Señorías señoros
Pablo Iglesias
Madrugada del 7 de Julio de 2016, Pamplona, fiestas de San Fermín. Cinco tipejos asquerosos que se autodenominaban La Manada en sus grupos de WhatsApp, en los que presumen de violar a mujeres, violan y roban a una chica de 18 años en un portal.
La chica denuncia a los violadores pero la justicia navarra dice que no aprecia agresión sexual sino tan solo un abuso. Claro, no aprecian indicios de violencia o intimidación. Ya se sabe que si no te desgarran la vagina, si no te revientan a golpes, si no has cerrado bien las piernas, no hay agresión sexual, solo un abuso.
El juez Ricardo Javier González González, alias el señoro de la barba, hace un voto particular en el que dice no apreciar en los hechos ningún comportamiento constitutivo de delito sexual. Para el señoro de la barba (espero que no me condenen por calumnias por llamar señoro de la barba a un señor mayor con barba) ni la diferencia de edad, ni de complexión física entre los acusados y la denunciante, ni su diferente experiencia sexual (esto de la experiencia sexual se las trae; si eres puta se conoce que no te pueden violar), ni que ellos fuesen cinco y ella una sola, podían tomarse como elementos decisivos.
Y dice su señoría el señoro que "los procesados no conformaron de modo voluntario una situación de preeminencia sobre la denunciante, objetivamente apreciable". Y además su señoría el señoro dice que vio "un ambiente de jolgorio" en la violación.
Contra esta sentencia se manifestaron millares de mujeres y gracias a esas movilizaciones tenemos hoy la ley solo sí es sí. Ya no hace falta que te desgarren la vagina o que te revienten a golpes para que un tribunal reconozca que hay una agresión sexual.
Pero la derecha judicial está muy dolida y han comenzado a hacer lo mismo que hicieron con la ley de violencia de género del Gobierno de Zapatero. Entonces hubo hasta 200 cuestiones de inconstitucionalidad y aumentaron en un 160% los sobreseimientos. Vamos, que sus señorías los señoros dejaban a los agresores irse de rositas. Ahora, una minoría de jueces señoros, ignora los agravantes por parentesco y superioridad que contempla la ley y rebajan las penas de los violadores. Que importa favorecer a los violadores si así pueden vengarse de las feministas y del ministerio de igualdad.
Y tras semanas de una asquerosa presión de las derechas judicial y mediática, al PSOE y Pedro Sánchez que dijeron que esta ley era lo mejor que ha hecho el gobierno, les vuelven a temblar las piernas y quieren volver al código penal que hizo posible la sentencia y el voto particular de la manada. El problema no es que las mujeres no cierren las piernas cuando las violan. El problema es cuando a los que deberían defenderlas, les tiemblan las suyas.
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