Un minuto, 226 muertos: la memoria del bombardeo fascista de Granollers emerge de los escombros
Albert Forns recrea en 'I el cel ens va caure al damunt' (Edicions 62), cuyo título se traduce como 'Y el cielo nos cayó encima', el testimonio de unos sesenta granollerenses que vivieron los hechos de mayo de 1938.
Barcelona-
Silencio. Mediodía. Estruendo de sirena. Año tras año. Cada 28 de enero, día de la entrada de los nacionales en la ciudad, el franquismo se encarga de recordar a los granollerenses el bombardeo sufrido a manos de la aviación italiana: los cuerpos reventados, las paredes en ruinas, los charcos de sangre, el olor dulce de la muerte.
Cada 28 de enero, la cabeza se agacha. Sin estruendo, las bombas de aquel 31 de mayo de 1938 vuelven a caer sobre la pequeña ciudad barcelonesa de Granollers. Sobre la Porxada y las vecinas que hacen cola en el mercado, sobre los niños adormilados de la escuela Pereanton, sobre la posibilidad de hablar y denunciar los hechos.
El sadismo de la dictadura no tiene límites. Por eso, cuando tenga oportunidad, la juventud de la ciudad boicoteará la alarma antiaérea para que no vuelva a sepultar la dignidad de las víctimas.
Ochenta y cinco años después, y reivindicando el mismo gesto, el periodista y escritor granollerense Albert Forns revive la memoria silenciada en el libro I el cel ens va caure al damunt (Y el cielo nos cayó encima), de Edicions 62.
Del bisabuelo al corazón de voces
No es una historia desconocida por él. "Desde pequeño, mi madre me había explicado cómo mi bisabuelo Juan había muerto en el bombardeo", dice Forns. Hacía tiempo que le rondaba la idea, pero fue el conocimiento de cuarenta testigos grabados en el archivo municipal lo que acabó de darle el empujón definitivo.
A finales de 2020, el escritor convence al Ayuntamiento de Granollers de lanzar una campaña para ampliar su listado y logra 18 más, por lo que se pone manos a la obra. Los encuentros y llamadas a supervivientes se repiten, porque el tiempo corre. Y esto es lo que quiere fijar.
Albert Forns: "Desde pequeño, mi madre me había explicado cómo mi bisabuelo Juan había muerto en el bombardeo"
Pese a la enorme distancia con el bombardeo -hecho diferencial con el relato coral que en 1946 hizo el periodista estadounidense John Hersey en Hiroshima-, Albert Forns logra reconstruir ese 31 de mayo a partir de 26 historias breves que, en base a los sesenta testigos y una exhaustivísima documentación, permiten saber con exactitud qué hacía el vecindario de Granollers cuando, a las 09.05 horas de la mañana, cinco aviones italianos descargaron, durante un minuto, sesenta bombas sobre la ciudad. Los explosivos no caen, como cabía esperar, en la central eléctrica de la capital de la comarca del Vallès Oriental. Destripa el corazón de la ciudad.
Silenciadas entre silenciados
El libro sigue con todo detalle la memoria silenciada. "Lo que les ocurre a los protagonistas, lo que sienten y lo que dicen es real. El único espacio donde entra la ficción son los vacíos de los relatos", dice Forns: "Si un testigo dice que se había pasado la mañana buscando a papá, yo he imaginado qué ha podido ver en aquellos momentos. Por eso me gusta hablar, como Truman Capote, de novela de no ficción".
Albert Forns: "Lo que les ocurre a los protagonistas, lo que sienten y lo que dicen es real"
Todo lo demás es la recreación en tercera persona de los recuerdos, una cámara al hombro de los personajes. Así, podemos saber que Agustí Valentí, un niño de la calle de ocho años con la frente rasgada, recibirá el primer abrazo del padre al sobrevivir al bombardeo; que la farmacia de los Arimany se llenará pronto de heridos (el vecino moribundo con la espalda contra el mostrador; la mujer con la boca ensartada por una madera con clavos); o que Paco Parellada, llegado de París apenas un día antes, pondrá a disposición de los bomberos la mítica Fonda Europa en cuanto compruebe que la bomba caída en la azotea no ha estallado.
En I el cel ens va caure al damunt encontramos historias tanto de personajes anónimos como otros más conocidos en la ciudad. Entre todos, sin embargo, sobresalen las mujeres. Mujeres como Enrica Roca, que junto a sus compañeras de Mujeres Libres corre hacia la Policlínica a ayudar con lo que sea necesario, o como la sindicalista Rosa Puig, miembro de la junta permanente al frente de la fábrica colectivizada de ca Umbert.
"La mayoría de autores de memorias y entrevistados sobre el bombardeo son hombres, pero Granollers era entonces una ciudad de mujeres y niños porque muchos hombres estaban en el frente, lo que explica que el 60% de las víctimas de los hechos fueran mujeres", afirma Forns. "No tenía sentido que los protagonistas del libro fueran mayoritariamente hombres", remacha.
Más allá de la explosión
Incertidumbre, miedo, sufrimiento, coraje. Desde la tensión narrativa de las primeras páginas, donde conocemos a los aviadores del 27º Grupo de Bombardeo Rápido Falchi delle Baleari, hasta el uso del presente y la atención por el detalle revelador: todo está trabado para sumergirnos en momentos que contienen, como una matrioshka, historias y emociones universales.
Pasando página oímos la bocanada entre las piernas que nota la pequeña Mercè antes de la explosión, vemos a la mujer que un minuto después de las explosiones camina alienada con una aceitera en la mano y seguimos el hilo de sangre que derraman los camiones camino del cementerio.
Gracias a la sutileza con la que estos pequeños detalles y algunos de los protagonistas reaparecen en distintos capítulos, el libro permite obtener una fotografía panorámica de los hechos, romper el aislamiento de las historias y adentrarnos en una comunidad, dice Forns.
El libro permite obtener una fotografía panorámica de los hechos
Al mismo tiempo, la diversidad de trayectorias y vivencias que se relatan ayuda a hacerse a la idea de las vicisitudes pasadas en la ciudad antes y después del bombardeo: de esta forma, y siempre desde el matiz, podemos conocer el ambiente que se respiraba en Granollers durante la II República y la revolución, la destrucción ordenada por los vencidos antes de la caída, o el destino aún más fatal que sufrirán algunos de los supervivientes: en 1941, el militante de ERC Francesc Abelló morirá en el centro de exterminio nazi del castillo de Hartheim.
"La violencia no es mi foco", advierte Forns. "Quería hacer un libro que no cansara, para todos los públicos. El bombardeo es su eje central, pero también quería hablar de algunas cosas particulares de aquella época, como la colectivización de fábricas o la educación en catalán en las escuelas". El objetivo es el mismo: que todo un tiempo no se derrumbe de nuevo.
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