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Rajoy despreció la "vía vasca" que llevó al final de ETA ante el asombro de los mediadores por su inacción

Expertos internacionales que trabajaron en el "proceso de construcción de paz" en Euskadi buscaron sin éxito que hubiese canales de comunicación con La Moncloa. "Fue absolutamente sorprendente", recuerdan desde el Foro Social.

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El expresidente Mariano Rajoy durante una conferencia ofrecida en septiembre de 2020 en A Coruña. — M. Dylan / EUROPA PRESS

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Ni diálogo, ni puerta abierta. Cuando el profesor uruguayo-israelí Alberto Spektorowski rememora su participación en el grupo de mediadores internacionales que facilitó el final de ETA, le vienen recuerdos y flashes de lo que se logró, pero también de lo que resultó sencillamente imposible. Abrir canales de comunicación con el Gobierno de Mariano Rajoy entra en esa última categoría.  

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"Nosotros esperábamos tener una relación con el Gobierno español", dice Spektorowski, quien había asesorado al excanciller israelí Shlomo Ben Ami en las conversaciones de paz de Camp David en 2000. Cuando unos diez años después se involucró en el caso vasco, comprobó que aquí no habría forma de involucrar al Ejecutivo del PP. "Entonces –continúa el mediador al otro lado del teléfono– tuvimos que resolverlo de la forma que se podía".

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La Conferencia Internacional de Aiete, celebrada el 17 de octubre de 2011 en Donostia, sirvió de antesala al anuncio de "cese definitivo de la actividad armada" por parte de ETA, producido tres días después. En ese momento, el Gobierno de España estaba a cargo de José Luis Rodríguez Zapatero. Exactamente un mes más tarde, el PP se imponía en las elecciones generales del 20 de noviembre y pasaba a gobernar con mayoría absoluta. Mariano Rajoy Brey, exministro del Interior con José María Aznar, era el nuevo presidente.

"En un principio pensábamos que podíamos organizar algo para hablar con el Estado español, pero como después de la Conferencia de Aiete llegó el PP al Gobierno, no había nada de que hablar", afirma Spektorowski, quien admite que el cambio de Ejecutivo registrado entonces trajo una "cerrazón absoluta".  

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El desarme de ETA llegó en abril de 2017; su anuncio de disolución se produjo 13 meses después, en mayo de 2018. Durante esos agitados meses, la puerta del Gobierno del PP siguió cerrada a cal y canto.

Mediadores civiles del proceso de desarme custodian uno de los ocho zulos entregados por ETA en suelo del País Vasco francés en abril de 2017. — EFE

Spektorowski destaca en tal sentido que este proceso fue absolutamente "unilateral", ya que "no había un Estado con el que hablar". "No era exactamente lo que nosotros vislumbrábamos al principio. De todas formas, logramos algo que de cualquier forma es bueno: si pudimos colaborar en ese proceso para que se acabase la violencia, mucho mejor", señaló el experto a Público en los días previos a un nuevo viaje a Donostia para participar en unas jornadas dedicadas a conmemorar, precisamente, estos diez años de la Conferencia de Aiete.

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Bloqueos múltiples del Gobierno del PP

Agus Hernan, portavoz del Foro Social Permanente –una plataforma civil creada para trabajar en la resolución del conflicto–, remarca precisamente que esa "unilateralidad" acabó convirtiéndose en "una característica del caso vasco", marcado en todo momento por "una situación de bloqueos múltiples con el Gobierno de Rajoy como actor fundamental".

En esa línea, Hernan recuerda que "las diferentes iniciativas de desarme no encontraban receptividad, lo que llevó a plantear el modelo de desarme civil". "Esa bola de billar permitió después otros movimientos", destaca en alusión a la disolución de ETA y, ya bajo el Gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos, al "cambio importante" que implica el fin de la política penitenciaria de excepción, que deja de estar marcada por el alejamiento y la dispersión. 

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"Forma de mosaico"

Con ese recorrido sobre la mesa, Maider Maraña, directora de la fundación Baketik, dibuja el proceso vasco "en forma de mosaico". "Frente a una falta de acción centralista, hubo muchísimos movimientos sociales, políticos y de la sociedad civil que fueron generando incluso pequeños gestos desde un principio", subraya. "Cuando podamos estudiar este proceso serenamente –agregó–, tendremos que plantearnos la idea de multiactor". Rajoy no aparecerá en los créditos. 

 

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