BILBAO
Actualizado:Un océano de por medio. Un mar de esperanzas, ilusiones e incertidumbres. Un viaje al país que pudo ser pero que la muerte impidió que fuese. Cuando el terror franquista se instalaba para quedarse, la militante anarquista Emma Goldman –quien llegó a ser calificada por el Gobierno de Estados Unidos como su enemiga número uno– y el también libertario Antonio Vidal Arabi –integrante de la Federación Anarquista Ibérica (FAI) y miembro del servicio de inteligencia de la República– intercambiaron una serie de cartas que hoy tienen forma de libro.
“Fraternalmente Emma. Cartas de amor y de guerra” (Editorial La Felguera) empieza a recorrer las librerías con una reedición ampliada y revisada. El viernes se presentó en la Fundación Anselmo Lorenzo (FAL), donde los responsables de esta obra destacaron sus principales características. Servando Rocha, portavoz de La Felguera, lo resume a Público con estas palabras: “siempre nos han interesado los libros que esconden otros libros”. De ahí que se hayan embarcado en esta reedición.
La vida de la propia Emma Goldman (1869-1940) encierra muchas historias. Rocha no duda en definirla como “una de las grandes figuras públicas”. “Emma visitó España en tres ocasiones, dos de ellas durante la Guerra Civil”, recuerda el editor y así lo atestigua el libro mediante distintas fotos cedidas por la FAL. No menos apasionante –aunque sí más desconocida– resulta la trayectoria vital de Vidal Arabi, el militante de la FAI que participó en el fallido intento de matar a Franco el 14 julio de 1936, apenas cuatro días antes del golpe de estado.
Goldman y Arabi se conocieron un año después en Londres. Allí empezó a cultivarse una estrecha relación de amistad y compañerismo que se plasmaría en las cartas recogidas en “Fraternalmente Emma”. Según destaca Rocha, la propia aparición de las misivas está llena de simbolismo. “Las cartas estaban guardadas en una maleta que Vidal Arabi había dejado en casa de una amiga suya, la pintora anarquista Janet Grove, en Inglaterra”, relata.
En las cartas, señala Rocha, “se refleja una relación muy bonita y emocionante entre Emma y Vidal”. Las misivas van desde agosto de 1939 hasta diciembre de 1940, cuando Emma estaba a punto de fallecer. “La correspondencia se produce en un momento crucial: ha acabado la Guerra Civil, la situación de refugiados y exiliados es dramática y en Europa avanza el totalitarismo“, destaca la editorial.
"Una gran inspiración"
“Volví muy cansada, más cansada que en mis regresos de España. ¡Ah, mis excursiones en su maravilloso país! ¡El espíritu de nuestros camaradas! La batalla heroica del pueblo español era una gran inspiración para mí. ¡No olvidaré nunca ese tiempo!”, escribía la anarquista desde Toronto (Canadá) el 22 de diciembre de 1939, un año antes de su muerte.
"Cuando estaba en tierras españolas me sentía más joven"
“Qué prodigioso país fue para mí España. Cuando estaba en tierras españolas me sentía más joven. Pero aquí no es lo mismo. No hay inspiración. Debemos encontrar el coraje y la esperanza dentro de nosotros mismos. Y eso es tan difícil. Sin embargo, cuando Europa está rabiosa y cuando nuestra amada España sangra por cien heridas, no hay sitio para mí en el que pudiera trabajar como quiero”, continuaba.
"Honestidad"
El prólogo de este trabajo está a cargo de la historiadora Dolors Marín, quien ha realizado distintos trabajos sobre el movimiento libertario. “Goldman se dedicó hasta su muerte a seguir los pasos en el exilio de sus nuevos amigos españoles. Sus cartas dirigidas a las compañeras de Mujeres Libres interesándose por su trayectoria vital, son un buen testimonio de ello”, señala la investigadora en su texto.
De hecho, recuerda que “intentó organizar colonias infantiles en Europa y siguió escribiendo febrilmente, consciente de que aquel esfuerzo revolucionario debía ser narrado y transmitido dentro de la historia. Y lo hizo con honestidad, defendiendo el esfuerzo de los españoles acosados por los acontecimientos, pero también fue crítica con las propias organizaciones y sus miembros más destacados”. “Si algo se le puede recriminar es precisamente su gran honestidad para consigo misma y las organizaciones anarquistas”, añade.
En tal sentido, Marín subraya que “su vinculación con España marcó sus últimos cuatro años de vida y le devolvió la esperanza en la revolución anarquista que, durante unos meses, transformó el mundo y que incluyó importantes cambios en la vida de las mujeres”. “Falleció en 1940 en Toronto –continúa–, después de celebrar su setenta aniversario y con su pequeño cuerpo cansado de tantos viajes, giras, conferencias, cartas y escritos”. Una parte de esas cartas llega ahora a las librerías.
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