistas señalan que el exceso de grasa puede tener relación con el deterioro más acelerado del hipocampo.
- Medicamentos. Determinados medicamentos, como pueden ser las benzodiazepinas que tratan la ansiedad, los que reducen el colesterol o los que tratan la depresión pueden, entre sus efectos secundarios, alterar las funciones cognitivas. Ante cualquier alteración relevante al tomar algún medicamento, se aconseja consultar con el médico.
El deterioro de la memoria y las enfermedades degenerativas
Pese que el desgaste progresivo de la memoria es un proceso natural, conviene consultar con un médico en caso de que se produzcan determinados síntomas que podrían indicar la aparición de enfermedades degenerativas:
- Olvido de conversaciones recientes.
- Otros síntomas además de la pérdida de memoria, como confusión, problemas de visión, dificultad para concentrarse o para realizar actividades cotidianas.
- Mezclar u olvidar palabras comunes.
- Perderse al caminar en zonas conocidas.
- Hacer las mismas preguntas una y otra vez.
- Cualquier otro síntoma que interfiera en la capacidad para llevar a cabo la rutina de vida habitual.