SEVILLA
Las elecciones municipales eligen casi 800 alcaldías y ocho diputaciones en Andalucía, pero también tendrán una lectura nacional y otra regional, sobre todo. Hay una pregunta fundamental, que tiene diversas derivadas. La mayoría absoluta de Juan Manuel Moreno Bonilla en las autonómicas de junio, ¿tendrá un refrendo o los alcaldes socialistas, alrededor de 450, y los de la izquierda, unos 80, frenarán la ola del PP?
Dicho de otra manera: estos comicios medirán la profundidad del cambio operado el pasado mes de junio, cuando en una comunidad en la que el PSOE había ganado –quedado en primer lugar– en todas las elecciones al Parlamento andaluz menos una (la de 2012, aunque gobernó tras pactar con IU), el PP obtuvo una mayoría absoluta, un giro a la derecha y un aldabonazo en toda regla de Moreno Bonilla.
El domingo se cuentan también por tanto los votos globales, se estudia la implantación del PP en las zonas rurales, esquivas hasta hoy para la derecha, salvo en determinados municipios –de agricultura intensiva, sobre todo–, y se ve para qué lado caen las diputaciones provinciales.
Hay, además, un ayuntamiento que simbolizará o o no el cambio hacia la derecha operado en junio: el de Sevilla, la mayor plaza municipal ahora mismo en manos del PSOE. Si el PP lograra vencer en Sevilla, algo que las encuestas no descartan –lo que dicen es que está todo en un pañuelo–, el escenario sería inédito en Andalucía (el PP a la vez en San Telmo y en Plaza Nueva) y permitiría a Moreno Bonilla consolidar el cambio.
Todo puede pasar, aunque el ambiente general que se respira y que así expresan las encuestas –desacreditadas por la oposición– del Centro de Estudios Andaluces, controlado por Moreno y su gabinete, es favorable a la derecha. Sin embargo, todo es posible y todo está abierto. Cada elección es un mundo y es diferente: el sondeo del CIS postelectoral, que trataba de explicar lo que sucedió en Andalucía en las pasadas autonómicas, reveló que el voto es cambiante en Andalucía y que la mayoría de ciudadanos –el 54,6%– son capaces de modificar el voto de una elección a otra en función de lo que más les convenza en ese momento.
Ruido en la última semana
A votar se llega en medio de un estruendo que impide a los alcaldes hablar de su gestión. El PP y las fuerzas conservadoras impulsan debates plagados de asuntos que causan desazón en los votantes críticos –los barrios más desafectos hacia la política son aquellos en los que mayor margen suele tener la izquierda para ganar y perder votos.
Además, el caso del secuestro de Maracena ha sacudido la campaña de los socialistas de arriba abajo. El juez Josep Sola Fayet, famoso por haber abierto una investigación a un grupo de whatasapp creado por el abogado de Juana Rivas -que se utilizaba para informar a los medios sobre las actuaciones de la defensa- ha levantado el secreto de sumario a tres días de las elecciones y apuntado al secretario de Organización del PSOE andaluz, Noel López, exalcalde de la localidad, como inductor de la detención ilegal de una concejal díscola.
Esto es importante por dos razones. Cada vez más gente decide su voto en la última semana e incluso en los últimos días o el mismo día del voto, según recogió el CIS postelectoral. Así, en los comicios de junio pasado, cuando arrasó Moreno Bonilla, hubo hasta un millón de votantes que eligió la papeleta en la última semana.
Las campañas electorales, y los últimos días, en la era digital mueven muchísimo más el voto que antes. Y el relato del secuestro de Maracena, más allá de las intenciones del juez Sola de abrir el sumario a tres días de votar, es demoledor para los socialistas, que, al mal tiempo, le ponen buena cara: "Muy buenas sensaciones más allá del ruido", afirman.
A la izquierda del PSOE, Podemos e IU han llegado a acuerdos relevantes en Sevilla, en Málaga y en otras ciudades, donde la división del voto hubiera sido demoledor para la izquierda, porque miles de sufragios se podrían perder teniendo en cuenta que en las municipales hay que obtener un 5% para entrar en los ayuntamientos. En Sevilla, Adelante Andalucía lucha por superar ese umbral. Si lo logra –ellos afirman estar en el 5,1%, al borde– podrían apuntalar, sin entrar en el Gobierno de la ciudad, al alcalde Antonio Muñoz. Todo está en un pañuelo.
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