///

¿Estamos perdiendo capacidad de concentración?

Cuanto más disminuya nuestra capacidad de concentración “más difícil será reunir la energía personal y política para enfrentar las fuerzas que nos roban la atención”, para poner freno a “la tormenta perfecta de degradación cognitiva”. Los investigadores más catastrofistas, como el periodista Johann Hari, consideran nuestra (para ellos evidente) pérdida de capacidad de concentración una tragedia cognitiva de consecuencias imprevisibles, comparándola con la crisis climática o la crisis de obesidad.

En el otro lado del frente, los más escépticos e imperturbables, como Edmund Sonuga-Barke, codirector del Centro de Estudios de la Atención del King’s College de Londres: “La tecnología ha creado más distracciones y ha reducido la necesidad, y quizás la disposición, de las personas a realizar tareas largas y tediosas para lograr sus objetivos. Pero si esto afecta nuestra capacidad subyacente para concentrarnos es una hipótesis no probada“.

La batalla por captar nuestra atención…. y desconcentrarnos

Móvil en el trabajo - Depositphotos
Móvil en el trabajo – Depositphotos

Pero es el propio Centro de Estudios de la Atención del King’s College una de las muchas instituciones que ha ofrecido datos alarmantes sobre nuestra capacidad de prestar atención, nuestra capacidad de concentrarnos: Casi el 50% de los encuestados siente que su capacidad de atención es más reducida y un 47% considerado que el “pensamiento profundo” es cosa del pasado.

Unos datos que se vinculan a los que ha obtenido Gloria Mark, psicóloga, profesora universitaria de Informática y experta en atención que se ha convertido en una de las principales voces de alarma sobre la supuesta pérdida de capacidad de concentración humana.

Mark ha sido una de las expertas que más énfasis ha puesto en medir la atención, como explica en esta entrevista. Primero usaron cronómetros, para después usar “sofisticados métodos de registro informático”. Mark dice que en 2004, fecha en la que se iniciaron los estudios, la capacidad de atención media en cualquier pantalla era de dos minutos y medio de media. Ocho años más tarde descendió a 75 segundos. El promedio actual ha bajado a 45 segundos.

Un estudio presentado en Nature se alinea con estos datos de Mark concluyendo que el aumento de producción y consumo de contenido provoca un agotamiento de nuestra capacidad de atención. En este caso se trató de una medición “colectiva” a través de los hashtags de Twitter que pasaron de permanecer un promedio de 17,5 horas en 2013 a 11,9 horas en 2016.

La atención colectiva por un tema candente (o viral) cada vez dura menos tiempo. Esto puede tener su gracia cuando el tema viral es el meme de un gato, pero tiene menos gracia cuando se habla, por ejemplo, de un caso de corrupción política, los cuales cada vez aguantan menos en primer plano porque el consumidor de contenido “se aburre más rápido”… hasta de la guerra y de la corrupción.

Algo similar sucede en el trabajo, contexto en el que la capacidad de concentración es fundamental para la eficiencia y la productividad: “los resultados revelan una «tormenta perfecta» de distracciones digitales y de la vida real” señala un estudio de Insightful, que destaca que el 92% de los empleadores afirma que la falta de concentración es el problema número uno en el lugar de trabajo moderno. Por supuesto, Insightful se dedica a ofrecer soluciones para aumentar la productividad y la eficiencia en el trabajo.

Un movimiento por la atención para reclamar nuestras mentes

Mirando el móvil - Pixabay
Mirando el móvil – Pixabay

En este artículo de The Guardian, Johann Hari explica cómo comenzó a estudiar el impacto de las nuevas tecnologías en nuestra capacidad de concentración con una anécdota similar a la que muchos de nosotros hemos vivido: unos visitantes de un museo tan concentrados en sus dispositivos incapaces de mirar las “obras” que tenían delante (en este caso, la mansión de Elvis Presley).

Hari se propuso entonces dejar el móvil, alcanzar el flow tras hablar con su difusor, hasta que llegó a la conclusión de que el esfuerzo por “recuperar la mente” debía ser colectivo, comparándolo con el movimiento feminista.

James Williams, “el filósofo de la atención más importante del mundo occidental”, le hizo una curiosa analogía a Hari para ilustrar cómo la abstinencia individual no es la solución: “por la misma razón que llevar una máscara de gas dos días a la semana al aire libre no es la respuesta a la contaminación”.

Prometerse dejar de usar el móvil es “devolver la responsabilidad al individuo, cuando en realidad son los cambios ambientales los que realmente marcarán la diferencia”. Hari señala que la crisis de atención no solo se debe al mal uso (y diseño) de la tecnología, la causa más evidente: “desde los alimentos que comemos hasta el aire que respiramos, desde las horas que trabajamos hasta las horas que dejamos de dormir”.

¿Y qué pasa si perdemos nuestra capacidad de concentración?

Desconcentración - Depositphotos
Desconcentración – Depositphotos

El propio Hari desliza en su artículo que “algunos científicos dicen que estas preocupaciones sobre la atención son un pánico moral, comparable a las ansiedades del pasado sobre los cómics o la música rap, y que la evidencia es inestable”.

Efectivamente, no todos están de acuerdo con el apocalipsis de la concentración humana generada por la pérfida tecnología.

El Centro de Atención del King’s College es el más escéptico en este sentido, por ejemplo defendiendo los beneficios de la multitarea (a pesar de que los estudios también son muy escépticos sobre dichos beneficios, señalando que la mente y el cerebro no están diseñados para realizar múltiples tareas a la vez) o señalando, en base a su encuesta, que un 42% de los usuarios utilizan varias pantallas de forma positiva o que un 60% dice que tener múltiples fuentes de información instantánea a su alcance les ayuda a encontrar soluciones en el trabajo.

De cualquier forma, si es cierto que estamos perdiendo capacidad de concentración, en mayor o menor medida, ¿qué puede pasar?, ¿cuáles son las consecuencias? Teniendo en cuenta que la resolución de problemas complejos de toda índole requiere de concentración y no somos capaces de prestar atención (ni siquiera a nuestros propios problemas), ¿cómo solucionaremos los problemas del mundo?

Esto es lo que probablemente reclamen investigadores como Johann Hari con su “ansiedad por la atención”. Y es que si tú no eres capaz de concentrarte y aportar soluciones para resolver un dilema… alguien (que sí se pueda concentrar) lo hará por ti. Si no podemos prestar atención y concentrarnos, perdemos la voz y perdemos el voto.

Ya lo sugirió Simone de Beauvoir, que sintió el silencio del mundo cuando se hizo atea: no hay forma de pensar si todo a tu alrededor es un grito ensordecedor, solo acabando con el “ruido” del mundo podremos volver a concentrarnos y recuperar el control de nuestra mente.



Dejar una respuesta

Your email address will not be published.