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Flow: la teoría que mejor explicó el origen de la felicidad

Si entendemos la felicidad como un estado transitorio y no como una situación permanente, no cabe duda de que la teoría del flow es una de las más interesantes y efectivamente aplicables. Porque seguro que estás cansado de escuchar todo tipo de teorías más o menos sospechosas sobre el origen y el secreto de la felicidad, pero la teoría del flow o flujo, cuando menos, ofrece un planteamiento sencillo y natural. Y no promete milagros.  

A continuación, indagamos en el pensamiento del psicólogo estadounidense de origen húngaro Mihály Csíkszentmihályi ofreciendo las claves de la teoría del flow, una de las que mejor ha explicado el origen de la felicidad. 

¿Qué es la teoría del flow? 

Varias personas ante un cartel de "flow" - Fuente: Pexels
Varias personas ante un cartel de “flow” – Fuente: Pexels

La teoría del flow gira en torno a un estado mental operativo en el cual el individuo está completamente inmerso en la actividad que ejecuta. ¿Alguna vez has sentido como si “fluyeras” mientras realizas una actividad más o menos placentera? Sin pensar, sin reflexionar, tan solo dejándote llevar por tus propias habilidades para ejecutar una actividad que te resulta agradable, estimulante y productiva. Ese es el flow

Puede que lo hayas vivido tocando la guitarra, cocinando, escribiendo, montando en bicicleta, cosiendo o montando un mueble. Pero no se trata tan solo de estar “concentrado” en algo, aunque la concentración sea un elemento básico del flow: es una suerte de concentración absoluta… y feliz en la que el tiempo dejar de existir o “vuela” como nos gusta decir.  

Csíkszentmihályi lo definía así: “un estado subjetivo que las personas reportan cuando están completamente involucradas en algo hasta el punto de olvidar el tiempo, la fatiga y todo lo demás… excepto la actividad misma”. ¿A que vives situaciones así a menudo? Pues ese es el origen de la felicidad… según Csíkszentmihályi.  

Csíkszentmihályi y la felicidad 

Industria de la felicidad
“Happiness” (felicidad) escrito en una acera – Fuente: Unsplash

Con una infancia y juventud muy complicadas en una época crítica en Europa, la vida de Csíkszentmihályi (1934 – 2021) dio un vuelco cuando durante un viaje a Suiza asiste a una conferencia de Carl Jung. Es entonces cuando decide estudiar psicología.  

Inspirado por el intelectual suizo y por sus propias experiencias de juventud, Csíkszentmihályi enfoca su carrera hacia la psicología positiva hasta llegar a la teoría del flow. Csíkszentmihályi explica que durante la II Guerra Mundial estuvo en un campo de prisioneros italianos donde descubrió cómo algunos de ellos jugaban al ajedrez “olvidando aquello que sucedía a su alrededor”. Fue el germen de su teoría. 

Un tiempo después, ya en Estados Unidos, comenzó a organizar su estudio de ese estado de flujo entrevistando a deportistas, músicos y artistas para tratar de entender qué sentían en el momento de alcanzar el máximo rendimiento en su actividad.

Csíkszentmihályi lo llamo estado de flow porque la mayoría de las personas que entrevistó describieron esos estados óptimos como momentos en los que la actividad fluía sin esfuerzo: “la experiencia es tan placentera que deja de ser relevante el objetivo o lo que se obtiene a cambio, simplemente se hace por el propio placer de hacerlo”. 

¿Qué le sucede a tu cerebro con el estado de flow? 

cerebro
Una representación del cerebro – Fuente: Pxhere

Las teorías de Csíkszentmihályi han tenido gran repercusión en los últimos años tanto en la psicología positiva como el mercado de los libros de autoayuda. Pero también ha despertado el interés de la educación o de la neurociencia. Por ejemplo, este estudio de la Universidad Americana de Beirut en el Líbano ha indagado sobre los mecanismos neurocognitivos que subyacen a la experiencia de flujo

Las conclusiones del mismo ligan con la sensación que vive un individuo en estado de flow cuando señala que “deja de pensar”: “un prerrequisito necesario para la experiencia del flujo es un estado de hipofrontalidad transitoria que permita la supresión temporal de las capacidades analíticas y metaconscientes del sistema explícito”. 

Arne Dietrich, responsable del estudio y experto en el análisis cognitivo de la creatividad, explica la distinción del sistema explícito y el sistema implícito del procesamiento cerebral, siendo el primero asociado con las funciones cognitivas del lóbulo frontal y las estructuras del lóbulo temporal medial, el cual ha evolucionado para aumentar la flexibilidad cognitiva. Por su parte, el sistema implícito está asociado con el conocimiento basado en habilidades apoyado principalmente por los ganglios basales teniendo la ventaja de ser más eficiente.

Del análisis de esta compensación flexibilidad/eficiencia surge una tesis que identifica el estado de flow como un período durante el cual una habilidad altamente practicada que está representada en la base del conocimiento del sistema implícito se implementa sin interferencia del sistema explícito, suprimiendo temporalmente las capacidades analíticas y metaconsicentes del sistema explícito. 

Es decir, nuestro elevado grado de experiencia en el desarrollo de cierta actividad nos permite actuar sin pensar (conscientemente), tan solo dejándonos fluir en el propio placer de desarrollar una actividad que dominamos, en la que somos productivos y que nos resulta agradable.  

Así que ese estado de flow que sientes cuando desarrollas una actividad que dominas y te gusta se explica por la capacidad que tiene tu cerebro para “apagar” la vertiente analítica dejando tan solo encendido, y al máximo rendimiento, la vertiente creativa.  

¿Cómo lograr el estado de flow y ser feliz (momentáneamente)? 

Una mujer pintando - Fuente: Pexels
Una mujer pintando – Fuente: Pexels

Como habrás entendido, el estado de flow no promete una felicidad perpetua, no es esa clase de “teorías” milagrosas. Lo que Csíkszentmihályi ha hecho ha sido explicar desde un punto de vista psicológico un estado natural del ser humano que se produce cuando desarrolla una actividad creativa agradable y alcanza un alto grado de eficiencia: tal vez el mejor exponente de lo que conocemos como autorrealización

Ahora bien, si entendemos los mecanismos neurocognitivos del estado de flow y a eso añadimos algunos “trucos” rutinarios, podremos sentir más a menudo esa experiencia de plenitud (o felicidad). Para empezar, y tal como indica este texto de Jeanne Nakamura y el propio Csíkszentmihályi debes evitar a toda costa las distracciones.  

Y es que el mayor enemigo del estado de flow son los “ladrones de tiempo”. Por ejemplo, si tienes un ojo en Twitter o en Netflix va a ser difícil que alcances el estado de flow: tal vez te entretengas o te “olvides” del tiempo, pero eso no es exactamente el estado de flujo, es otra cosa.  

Tu hijo de seis años, tu jefe o el interminable ladrido del perro del vecino también pueden ser “obstáculos” del estado de flow, pero algunos son más inevitables que otros, como sabemos. 

Los ocho pasos del estado de flow 

Al margen de las distracciones, Csíkszentmihályi cita estas ocho facetas del estado de flow, refiriéndose tanto a los medios para lograrlo como a las consecuencias del mismo: 

  • Una completa concentración en la actividad
  • Claridad en los objetivos. No se pierde de vista el objetivo, aunque en nuestra opinión, cuando el estado de flow llega a su punto culminante, el objetivo de la actividad también se desvanece y solo está presente el propio placer de realizar la actividad sin que sea relevante la recompensa o la meta. 
  • Equilibrio entre desafío y habilidad. La actividad no debe ser ni muy sencilla ni muy complicada. En el primer caso tendemos al aburrimiento, en el segundo, puede surgir la ansiedad lo que conlleva que tenga que hacer acto de presencia la capacidad analítica, la reflexión… y se acabó el flow. Pero también es algo inevitable dependiendo de la actividad. 
  • La actividad debe ser intrínsecamente gratificante, es decir, no funciona con actividades en la que la recompensa es más relevante que la propia actividad. 
  • Una retroalimentación directa e inmediata. Los errores que surgen en la actividad se resuelven de forma natural apoyándose en la experiencia. 
  • Una distorsión del tiempo, como hemos visto: el tiempo “vuela” o dejar de importar. No miras el reloj, aunque te metan prisa: como dijo Miguel Ángel a Julio II, “la Capilla Sixtina estará acabada cuando termine”. Déjame a solas con mi flow, gracias. 
  • Un sentimiento de control absoluto sobre la actividad. Gracias a la experiencia y a la habilidad en el desarrollo de esa actividad, el individuo siente que nada escapa de su control, ni los errores propios de la misma.  
  • Una fusión de acción y conciencia. En los picos del flow, como dijo Csíkszentmihályi, el individuo puede llegar a sentir una especie de catarsis en la que acción y conciencia se fusionan. 


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