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La paradoja del caso del joven de Malasaña: él no habría cometido delito pero sí los dos hombres que le marcaron

La invención del ataque homófobo podría tener nulas consecuencias para el joven al haberse retractado antes de que el juzgado investigase la agresión. En cambio, sus dos compañeros sexuales podrían ser acusados de un delito de lesiones, aunque el tatuaje en un glúteo con la palabra 'maricón' fuera consentido.

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Una bandera LGTBI en el madrileño barrio de Malasaña. — Susana Vera / REUTERS

madrid,

El caso del joven del barrio de Malasaña que se inventó una agresión homófoba por parte de ocho encapuchados podría dar más sorpresas en los próximos días. El chico de 20 años podría quedar exento de reproche penal pero no así los dos compañeros sexuales que le tatuaron en un glúteo la palabra 'maricón', pese a que haya mediado presuntamente el consentimiento tácito del primero, según él mismo acabó confesando a la Policía tres días después de haber denunciado la falsa agresión. 

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El único delito que se le podría imputar al joven sería el de simulación de delito, penado con entre seis y nueve meses de multa. El delito de denuncia falsa, que conlleva hasta dos años de prisión, queda descartado en este caso porque para su perpetración es imprescindible señalar claramente a una persona o a varias como autores del falso delito. En este caso, el denunciante se refirió a ocho encapuchados sin identificarlos.

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Sin embargo, al haberse retractado ante la Policía antes de hacerlo ante el juez podría librarse de la imputación del delito. Lo explica Manuel Cancio, catedrático de Derecho Penal de la Universidad Autónoma de Madrid: "La ley exige que para que se contemple el delito de simulación de delito debe haberse iniciado una actuación procesal. Las diligencias policiales no están consideradas actuaciones procesales. El chico se ha retractado antes de que la Fiscalía o el juzgado hayan iniciado diligencias. Por lo tanto, no se podría hablar de delito". 

Así, pues, se podría producir una curiosa paradoja en este caso porque el causante de la invención, que dio lugar a una gran movilización social y política contra las agresiones homófobas, podría quedar exonerado de reproche penal pero no así sus compañeros sexuales que le tatuaron la palabra 'maricón' en una nalga, según la confesión del joven. Este chico ha asegurado a la Policía que se inventó la agresión para ocultar a su pareja la relación de infidelidad en la que acabó marcado. "En las lesiones producidas por relaciones sexuales sadomasoquistas no prima sólo la voluntad del que pide que le inflijan daño. Si las lesiones son permanentes, si son graves, deformantes, etc. puede actuar de oficio la Justicia acusando de un delito de lesiones al que ha provocado el daño", señala el catedrático Manuel Cancio

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En este sentido, indica que habría que conocer el alcance de las heridas, saber el tiempo de curación que ha requerido, el tamaño del tatuaje y si la cicatriz será permanente para poder determinar el peso del posible delito de lesiones. "En este caso, al estar la lesión en un lugar no visible, escondido, es menos grave que si le hubieran marcado en la cara, por ejemplo", dice Cancio.

Según el artículo 155 del Código Penal, al haber sido producidas las lesiones con consentimiento tácito, la condena sería sensiblemente rebajada. "En otros casos, en este tipo de relaciones, se han producido secuelas muy graves, como amputaciones, y podemos hablar de penas de hasta doce años de prisión para quien ha infligido el daño", explica Manuel Cancio. 

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El citado artículo indica que en los delitos de lesiones, "si ha mediado el consentimiento válida, libre, espontánea y expresamente emitido del ofendido, se impondrá la pena inferior en uno o dos grados. No será válido el consentimiento otorgado por un menor de edad o una persona con discapacidad necesitada de especial protección". "Por lo que sabemos hasta ahora, y sin conocer la gravedad de la lesión que se le ha podido ocasionar al tatuarle de esa manera, la pena podría oscilar entre un año y medio y seis años de prisión", explica el catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid.

En este caso, el joven necesitó asistencia médica. El centro hospitalario que lo atendió el pasado 6 de septiembre, la Fundación Jiménez Díaz, envió un parte de lesiones al juzgado; lesiones que independientemente de que hayan sido producidas con o sin consentimiento tienen que tener una respuesta judicial, insisten los juristas. El parte de lesiones ha acabado en el Juzgado de Instrucción 52 de Madrid, que ahora debe decidir, en base al atestado policial y a la postura de la Fiscalía, si archiva la causa para el falso agredido y si abre diligencias contra los dos hombres que le tatuaron.

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