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Yolanda Díaz aclarará su futuro político tras 268 días de escucha y con el reto de incluir a Podemos

El domingo 2 de abril la vicepresidenta anunciará su decisión sobre si ser o no candidata a presidenta del Gobierno. 

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La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, durante un acto de Sumar en Sevilla. Imagen de archivo. — Raúl Caro / EFE

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La distancia que separa Matadero Madrid (donde Yolanda Díaz dio el pistoletazo de salida a su proceso de escucha) del polideportivo Magariños (en la misma ciudad, donde Díaz tiene previsto hacer el anuncio sobre su futuro político) es de apenas seis kilómetros. Sin embargo, el rodeo que ha dado la ministra de Trabajo le ha llevado más de 250 días y miles de kilómetros recorridos por todo el Estado.

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Díaz arrancó en julio de 2022 su proceso de escucha con "ilusión", con cierto vértigo y con el síndrome del escritor que se encuentra ante el folio en blanco sin saber si unas horas después tendrá entre sus manos una gran lectura o un papel arrugado cuyo único destino es la basura. Más de ocho meses después, la vicepresidenta sabe algunas cosas más y tiene algunas certezas, pero el camino le ha generado también nuevas dudas.

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En su equipo trasladan que la ministra de Trabajo está "muy sorprendida" de la acogida de su proyecto, Sumar, y de todo lo relacionado con el proceso de escucha. "Si de algo sabe Yolanda Díaz es de poner a la gente a trabajar, y se ha encontrado con muchas personas, sociedad civil, que tienen ganas de participar, de aportar y de conocer en qué se va a traducir todo esto", aseguran.

Este es uno de los factores que más peso tendrá en su decisión de ser o no candidata a la Presidencia del Gobierno en las próximas elecciones generales, previstas, en principio, para diciembre. La vicepresidenta se fijó el objetivo de tomar el pulso ciudadano y ha encontrado signos vitales de sobra en un contexto de desencanto de la gente con la política; cosa distinta es la traducción electoral de este fenómeno o hasta qué punto pueden sentarse bases sólidas de un proyecto que aspira a ser protagonista en la próxima década.

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En su largo recorrido de Matadero a Magariños, Díaz también se ha visto obligada a cambiar y a afrontar distintas fases. Comenzó su andadura tratando de desligarse de procesos orgánicos y partidistas, y del ruido que a su juicio generaban, con el fin de dotarse del barniz ciudadano que diferencia a un proyecto político de un partido más. Se volcó en la conformación de 35 grupos de trabajo que han elaborado el programa político que guiará Sumar, el "nuevo contrato social" que prometió en su primer discurso, el de Matadero, y cuya elaboración ya está en su recta final (habiendo recabado miles de aportaciones, según destacan desde Sumar).

Sin embargo, esta hoja de ruta alejada de la organicidad, entre otras circunstancias (como el acto de la vicepresidenta con Ada Colau, Mónica García, Mónica Oltra y Fátima Hamed, en el que no participaron ni Ione Belarra ni Irene Montero) ha terminado por alejar a Díaz de Podemos, la formación que con los números actuales (los de las últimas elecciones) se revela como uno de los ejes fundamentales de la izquierda, el partido más fuerte del espacio conocido como Unidas Podemos.

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Una faceta desconocida de Díaz en la moción de censura

Los de Belarra pasaron de una sintonía que parecía total con Díaz (dos liderazgos femeninos y feministas que aspiraban a ensanchar el bloque de la izquierda) a no garantizar que pudiera ser su candidata en unas elecciones generales (deseo que siempre han expresado, pero que con el desarrollo de los acontecimientos dejó de ser una certeza para los dirigentes del partido).

En enero, la vicepresidenta encaró la organicidad que había rehuido los meses anteriores y comenzó a reunirse con los partidos (en especial con Podemos, trasladaron desde su equipo) para sentar las bases de una coalición electoral. Con un ojo puesto en el proceso de escucha ciudadano y en la elaboración del contrato social del siglo XXI, Díaz empezó a afrontar debates sobre siglas, listas, primarias y procesos de unidad que caracterizan cualquier negociación partidista para diseñar la hoja de ruta hacia un proceso electoral.

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En la actualidad, la alianza entre Podemos y Sumar, entre Belarra y Díaz, es una de las incógnitas que se ha generado desde que la vicepresidenta se bajó del escenario de Matadero. La formación morada ha pedido a la ministra de Trabajo una negociación bilateral para cerrar un acuerdo antes de que anuncie si se va a presentar a las elecciones, un requisito que consideran imprescindible para poder acudir y para "arroparla".

Sin embargo, en el equipo de la vicepresidenta dan por casi imposible esta posibilidad, por falta de tiempo material y porque formaciones como Compromís y Más País, que aspiran a formar parte de una coalición de izquierdas en las generales, rechazan cerrar un acuerdo antes de las autonómicas y municipales, un proceso en el que competirán con Podemos y con Izquierda Unida en varios territorios. Desde Sumar han enviado invitaciones a todos los partidos, colectivos, asociaciones y sindicatos, pero apenas han recibido respuestas y todavía es pronto para las confirmaciones definitivas (el acto se celebrará el 2 de abril).

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Más allá de la decisión que finalmente tome Díaz sobre su futuro, esta semana se podrá ver una nueva faceta suya que podría apuntar a un horizonte claro. La vicepresidenta intervendrá en la moción de censura de Vox y hablará, junto al presidente Pedro Sánchez, en nombre del Gobierno para defender el proyecto de país y la gestión del Ejecutivo de coalición. En 2020 Pablo Iglesias, entonces vicepresidente segundo, también intervino en la moción de censura de la ultraderecha.

El viaje de Matadero al polideportivo Magariños ha dado para cambiar por completo el escenario político, y el anuncio de Díaz el 2 de abril volverá a transformar de nuevo el tablero en el que la izquierda se juega su futuro.

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