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Rajoy gana las elecciones y se arroga "el derecho a gobernar" España

El presidente fue el primer sorprendido por los resultados del PP, que aumentó catorce escaños respecto al 20-D. Cuando estiró el discurso en Génova sin entrar al trapo, sus colegas debieron advertirle de que había quedado primero en las urnas. Ahora necesita el apoyo o la abstención del PSOE, que evitó el ‘sorpasso’ de Podemos, para ser investido.

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Mariano Rajoy, junto a su mujer, Elvira Fernández, y a María Dolores de Cospedal. / JAVIER LIZÓN (EFE)

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MADRID.- Ni el propio Mariano Rajoy, nervioso tras las primeras israelitas, se imaginaba que esta noche botaría con tanto entusiasmo en el balcón de Génova 13. El líder del Partido Popular, vencedor de las elecciones generales, también habría celebrado una victoria pírrica aunque el número de escaños fuese escuálido respecto a aquellos maravillosos años, pues la primera posición estaba cantada. Pero el candidato conservador no sólo ha salido reforzado después de obtener catorce diputados más que el 20-D, sino que se arroga “el derecho a gobernar”.

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Todos ellos tuvieron en ascuas a los periodistas hasta pasada la medianoche, cuando su jefe dio la cara. El propio Moragas, en un aparte, comentaba un par de horas antes que estaban contentos porque iban a saborear una gran victoria. Cuando vio un enjambre de plumillas, dio media vuelta por el pasillo y dijo por lo bajo: “Me voy para no cagarla”. Los reporteros no tenían nada que llevarse a la boca, excepto un refrigerio reconstituyente, algún chascarrillo del gabinete de comunicación sobre la espera del presidente junto a sus hermanos y su esposa, y una charla informal de Pilar del Castillo, que atendía a las preguntas como si siguiese dirigiendo el CIS.

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El PP está satisfecho con su campaña. A toro pasado, es fácil defenderla: plazas pequeñas, candidato cercano; provincias donde bailaba un escaño o en las que Ciudadanos no había conseguido ninguno, pero sí rapiñado votos; y un mensaje positivo, a pesar de que polarizó la campaña. Las alternativas eran ellos o el desastre de Podemos, despreciando la marca blanca de Albert Rivera −a cuyos votantes rogó el voto− e ignorando al PSOE. La espera paciente también le ha dado buen resultado a Rajoy, pues burló la investidura y dejó que sus rivales se quemasen. Poco le importó que arreciasen las críticas por sus formas timoratas si al final las urnas le han dado la razón y lo que era un aspirante al recambio ha terminado siendo, si Pedro Sánchez lo permite, un presidente triunfante.

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