Juan Luis Galiacho
Pablo Iglesias
Madrid-Actualizado a
Esta semana los digitales El cierre digital y El Economista publicaban que Irene Montero se ha comprado un ático de un millón de euros en Madrid. Decían además que Irene había sido vista yendo al ático con nuestros hijos y su cuidadora filipina. Se trata de los mismos medios que publicaron que ya no estábamos juntos, que yo me había ido a vivir a Barcelona, que habíamos vendido la casa y que nos íbamos a comprar una en la Berzosa.
Al autor de toda esta sarta de mentiras, Juan Luis Galiacho, le llevó Susana Griso a Espejo Público a que las contara allí ante millares de espectadores. Galiacho es licenciado en periodismo, doctor en Ciencias de la Información, profesor visitante de periodismo, según la Wikipedia, en la tristemente famosa Universidad Rey Juan Carlos y recibió en 2018 el Premio a la Trayectoria en reconocimiento a su carrera profesional, otorgado por la Asociación de Periodistas de Albacete. Galiacho ha trabajado para El País, para El Mundo, para Interviú, para la cadena COPE y para Telecinco, entre otros medios, según dice su citada biografía.
Hemos leído en estos días a decenas de periodistas, muchos de ellos progresistas, descalificar la información de Seymour Hersh que atribuye a EEUU el atentado contra los oleoductos Nord Stream. Se ha llegado a decir que la información de Hersh es impublicable porque solo se apoya en una fuente anónima. ¿Han escuchado alguna vez a alguno de esos periodistas escandalizarse por lo que escribe Galiacho o señalar que es indecente que le lleven a las tertulias? ¿A cuantos de esos periodistas estupendos que desprecian a Hersh les han escuchado ustedes criticar a Ferreras por sentar a Inda en su televisión o denunciar las tertulias de amigos de Villarejo de Ana Rosa Quintana o Ana Terradillos?
Las ensordecedoras críticas a Hersh puestas al lado del silencio ante los Galiacho, los Inda, los Ferreras, los Terradillos o los Quintana no hablan de estos personajes repugnantes, hablan del estado de una profesión cuya credibilidad y honorabilidad está más en entredicho que nunca. Ha bastado comenzar a debatir sobre los medios para comprobarlo.
¿Hay excepciones? Por supuesto. Los profesionales a los que más admiro por su valor y por su honestidad son periodistas; Olga Rodríguez, Jesús Cintora, Inna Afinogenova, Miguel Mora, Jonatan Martínez, Jordi Basté, Xabier Lapitz, Fernando Berlín, Jesús Maraña, el Crudo, Mónica Terribas, Jordi Évole, Pablo Elorduy, Andrés Gil, Aitor Riveiro, Cristina Fallarás, Rosa María Artal, Virginia Pérez Alonso, Martin Medem, Juan Tortosa las gentes de CTXT, de Público, de El Salto, de La Directa, del Ara, del Gara, de La Marea, muchos periodistas íntegros que escriben El Diario e incluso en lugares donde es casi imposible escribir con libertad.
Periodistas que van a tertulias muy difíciles como Miquel Ramos o como Javier Aroca. Y muchos periodistas con los que discrepo a diario pero que, a mi juicio, hacen su trabajo con rigor y seriedad; Enric Juliana, Pepa Bueno, Aimar Bretos, Ángels Barceló, Marius Carol, Jordi Juan, Fernando Garea, Ernesto Ekaizer, el propio Nacho Escolar al que critico mucho pero que es uno de los periodistas más brillantes de nuestro país, el propio Luís María Ansón, monárquico y conservador pero que siempre me defiende sabiendo que eso no le hace ningún favor.
Pero creo que, por desgracia, los nombres que he mencionado navegan contra una corriente dominante que está degradando la profesión hasta límites nauseabundos. Sé que no les ayudo en nada haciendo público mi respeto, pero creo que hoy, una de las tareas democráticas más importantes es hacer información y análisis de calidad. Lo hemos intentado este año con La Base y vamos a seguir intentándolo con Canal Red.
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