La "mano del aznarismo" busca imponer a Iturgaiz al frente del PP vasco pese al riesgo de debacle electoral
La formación conservadora tiene por delante la renovación de su cúpula, un capítulo que se cerrará tras las autonómicas del próximo 12 de julio. El liderazgo del ahora candidato a lehendakari recibe severos cuestionamientos internos, algo que podría empeorar si se produce la caída en votos y escaños que pronostican las encuestas.
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bilbao,
Hay un temor instalado en la casa del PP vasco. Si los sondeos aciertan, la noche electoral de la formación conservadora podría convertirse en noche a secas. Noche larga y oscura sin amanecer a la vista. O lo que es peor, con un horizonte que invita a darse la vuelta: la previsible debacle electoral del 12 de julio amenaza con estar seguida de un nuevo golpe de mando desde Madrid, ahora para instalar definitivamente a Carlos Iturgaiz como líder del partido por obra y gracia de Pablo Casado.
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Los días están contados. Primero habrá que enfrentarse a las urnas el 12 de julio, salvo que el coronavirus diga lo contrario. Mascarillas y gel hidroalcohólico mediante, la masa electoral vasca deberá decidir quién gobierna en la Euskadi de la COVID-19, una Euskadi marcada por las secuelas económicas y sociales de la pandemia. La Comunidad Autónoma Vasca elegirá gobernantes, pero también opositores. Entre estos últimos estará previsiblemente el PP, que acude en coalición con Ciudadanos. La clave está en saber si sumar fuerzas da votos o, por el contrario, resta.
Los pronósticos no son precisamente halagüeños. No hay encuesta que no prevea una caída de la unión de populares y naranjas, cuya coalición fue diseñada y concretada desde Madrid. Aún más concretado y diseñado fue el nombre del candidato a lehendakari conservador, impuesto por el líder nacional del partido, Pablo Casado, en detrimento de Alfonso Alonso, quien contaba con el respaldo de la dirección del PP en Euskadi para repetir como cabeza de cartel.
"Todos sabemos que el nombre del candidato se definirá en Madrid", decían allá por febrero en el entorno de Alonso. Tenían absoluta razón, tal como puede dar fe Iturgaiz. El ex líder del PP vasco fue rescatado por la dirección nacional del partido para situarle primero como candidato y, una vez pasadas las elecciones, como posible presidente de la formación.
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Los que ayer sabían que el candidato a lehendakari se decidiría en Madrid hoy temen que ocurra lo mismo con el cargo de líder de la formación. Técnicamente hablando, la elección del presidente del partido debería surgir de un congreso autonómico. Sin embargo, desde Génova ya han dado señales y filtraciones que apuntan a que harán todo lo posible para que Iturgaiz, más allá del resultado que obtenga en las autonómicas del 12 de julio, asuma las riendas del partido.
Es el giro que muchos temen y que llevaría al PP vasco a posiciones próximas a Vox, algo que no tiene precisamente tirón en Euskadi y que podría aumentar la desconexión del partido con la sociedad en la que está instalado. En el PP vasco que no comulga con Iturgaiz saben todo esto y, además, dan por descontado que también lo conocen en la sede madrileña de la calle Génova.
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¿Cómo se explica entonces esa apuesta por Iturgaiz? Algunos piensan en un hombre con bigote: a esta hora, hay quienes creen –incluso con más convencimiento que hace tres meses- que es la "mano del aznarismo" la que mece la cuna conservadora en el País Vasco.
A día de hoy, en el PP de Euskadi no hay una fecha cerrada para el próximo congreso autonómico, ni tampoco está claro si habrá quien compita con Iturgaiz para mantener las riendas del partido. La actual presidenta popular en el País Vasco, Amaya Fernández –quien accedió al cargo de forma temporal tras la renuncia de Alfonso Alonso– aún no tiene decidido si librará o no esa batalla. "Por responsabilidad, ahora no toca pronunciarse sobre ese tema", se limitó a señalar Fernández al ser consultada por este periódico.
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Caída libre
En cualquier caso, antes habrá que conocer los resultados de las elecciones del 12 de julio. El temor principal es hasta dónde caerá el partido: su peor resultado fue en 1990, cuando obtuvo seis escaños en el Parlamento Vasco –sobre un total de 75– y el 8,2% de los votos. A partir de entonces fue escalando, elección tras elección, hasta llegar a los 19 asientos en la Cámara autonómica que conquistó el PP de Jaime Mayor Oreja en 2001.
Entonces empezó la caída. 15 escaños en 2005, 13 en 2009, 10 en 2012... y 9 en las últimas elecciones autonómicas vascas, realizadas en septiembre de 2016. En esa cita con las urnas, Ciudadanos se estrenaba en sus primeras autonómicas vascas con 21.362 votos (2%), insuficientes para acceder a la Cámara. El PP recibió 107.357 sufragios, equivalentes al 10,1%. El 12 de julio se escribirá el siguiente capítulo de esta historia.