A pesar de los incontables beneficios que tiene el apoyo social y la amistad en el bienestar médico y psicológico, el campo de la psiquiatría ha contribuido relativamente poco a aumentar el apoyo social para pacientes y personas en riesgo, como dice este artículo firmado por neurocientíficos de la Universidad de Yale, entre otros.
Y es que “el apoyo social positivo de alta calidad” puede mejorar la resiliencia al estrés, ayudar a proteger contra el desarrollo de psicopatologías relacionadas con el trauma y reducir (incluso) la morbilidad médica y mortalidad, como apunta este estudio.
Tan pernicioso puede ser al aislamiento social, incluso entre personas sanas, que este puede provocar la desintegración psicológica y física, e incluso la muerte: los adultos que están más conectados socialmente son más sanos y viven más que aquellos más aislados.
Tras leer todo esto, ¿aún tienes dudas de la importancia que tiene la amistad, también en la adultez? No, la amistad no es solo cosa de niños y adolescentes. Sin embargo, cuando llegamos a determinada edad, la responsabilidad laboral y familiar y nuestro ritmo de vida, además de una cierta resistencia al cambio y a la novedad, impide que conozcamos gente nueva pudiendo establecer nuevas amistades.
La psicóloga sanitaria Sara del Pie, especializada en intervención individual a adultos y en la intervención individual y grupal con personas diagnosticadas de enfermedad mental en la Comunidad de Madrid, nos ayuda a establecer una serie de pasos para abrirnos a conocer gente nueva siendo adultos.
¿Quieres conocer gente? Sigue estos pasos:
“El proceso de buscar amigos, aunque puede ser emocionante para algunas personas, también supone un proceso desafiante y angustioso desde un punto de vista psicológico” afirma Sara del Pie. Y es que cuando llegamos a determinadas edades nos hemos cubierto de una suerte de coraza social autodefensiva que se va configurando a partir de la adolescencia.
Y esa es una de las razones por las que nos resulta un poco más difícil hacer nuevos amigos que a tu hijo cuando va al parque: “Hola, ¿quieres ser mi amigo?”. Y a jugar. ¡Qué reacción puramente humana más bonita! ¿A que sí?
Pero el entrañable humano adulto es un poco más enrevesado, tiene muchos factores más en cuenta, demasiados, sin olvidarnos del ego, uno de los principales obstáculos que nos impide abrirnos hacia otra gente fuera de nuestro círculo más íntimo.
Y la vergüenza, por supuesto, ante la que solemos reaccionar a la defensiva diciendo que, o bien “yo tengo muchos amigos”, o bien “yo ya no necesito amigos”. Pero nadie tiene suficientes amigos (de verdad) y nadie es tan autosuficiente como para no necesitar ninguna clase de apoyo social, como hemos visto.
“A lo largo de la vida, las relaciones de amistad evolucionan y cambian, con el tiempo, los círculos sociales tienden a volverse más constantes, resultando difícil abrirse a nuevas amistades”, señala, en este sentido, Sara del Pie, siendo esos “pensamientos y emociones negativas” que debemos identificar la fase inicial para romper la primera barrera que nos impide abrirnos a conocer gente nueva.
Identifica tus pensamientos negativos y emociones
“En muchas ocasiones, nuestra mente comienza a hostigarnos con pensamientos negativos que boicotean cualquier intento de poder iniciar una relación social, antes incluso de poder salir de casa”.
Y lo primero para abrirnos a conocer gente nueva, es una actitud positiva, que admita, por otro lado, que es normal sentir esta clase de emociones y dudas ante una situación que es, hasta cierto punto, un desafío a nuestro ego, como decíamos más arriba.
Y es que, “sentir miedo, ansiedad, temor a ser rechazado o a estar fuera de lugar, son pensamientos muy habituales”, por lo que “identificarlos es el primer paso para hacerles frente”.
Asume la incertidumbre
“¿Qué pasará?”, nos podemos preguntar. Y nos entran las dudas. De alguna forma, nos podemos ver como ese niño que llega a un parque nuevo en busca de amigos.
Tal vez, en un primer momento, nos sintamos indefensos, porque “el encuentro con personas desconocidas siempre implica incertidumbre o temor”. Pero Sara del Pie aconseja no interpretar esta clase de encuentros sociales “como un contratiempo, sino como una oportunidad”.
Fortalece tu autoestima
“Tener una autoimagen positiva, quererse, conocer nuestras cualidades y valías ayuda a establecer relaciones sociales más positivas, encontrarnos más tranquilos en situaciones sociales, poder disfrutarlas más”.
Y es que los primeros pasos para hacer amigos, efectivamente, son salir de casa a buscarlos y tener esa actitud positiva para identificar nuestros pensamientos negativos, pero no son los únicos. Para hacer frente a esa sensación (casi infantil) de indefensión ante lo “desconocido”, debemos también aprovechar nuestros recursos de “adulto”. Al fin y al cabo, todos tenemos algo que ofrecer a los demás. Y no es la primera vez que hacemos amigos, ¿verdad?
¡Ojo con tus expectativas!
La psicóloga Sara del Pie pone el foco en uno de los aspectos más decisivos a la hora de abrirse a conocer gente nueva: las expectativas que, a menudo, son tan altas —como cuando buscamos pareja a determinada edad y salimos de casa con una infinita lista requisitos— que nos podemos llevar una importante decepción.
“Seguramente tras un primer contacto social no hayas encontrado a un íntimo amigo, pero seguramente sí hayas podido mantener una conversación interesante, haber encontrado a alguien con el mismo hobby que tú o simplemente haber pasado un tiempo agradable. Poder establecer metas realistas ayudará también a ganar confianza y continuar cultivando las relaciones sociales”.
Es decir, no creas que en tu primer contacto social más allá de tu círculo íntimo vas a lograr tejer una nueva red social: lleva tiempo, esfuerzo, decepciones… y rechazo.
Acepta la posibilidad de rechazo
Nunca es plato de buen gusto ser rechazado, aunque este rechazo sea muy sutil, como el que se suele producir en los encuentros sociales entre adultos. Nadie te va a decir “no quiero ser tu amigo”, pero es posible que lo sugiera… por mil razones personales que pueda tener.
Pero como dice Sara del Pie, no hay que rasgarse las vestiduras, precisamente por eso somos adultos, o se supone que lo somos, porque hemos aprendido a tolerar el rechazo, que “no es desprecio a tu valía personal, sólo indica que debes continuar buscando a personas más afines a ti”.
Así como el amor no es, ni mucho menos, un sentimiento recíproco, como todos hemos comprobado más de una vez en la vida, la amistad tampoco lo es. Pues a seguir buscando, no pasa nada.
Practica tus habilidades sociales
Por último, Sara del Pie nos da unos consejos sobre cómo afrontar a nivel práctico esos encuentros sociales, practicando las habilidades sociales. Ya lo comentamos a la hora de ofreceros algunas green flags para una relación saludable: si quieres que te escuchen, aprende a escuchar.
Así que el último paso para abrirte de verdad a conocer gente nueva es (realmente) tratar de conocerla, porque la amistad, como el amor, es una relación interpersonal y, por lo tanto, bidireccional: “mira a los ojos, sonríe, escucha a las personas que están contigo, pregunta de forma genuina”.
Si muestras interés real por la otra persona, si te interesa conocer más sobre su vida, a buen seguro que ella responderá de la misma manera, preguntándote e interesándose por ti. Y así es como se comienza a tejer esa red social de apoyo mutuo que es la mejor garantía de salud mental y bienestar social.