Este artículo se publicó hace 5 años.
Màxim Huerta, sobre su paso por la política: "Vi la diferencia de trato, tanto de los medios como del Gobierno"
Tras diez meses de silencio, el escritor y periodista recuerda aquellos seis días en los que fue ministro de Cultura. Confiesa que su dimisión fue "una hostia gigantesca", pero al mismo tiempo reconoce que podría haber seguido si hubiera habido interés por parte de Pedro Sánchez: "Con un poco de apoyo del Gobierno me habría quedado"
Madrid-Actualizado a
Diez meses después de que se viera obligado a dejar su cargo de recién estrenado ministro de Cultura y Deporte —había sido nombrado seis días antes— y convertirse así en el más breve de la democracia, Màxim Huerta —o Máximo, como ahora se hace llamar en Twitter— ha concedido su primera entrevista a un medio de comunicación. El escritor y periodista se ha sincerado en la revista Icon y habla por primera vez en profundidad sobre aquella intensa semana que le tocó vivir.
Tras diez meses de absoluto silencio —llegó incluso a cerrar su cuenta de Twitter, aunque la recuperó hace unos meses—, Huerta ya no se calla nada: cuenta cómo fue la primera e inesperada llamada de Pedro Sánchez ofreciéndole el cargo y hasta reflexiona en voz alta sobre la política y los medios de comunicación. Incluso verbaliza sus sentimientos más profundos: reconoce que lo ha pasado mal, que "ha sido como una enfermedad". "Ha habido dolor físico, había y hay médicos, y no encontraba la salida. Pero los amigos, la familia, el mar, dibujar y reírme fueron ayudándome a salir", confiesa en la entrevista.
Huerta recuerda que estaba desayunando con una amiga cuando recibió la llamada de Pedro Sánchez ofreciéndole el cargo de ministro de Cultura. El presidente, con el que sólo había coincidido en dos ocasiones, le pidió que le diera una respuesta inmediata: "Me lo dijo claramente: 'No cuelgo. Tienes que decirme si aceptas'. Acepté. Y no pude terminar el desayuno".
Huerta no se lo pensó mucho; afrontaba el reto con mucha ilusión: "Sabía que todo iba a cambiar, pero las ganas y la ilusión me pudieron. En todos los ministros que aceptan creo que debe haber algo de inconsciencia porque el encargo es tan grande… Pero la responsabilidad te puede".
En ese momento comenzaron los días más intensos en la vida del escritor y periodista, días que él define en Icon como "maravillosamente caóticos". Huerta se sentía abrumado por la responsabilidad, pero estaba convencido de que nada podría ir mal: "Dentro de mí, sólo pensaba en lo bonito que iba a ser. Es la primera vez que lo digo en voz alta, y se me genera un nudo. No pensé en nada negativo. ¿Qué podía pasar? Que me desapareciera el Códice Calixtino, a lo más".
"Se satanizaba de dónde venía, que para casi todo el mundo no era otro sitio que el sofá de Ana Rosa, del que me siento muy orgulloso"
Sin embargo, desde su primer día en el ministerio algo empezó a cambiar. Huerta asegura que notó ciertos prejuicios en los medios de comunicación: "Desde las televisiones que van de progresistas y maestras del periodismo trataron mi nombramiento con un fondo de burla. Y no tan fondo. Me di cuenta de que para algunos era un intruso. [...] No soy gilipollas, soy mayor y tengo años, y hubo recochineo. Puedo asegurarte que en aquel momento sentí la pérdida de la inocencia. [...] Llegué a sentir que preferían a Wert, mi antecesor en el cargo".
"Se satanizaba de dónde venía, que para casi todo el mundo no era otro sitio que el sofá de Ana Rosa, del que me siento muy orgulloso y en el que aprendí muchísimo. [...]. Yo era fácil de ridiculizar, por maricón, por venir de la tele, por asuntos varios, como mis tuits cogidos con pinzas donde se interpretó que odiaba el deporte. Da igual que explicara cien veces que mi problema era no practicarlo porque soy asmático", abunda Màximo Huerta
Sus antiguos tuits sobre el deporte, especialmente sobre el fútbol, fueron sólo la primera parada. Luego llegó el lío con Hacienda. El 13 de junio los titulares de prensa decían que Màxim Huerta había defraudado a Hacienda. El escritor asegura que no fue así, que ni tan siquiera se acordaba de ese asunto y que él no había defraudado nada, que había tenido un contencioso con Hacienda, recurrió ante los tribunales y "perdí el recurso y pagué la multa. No hubo más".
Huerta confiesa que aquella mañana del 13 de junio al principio no quería dimitir y que se hubiera tenido "un poco de apoyo por parte del Gobierno" se habría quedado. No fue así. Pedro Sánchez había dicho meses antes que no tendría a nadie en su Gobierno con casos parecidos. "Fui consciente de que me había convertido en un problema para él. Luego se ha visto que las varas de medir las tenemos de diferentes tamaños, pero yo a las doce de la mañana ya tenía claro que se había acabado".
Anunció su dimisión en la rueda de prensa —"De un modo casi quirúrgico"— y luego, el silencio: "Decidí que a partir de ahí el silencio sería mi mejor respuesta".
Pero con el silencio también llegó el dolor. Huerta así lo reconoce: "Fue una hostia gigantesca. Me quedé solo en el despacho, y sí que lloré. Estaba roto. El momento de soledad ahí, a puerta cerrada, fue fuerte". El dolor duró algunos meses más y él decidió apartarse, pese a que tuvo interesantes ofertas laborales: "Me ofrecieron colaboraciones fijas si daba una entrevista, temporadas completas en algunos programas a cambio de hablar, pero preferí el silencio. No quería que de mí saliera ni una sola frase con rabia. En un país que echa fuego, lo último que quería yo era regalar titulares".
"Cuando ahora algunos actores, deportistas y escritores me dicen lo buen ministro que hubiese podido ser, me ayudan a ver que estoy vivo"
Huerta se refugió en los amigos, la familia y los viajes. Se fue recuperando aunque reconoce que tuvo "una crisis muy gorda" cuando salió el asunto de la sociedad instrumental que tenía Pedro Duque, el ministro de Ciencia y Universidades, para pagar su casa. "Vi la diferencia de trato, tanto de los medios como del Gobierno. Y fui consciente de que debía seguir callado y secando la herida. Había cerrado en falso, el dolor estaba vivo".
Pese a todo lo vivido, Huerta no duda en que volvería a aceptar el cargo de ministro. "Estoy orgulloso de haberlo hecho, aunque tenga algo de inconsciente. Poder aportar cosas me parece un destino maravilloso. Cuando ahora algunos actores, deportistas y escritores me dicen lo buen ministro que hubiese podido ser, me ayudan a ver que estoy vivo".
Ahora publica una nueva novela, Intimidad improvisada, "una recopilación de textos, sensaciones, ironía y ternura" en la que firma como Máximo Huerta porque "como después de las turbulencias he vuelto a la pista de aterrizaje, o sea, a mi familia, voy a recuperar el nombre que me pusieron mis padres, aunque seguiré siendo Màxim, claro".
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