Juanma Moreno, el primero que abrió las puertas a la ultraderecha en España, al que todas las encuestas publicadas indican que las posibilidades que tiene de repetir como presidente de la Junta pasan por Macarena Olona, se ha embarcado en un viaje al centro que busca culminar la campaña de marketing en la que se embarcó el PP, con la complicidad de Ciudadanos, en cuanto entraron en el Gobierno andaluz: la idea es sencilla, camuflar a Moreno, un presidente que en todas sus políticas (educación, urbanismo, medio ambiente) ha mirado hacia la derecha, como un auténtico centrista.

Así, en esta precampaña, las siglas del PP han sido desplazadas por una sencilla idea, que podría resumirse así: llámame Juanma. Lo que se busca con ello, en palabras del mismo Moreno es obtener el voto de gente que jamás votaría PP, pero que podría, llegado el caso, votarle a él: "Es más fácil votar a Juanma Moreno que al PP". En los atriles que viene utilizando se ha utilizado la leyenda,  Juanma, presidente y las siglas del PP se han esquinado hacia abajo. Moreno no ha llegado al punto de quitarlas.

Esta es una estrategia que ya ha utilizado el PP en Andalucía con éxito en algunas elecciones municipales en grandes capitales: centrar todo en la persona y dejar aparcadas las siglas que le acompañan. Además, Moreno juega con el desconocimiento que aún tiene entre los andaluces el nuevo líder del PSOE, Juan Espadas.

Moreno sabe que sus posibilidades reales (en una Comunidad tradicionalmente de voto socialista) de obtener los resultados que le auguran las encuestas pasan por ensanchar el espacio ideológico de sus votantes hacia el centro, porque los muy cafeteros de la derecha van con Vox.

Así, la realidad es que en Andalucía el grueso del voto a Ciudadanos ya ha pasado a Vox, y no al PP, como demostraron los resultados de las elecciones generales de 2019, cuando la ultraderecha se quedó a escasos 8.000 votos del PP, que ya estaba en el Gobierno andaluza: el 20% de los votantes ya han perdido el miedo a elegir la papeleta del partido de Santiago Abascal. Ciudadanos adelgazó hasta el 8% de los sufragios en esos comicios: ahora las encuestas, les dan en el entorno del 4%. Y todos los partidos buscan esos votos. 

Cada elección es un mundo, en el PP confían en que la gente sabe que esto –como otras veces sabían que votaban a un alcalde y no a un partido– son unas autonómicas en las que se elige la composición del Parlamento andaluz y el Gobierno de la Junta y en el núcleo duro de Moreno creen en que su gestión de estos años y el perfil que ha buscado labrarse –moderado, centrista, de espíritu ecuménico– permitirá ratificar lo que algunas encuestas reflejan hoy: que podría obtener más votos que toda la izquierda junta, lo que le permitiría gobernar como Isabel Díaz Ayuso en Madrid, en solitario, con apoyos externos de Vox.

Actitud centrista

"Ha conseguido una imagen de moderación y actitud centrista que le viene bien para superar recelos contra el PP. Además, su proximidad a Feijóo no lo aparta de la marca del actual PP. Dentro del partido la gente está contenta", aseguran fuentes del PP andaluz al respecto de la estrategia.

"Hemos iniciado un camino de progreso y bienestar, un camino muy amplio que representa a la mayoría de los andaluces y donde cabe todo el mundo: el socialdemócrata, el socioliberal, el que está enfadado con el PSOE aquí tiene cabida, los moderados, los centristas, y los liberales. El PP es un partido de bases anchas donde cabe todo el mundo y no preguntamos de dónde viene, sino a dónde quiere ir", dijo Moreno este miércoles.

El objetivo que busca el PP es bien ambicioso: sustituir al PSOE, hegemónico durante 37 años, como "el gran partido de Andalucía".