Presupuestos catalanes o gobernabilidad de Barcelona, los otros temas que desatasca la investidura de Sánchez
Las negociaciones con el PSOE de Junts y ERC han capitalizado la política catalana durante los últimos meses y ahora llega el momento de abordar otras cuestiones transcendentes.
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A pesar de que cada administración teóricamente es autónoma, a menudo, lo que sucede en una impacta e influye en lo que pasa en las otras, sobre todo cuando la primera es de un nivel superior. O, explicado con un ejemplo práctico, la culminación de las negociaciones para la amnistía y la investidura de Pedro Sánchez como presidente es muy probable que permita desencallar otras carpetas claves de la política catalana.
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Desde la celebración de las elecciones generales, el pasado 23 de julio, las negociaciones de ERC y Junts con el PSOE han acaparado gran parte de la atención política catalana y han eclipsado al resto de cuestiones. Y, de hecho, parece innegable que el abordaje de algunos temas directamente se ha aplazado hasta su resolución.
No son carpetas menores, sino temas tan trascendentes como la gobernabilidad del Ayuntamiento de Barcelona o los presupuestos de la Generalitat de Catalunya, en los cuales los diversos partidos implicados ahora podrán dedicar más esfuerzos.
En cambio, donde más que probablemente no habrá novedades a corto plazo es en la configuración del Govern, que seguirá integrado únicamente por ERC. A pesar de que hace unos meses se había especulado con que Junts podría volver al ejecutivo catalán tras decidir salir de él en octubre del año pasado -con declaraciones en este sentido de dirigentes republicanos como su número 2 en el Congreso, Teresa Jordà-, ahora mismo esta opción está totalmente descartada.
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Lo ha confirmado el propio president, Pere Aragonès, en una entrevista en el diario Ara este fin de semana, en la que manifestó que para ganar apoyos el independentismo tiene que apostar por un camino “que es el de la negociación con el Estado, pero también por la unidad y capacidad de movilización”. Para recalcar a continuación que “la unidad no pasa por una nueva reformulación del Govern, sino por encontrar otros mecanismos que expresen este compromiso conjunto”.
De hecho, la negociación con el PSOE para la investidura no ha hecho otra cosa que constatar que las diferencias entre republicanos y postconvergentes se mantienen. A pesar de compartir gran parte de las demandas, no ha habido ningún tipo de coordinación en la negociación con el PSOE entre las dos grandes formaciones independentistas, sino que más bien esta ha reproducido una competencia para ver quién obtenía más rédito.
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Una pugna a veces soterrada, pero que Carles Puigdemont explicitó muy claramente después de la firma del acuerdo entre Junts y el PSOE, cuando proclamó que “aquel ‘a cambio de nada’ se ha ido a la papelera de la historia”, en referencia a los pactos entre socialistas y republicanos.
Que se haya perpetuado la distancia entre los dos partidos independentistas explica también porque la prioridad del Govern de Pere Aragonès sea aprobar los presupuestos de la Generalitat con el apoyo de PSC y En Comú Podem, las mismas fuerzas con quienes se validaron los actuales.
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La negociación de las cuentas capitalizará una parte de la atención política catalana en las próximas semanas y si ven la luz permitirán a ERC afrontar con cierta tranquilidad la recta final de una legislatura que, legalmente, puede alargarse hasta el invierno de 2025.
Justo el martes de la semana pasada, el Govern aprobó un incremento del 10% del techo de gasto de la Generalitat para 2024 -hasta situarlo en los 36.700 millones-, el primer paso para comenzar formalmente la negociación de los presupuestos del próximo año. Una negociación que en fase embrionaria arrancó al día siguiente con una primera reunión con el PSC. La voluntad del Govern es negociar también con Junts y con En Comú Podem.
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No es un hecho menor que la ronda de conversaciones comenzara con el PSC, una diferencia sustancial con lo que pasó hace un año, cuando los republicanos de entrada descartaban cualquier entendimiento con los socialistas en este ámbito.
La ruptura con Junts comportó un cambio de alianzas que el “sí” de ERC a la investidura de Sánchez no ha hecho otra cosa que profundizar, de forma que se hace difícil contemplar un escenario en el que el PSC de Salvador Illa no facilite la aprobación de las cuentas catalanas.
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De momento, las declaraciones de los dirigentes socialistas marcan distancias con ERC y, por ejemplo, esta misma semana su portavoz, Èlia Tortolero, ha manifestado que “podremos hablar de los presupuestos del 2024 cuando se cumplan los del 2023”. Básicamente, el PSC se queja de lo que considera un bajo nivel de cumplimiento de los acuerdos de las cuentas actuales, precisamente una crítica similar a la que hace En Comú Podem. Críticas, por otro lado, habituales en el inicio de cualquier proceso de negociación.
En cuanto al Ayuntamiento de Barcelona, el escenario más probable es que en las próximas semanas -o meses- se desencalle algún tipo de acuerdo sobre la gobernabilidad municipal, que comporte la entrada de uno o más grupos en el ejecutivo integrado ahora mismo en solitario por el PSC y liderado por Jaume Collboni.
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A grandes rasgos, hay dos posibilidades sobre la mesa: o el entendimiento con Barcelona en Comú y ERC, para formar un gobierno “progresista”, o un pacto con Junts, que también garantizaría la mayoría absoluta en el gobierno de la capital catalana.
Tras ser investido, por sorpresa, gracias a los votos de BComú y el PP, Collboni manifestó en septiembre que se sentiría más cómodo con una alianza con Comuns y la ERC de Ernest Maragall, pero sin descartar los pactos con Xavier Trias y Junts.
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La negociación de los presupuestos de la ciudad ha modificado ligeramente el escenario. De entrada, el pasado 27 de octubre el grueso de la oposición le tumbó a Collboni las ordenanzas fiscales para el año próximo, en un gesto que evidenció la soledad de un PSC que gobierna con apenas 10 de los 41 ediles del consistorio.
En este sentido, a diferencia de lo que sucedía hace algunas semanas, el también dirigente del PSC ya acepta negociar a la vez los presupuestos y la gobernabilidad de la ciudad, tal como le reclaman el propio Trias y la exalcaldesa y líder de BComú, Ada Colau.
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Teóricamente, Collboni mantiene la preferencia por el pacto de izquierdas, pero los Comuns recelan que esta sea realmente su voluntad después del acercamiento con Trias que ha supuesto la rebaja en la tasa de las terrazas. En cualquier caso, el alcalde estaría hablando con “todo el mundo”, sin que de momento haya avances significativos con nadie, según han confirmado fuentes municipales citadas por Betevé.
En pocas semanas se resolverán las dudas, puesto que el pleno de diciembre tendrá que votar los presupuestos y si se aprueban, el grupo que los haya apoyado lo habrá hecho en calidad ya de “socio preferente” de un gobierno municipal en el cual entraría probablemente en febrero o en marzo.
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