//

Joker: perfil psicológico de un personaje que no deberíamos admirar

“Todd Phillips convirtió un icono de cómic en un drama de estudio neuropsicológico que refleja cómo la sociedad ve y trata los problemas de salud mental de ciertos individuos”, dijo de Joker el psiquiatra y experto en adicciones Valentin Skryabin, mientras que un artículo del hospital psiquiátrico McLean de Massachusetts la definía como “una película sobre la ‘enfermedad’ que todos llevamos dentro, incluida la experiencia de la carencia, la envidia, la rabia y las defensas maníacas y narcisistas contra ellas”.

A continuación, os trazamos el perfil psicológico de Arthur Fleck, el personaje interpretado por Joaquin Phoenix en Joker que este octubre vuelve a la gran pantalla con Joker: Folie à Deux y os contamos qué dicen los psicólogos sobre la saga.

¿Qué enfermedad mental tiene el Joker?

Cartel de la segunda parte de 'Joker' - Depositphotos
Cartel de la segunda parte de ‘Joker’ – Depositphotos

“Tal vaguedad diagnóstica ayuda a crear un personaje más cercano que refleja la carga de cualquier trastorno mental; pero para el profesional de la salud mental puede ser confuso y dejar la impresión de que se han mezclado diferentes trastornos neurológicos y mentales”. Así se refiere Skryabin a esta doble vertiente de Joker, como producto cinematográfico y como análisis de la enfermedad mental.

Y es que son varios los profesionales de la salud mental que han elaborado el perfil psicológico de Arthur Fleck debatiendo sobre sus posibles trastornos ya que en ningún momento de la primera película se concretan todos ellos, aunque se sabe que acude a un terapeuta y sigue un tratamiento:

  • Síndrome pseudobulbar. “Arthur Fleck claramente tenía un diagnóstico de afecto pseudobulbar: episodios incontrolables de llanto y risa, que empeoraban con cualquier contenido emocional”, dicen los psiquiatras David Puder y Hans von Walter en este artículo.
  • Trastorno de personalidad narcisista. Para Skryabin cumple los criterios del DSM-5 sobre este trastorno por el cual los pacientes tienen un aire irrazonable de superioridad.
  • Psicopatía y sociopatía. Puder y Von Walter consideran que el Joker de Todd Phillips no puede ser categorizado como psicópata o sociópata al contrario que el Joker interpretado por Heath Ledger en Batman: El caballero oscuro. Son perfiles diferentes. A Arthur Fleck “no le falta empatía, quería conexión más que cualquier otra cosa, pero parecía distante de obtenerla, probablemente debido a su profunda depresión subyacente, afecto pseudobulbar, una lesión cerebral traumática y deficientes habilidades sociales”. Sin embargo, el Joker de Ledger carece de empatía y se vanagloria de ser “un agente del caos” mostrándose muy cercano a la sociopatía.
  • Esquizofrenia paranoide. Fleck muestra delirios a lo largo de la película, haciendo dudar al espectador sobre lo que es real y no lo es. En este artículo, el famoso criminólogo Scott Bonn señala que se podría decir que los sentimientos de persecución de Fleck y sus delirios son compatibles con el trastorno mental conocido como esquizofrenia paranoide.
  • Depresión crónica o distimia. “Sabemos que tuvo una lesión cerebral traumática y un trauma infantil posterior, que junto con su dinámica con su madre llevaron a una depresión crónica. Sin embargo, los pacientes deprimidos no son más violentos que la población general”.

Finalmente, Puder y Von Walter descartan que el personaje interpretado por Joaquin Phoenix tenga otros trastornos como Asperger, autismo o trastorno bipolar.

¿Qué dicen los psiquiatras y psicólogos sobre el Joker?

Chico pintado como Joker - Unsplash
Chico pintado como Joker – Unsplash

“Las enfermedades mentales graves, como las psicóticas, siguen estando estigmatizadas y se las malinterpreta constantemente (…) Las representaciones de las enfermedades mentales en el cine pueden perpetuar estereotipos infundados y difundir información errónea”, señalaron en The Guardian dos expertas en salud mental sobre Joker.

Este artículo del periodista Charles Soffell para Marymount University también fue especialmente crítico con el modo en el que la película de Todd Phillips y la industria cinematográfica en general aborda la enfermedad mental: “La industria cinematográfica ha creado muchos estigmas sobre los enfermos mentales (…) además, podemos ver que el estigma más utilizado de los enfermos mentales es el del tipo violento”.

Soffell acude a una serie de estudios como este sobre la relación entre el cine y la percepción de las enfermedades mentales para certificar este sesgo generado sobre esta clase de enfermedades: “Se descubrió que cuanto más veían la televisión (a personas con trastornos), peor era su conocimiento sobre la esquizofrenia y el trastorno obsesivo-compulsivo”.

Además, Soffell advierte que “las personas con trastornos graves de salud mental tienen hasta diez veces más probabilidades de ser víctimas de un acto violento que alguien que no tiene un problema de salud mental”: es decir, es mucho más probable que sean víctimas que criminales.

Así, Soffell subraya que la película se decanta por la vertiente trágica porque la sociedad “da la espalda” a Arthur Fleck, pero, “¿qué hubiera pasado si Arthur tuviera un entorno de trabajo que lo apoyara y le brindara la oportunidad de tener éxito en lugar de echarlo y atormentarlo, si hubiera recibido un tratamiento médico adecuado? ¿Se habría convertido en el Joker?“.

En este sentido, el artículo de Marymount University se decanta por esta conclusión para la película: “nosotros, como sociedad, podemos ayudar si escuchamos y no damos la espalda a quienes lo necesitan”.

No obstante, otros profesionales sí celebraron el enfoque de la película como el psicólogo y criminólogo Adrian Raine que la describió como “una gran herramienta educativa“, asegurando que planeaba presentar fragmentos de la misma en sus clases.

Así mismo, el ya citado Scott Bonn relativiza todos estos análisis recordando que estamos hablando de una película: el análisis del perfil psicológico del Joker es solo “una conjetura académica” ya que “no es real y está sujeto a interpretación”, asegurando que usar el conocimiento científico para comprender mejor a un personaje icónico de ficción y criminal es “un ejercicio divertido y educativo”.

¿Por qué nos seduce el Joker?: Empatía y la sombra de Jung

Hombre pintado como Joker - Pexels
Hombre pintado como Joker – Pexels

“Lo peor de tener una enfermedad mental es que la gente espera que te comportes como si no la tuvieras”. Aún no teniendo una enfermedad mental es casi imposible no empatizar con alguien que pone el dedo en la llaga con esta ya icónica frase.

Y es que muchos espectadores del Joker de Joaquin Phoenix empatizaron con su personaje por su deseo de triunfar en su profesión pese a encontrarse con todo en contra. Tal vez sea un cierto cliché cinematográfico como señala en su artículo Skryabin: el personaje que “no ha tenido suficiente amor” por lo que termina explotando de forma violenta tras años de sufrimiento.

En este sentido, para Skryabin su enfermedad mental actúa como nexo para conectar todos los demás factores estresantes de su personalidad, por lo que reducir todas las acciones de Arthur a sus problemas de salud mental “es extremadamente simplista”.

De cualquier forma, más allá de su debatido problema de salud mental, hay algo más que seduce del personaje: Arthur Fleck termina por dar el poder de su destino a la “sombra” que lleva dentro, naciendo el Joker.

Esa sombra se vincularía con el concepto de Jung: “La figura de la sombra personifica todo lo que el sujeto no reconoce y lo que, sin embargo, una y otra vez le fuerza, directa o indirectamente, así por ejemplo, rasgos de carácter de valor inferior y demás tendencias irreconciliables”.

Mujer maquillada como Joker - Pexels
Mujer maquillada como Joker – Pexels

Y ya lo dicen varios de los profesionales que han aparecido en este artículo: todos tenemos un “cableado interno” que nos puede conducir a la violencia si permitimos que la sombra tome el poder, si se “cruza el cable”, como también concluyó Milgram en su famoso experimento, aunque “aquello” fue un “cruce de cables social”, que requiere una análisis mucho más complejo.

De cualquier forma, es evidente que resulta seductor dejar salir a la sombra puesto que todos tenemos, en mayor o menosr medida, razones para rebelarnos contra algo que consideramos injusto, o todos nos hemos sentido “víctimas” de un modo u otro en algún momento de nuestras vidas.

Efectivamente, el visionado de una película violenta tiene sus riesgos, pero seguro que somos capaces de diferenciar la realidad de la ficción. Y pese a que como dice Skryabin “Joker corre el riesgo de ser percibida como una glorificación de lo que un solitario enojado y perturbado es capaz de lograr convirtiendo a un arquetipo de hombre violento en una figura heroica”, sabemos que dar poder absoluto a nuestra sombra es el principio del fin porque la violencia solo engendra violencia en una espiral inacabable. Es de primero de ética, ¿verdad?



Dejar una respuesta

Your email address will not be published.