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Zapatero se erige en adalid de la convivencia frente al PP

El presidente del Gobierno responde a la derecha con un nuevo llamamiento de unidad ante el terrorismo

G. LÓPEZ ALBA

Hace tiempo que el Comité Federal del PSOE, máximo órgano del partido entre congresos, se convirtió en una mera caja de resonancia del liderazgo absoluto que ejerce José Luis Rodríguez Zapatero. A falta de debate político, los dirigentes regionales hablan pensando en la reverberación que sus palabras tendrán en sus respectivos territorios. Ayer no fue la excepción. Más bien, la certificación.

Con los notables en actitud de absentismo, ni siquiera se salió de la pauta el madrileño José Acosta, el único que animaba las reuniones desde la marcha de Maragall. Acosta, que tenía intención de despedirse con un discurso crítico, acabó por guardarlo en el cajón. No es seguro aún que no vuelva a ser diputado y sus amigos le convencieron de que no se compadecería con su trayectoria de 'patriota de partido' ni es momento para discursos amargos.

Munición electoral

Con los tambores electorales redoblando, es tiempo para aprovisionarse de 'munición argumental'. Eso fue lo que Zapatero proporcionó ayer a las huestes socialistas con un prolijo balance de la gestión del Gobierno, que desmenuzó sin papeles durante una hora y media.

El líder del PSOE, que esta semana será proclamado candidato presidencial por segunda vez, se presentó como adalid de 'la convivencia democrática' -'entre nosotros y para mostrarnos así al mundo'- frente a 'la exageración de una pretendida superioridad' que identificó como ADN de la derecha española.

Zapatero sostuvo que la 'convivencia democrática' como seña de identidad y pauta de comportamiento, que tiene sus fundamentos en el diálogo y el respeto, vale lo mismo para crear empleo que para liberar a los españoles detenidos en el Chad, tanto para normalizar las relaciones con Venezuela como para garantizar la seguridad de los ciudadanos.

Si el PP abrió el viernes su Conferencia Política aferrándose de nuevo a ETA, Zapatero respondió a esta nueva ofensiva apelando de nuevo a la unidad frente al terrorismo. 'Adquiero en nombre del PSOE el compromiso solemne de que nunca más el terror sea usado en el combate político', proclamó. Este compromiso debiera ser, según subrayó, la 'lección esencial' a extraer del 11-M. 'Pasemos página', propuso.

La página, sin embargo, quedó ayer donde estaba. Las declaraciones del líder de las juventudes del PP, Ignacio Uriarte, quien dijo que 'si el PSOE no hubiera llegado al poder en 2004, hoy podríamos estar hablando el fin de ETA', volvieron a provocar la indignación de los socialistas. José Blanco tachó estas palabras de 'miserables' y el secretario general del PSE, Patxi López, calificó de 'irresponsable e indecente' el comportamiento de los conservadores.

La resolución política aprobada por el Comité Federal, ultimada tras los discursos de Zaplana y Mayor Oreja, acusa al PP de anteponer su 'ambición electoral' al interés general de 'la imprescindible unidad frente a los enemigos de todos los demócratas'.

Ausencia de autocrítica

Si el discurso de Zapatero estuvo exento de toda autocrítica -salvo la ya conocida por los problemas ferroviarios en Catalunya-, tampoco ningún dirigente sacó a colación las alarmas económicas, la crisis de relaciones con Venezuela o el por qué no se ha logrado un despegue electoral.

Sólo Ramón Jáuregui abordó las relaciones con Latinoamérica para reclamar 'responsabilidad de país' a las empresas que operan en ese continente y sólo José María Barreda propuso reivindicar la Constitución para neutralizar la lucha de símbolos que instiga el PP.

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