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Los tentáculos de la censura cultural ultra se extienden tras el 28M

PP y Vox han retirado o pedido la cancelación de obras de teatro, películas y actuaciones musicales.

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"Se prohibirá la presentación de las perversiones sexuales como eje de la trama". Es indicativo de estos tiempos que cueste discernir si esta afirmación forma parte de una normativa franquista o es la justificación de Vox para pedir la censura de una obra de teatro en un municipio en el que ni siquiera forman parte del gobierno.

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Lo cierto es que forma parte de las normas de censura cinematográfica, publicadas en el BOE el 8 de marzo de 1963, una época del franquismo ya considerada "aperturista". Aunque coincide con las justificaciones de Vox para pedir que se censure La villana de Getafe de Lope de Vega en Getafe, obra que consideran una "perversión" por sus "insinuaciones sexuales".

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La censura cultural, algo que se creía abandonado en el pasado con el franquismo, vuelve a tener relevancia en aquellos municipios y comunidades gobernados por la ultraderecha o en coalición con el PP, e incluso en aquellos donde no gobiernan. Ha resultado que la formación que abogaba por la libertad y ponía el grito en el cielo por la dictadura "de lo políticamente correcto", "woke", la "cultura de la cancelación" y otros enemigos fantasma, ha sido la que ha comenzado a vetar contenidos culturales nada más aterrizar en concejalías y puestos de gobierno.

El cambio a un gobierno de PP y Vox supuso la suspensión de la obra Orlando, de Virginia Woolf, por parte de la Concejalía de Cultura de Valdemorillo (Madrid), ahora bajo el mando de la ultraderecha, porque "en la obra hay un hombre que se convierte en mujer". "Esta es una temática que no les parece bien", explicaba a Público el productor de la pieza, Pablo Huetos.

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Desde el Ayuntamiento del municipio madrileño lo achacaron a "una cuestión económica", aunque Huetos discrepa: "Ya está empezando a suceder lo mismo también con otras compañías por todo el país a raíz de los pactos de gobierno entre el PP y Vox y se va a acabar demostrando por sí solo que esto sí obedece a motivos ideológicos".

"Una vez es coincidencia, dos es casualidad y tres es la acción del enemigo", decía el actor y periodista británico Ian Fleming. Si el veto a la obra de teatro en Valdemorillo fuese un caso aislado, podría ser hasta razonable la justificación presupuestaria, pero se trata de una ficha de dominó dentro de una reacción en cadena. 

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En Santa Cruz de Bezana (Cantabria), el Ayuntamiento gobernado por PP y Vox ha censurado la proyección de la película Lightyear de su programación del cine de verano por incluir un beso entre dos personajes femeninos. Aquí no se trató de una cuestión presupuestaria, simplemente se sustituyó por otra cinta.

La concejala de Festejos del Ayuntamiento de Gijón, Sara Álvarez Rouco, de Vox, declaró en una entrevista radiofónica que "si se podía" se evitaría contratar artistas que se expresasen en asturiano. Unas declaraciones por las que tuvo que recular tras las protestas de artistas locales y la Academia de la Llingua.

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La concejala matizó que su formación está "a favor" de las tradiciones culturales asturianas y de "los diferentes bables" y su uso en libertad siempre que esta defensa "no se confunda" con un apoyo a la cooficialidad. 

Vox incluso trata de extender las garras de la censura cultural a municipios donde no gobierna. La formación ultraderechista pidió la censura de La villana de Getafe de Lope de Vega, que se representó en la ciudad madrileña homónima, donde gobierna el PSOE, el pasado 25 de junio. 

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Según la ultraderecha, la obra debe retirar sus "insinuaciones sexuales" y consideran la adaptación una "perversión" de la obra de teatro de Lope de Vega.

No solo es Vox: la censura del PP en solitario

Parece que las decisiones de censurar obras culturales suceden solo donde gobiernan el PP y Vox, pero la formación liderada por Alberto Núñez Feijóo también ha aplicado su propia agenda en otros municipios donde no cuenta con la ultraderecha a su lado. Aunque ha encontrado en la justificación presupuestaria otro gran aliado.

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En el Ayuntamiento de Briviesca, donde gobiernan con uno de los pocos concejales de Ciudadanos que quedan, el gobierno municipal ha cancelado la obra teatral El mar: visión de unos niños que no lo han visto nunca, inspirada en la historia del maestro republicano Antonio Benaiges. 

La función iba a representarse el próximo 15 de julio, pero el Ayuntamiento de Briviesca comunicó a la compañía artística la decisión de suspenderla tres semanas antes de la representación. El consistorio, por un lado, alegó razones económicas, aunque por otro, motivos técnicos y estructurales. "Ha sido más una cuestión técnica que política", justificaba el alcalde, José Solas.

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Aunque para el anterior alcalde de la localidad, el socialista Álvaro Morales, "ha sido una decisión netamente política", que además muestra que el PP "no valora ni la cultura ni la historia". 

Algo similar ha ocurrido en el Ayuntamiento de Palma, donde la obra Nua, programada para el próximo otoño, ha sido cancelada por "falta de presupuesto" para atender todos los compromisos heredados del anterior gobierno.

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La actriz Ann Perelló, coautora e intérprete de una pieza que aborda los trastornos de conducta alimentaria, ha criticado este lunes en redes sociales que el viernes el Ayuntamiento le comunicó que las tres funciones se cancelaban con el argumento de que "no es la línea de espectáculos que programarán". 

El concejal de Més per Palma y excoordinador de Cultura, Miquel Ángel Contreras, sí ha denunciado la "censura" que supone la decisión del nuevo equipo de gobierno municipal, del PP, además de subrayar que es normal dejar cerrada la programación cultural con meses de antelación. 

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Otros municipios, asociaciones de artistas y distribuidores culturales se han puesto en alerta ante la reciente oleada censora de PP y Vox en las concejalías de cultura que ocupan, debido al riesgo de que esta práctica se extienda a otros territorios y llegue a un nivel estatal si gobiernan tras las elecciones generales del 23J.

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