BILBAO
Actualizado:Agendas vacías, luces apagadas... y un teléfono que no suena. En las oficinas del PNV reina estos días la tranquilidad más absoluta después de unos meses de elecciones de todo tipo. Su presidente, Andoni Ortuzar, está pendiente del móvil. Espera una llamada de Madrid que le confirme cuándo será la gran reunión del mes: en los próximos días, Pedro Sánchez se trasladará a Bilbao para hablar con el líder peneuvista sobre cómo prevé afrontar un nuevo intento de investidura.
El encuentro aún está sin fecha. Inicialmente, en los planes del PSOE figuraba para esta semana, coincidiendo con las fiestas patronales de la capital vizcaína. Sin embargo, desde el PNV aseguran que aún no han recibido ninguna comunicación oficial sobre el día en el que se producirá la reunión. El pasado sábado, la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo, aseguró que Sánchez y Ortuzar se verán “pronto”, pero no concretó más.
La reunión, aún en el aire, se enmarca en la gira emprendida por Sánchez para tratar de cerrar acuerdos con aquellas formaciones que están representadas en el Congreso –el PNV tiene seis diputados- y podrían resultar fundamentales para un nuevo intento de investidura. En cualquier caso, nada será suficiente si no se garantiza también los votos de Unidas Podemos, algo que a esta hora parece lejano.
En ese enrevesado contexto, Euskadi es el espejo favorito de Sánchez. PNV y PSE mantienen en esta tierra un consolidado acuerdo de gobernabilidad que les permite dirigir sin sobresaltos las principales instituciones, tanto a nivel autonómico como foral y municipal. Del mismo modo, los nacionalistas vascos también han cerrado un acuerdo histórico en Navarra con la socialista María Chivite, quien ahora está al frente del Ejecutivo de coalición en el que participan PSN, Geroa Bai (coalición en la que está integrada el PNV) y Podemos.
En cambio, las cosas no han ido tan bien en Madrid. Allí el PNV no logró concretar un pacto sólido con Sánchez antes de la fallida investidura, en la que el partido de Ortuzar (tanto en la primera como en la segunda votación) optó por abstenerse. “No podemos sumarnos a un mero contrato de adhesión”, dijo entonces Aitor Esteban, portavoz de esa formación en el Congreso. No en vano, advirtió que “hay asuntos fundamentales previamente acordados que o están paralizados o sufren alteraciones con respecto a lo pactado”.
En efecto, los gobiernos de Iñigo Urkullu y Pedro Sánchez habían alcanzado una hoja de ruta para tratar de concretar nuevas transferencias. Se trata de un tema que viene de lejos: el Estatuto de Gernika, que en octubre conmemorará los 40 años de su aprobación a través de un referéndum, acumula largos retrasos.
En enero pasado, ambos Ejecutivos acordaron un plan que permitiría transferir a Euskadi 33 competencias. Sin embargo, el calendario pactado “se ha visto absolutamente bloqueado”, según apuntaba hace pocos días la consejera de Desarrollo Económico e Infraestructuras, Arantxa Tapia.
Sin avances
En esa línea, el Gobierno Vasco señaló en una respuesta escrita a la parlamentaria de EH Bildu Nerea Kortajarena que “la situación de interinidad en la que se encuentra el Gobierno del Estado y la ausencia de interlocutor en el área de Política Territorial impiden, en este momento, cualquier avance en el proceso transferencial pendiente”.
En ese documento –fechado el 15 de julio-, el consejero de Gobernanza Pública Autogobierno, Josu Erkoreka, remarca que “una vez que se constituya el Gobierno del Estado, y se disponga de interlocutor válido”, el Ejecutivo de Vitoria “reclamará como ha venido haciendo de manera inveterada y reiterada el cumplimiento íntegro del Estatuto de Gernika, sin que dicha reivindicación de máximos impida la apertura de un proceso negociador respecto de aquellas materias que el Gobierno del Estado plantee transferir”.
Evitar otras elecciones
Con estos datos sobre la mesa, el PNV tiene claro que la repetición de elecciones no es precisamente la mejor de las salidas. El temor a un repunte del bloque de las derechas que encarnan PP, Ciudadanos y Vox sigue presente, por lo que Esteban –entre otros dirigentes- ya ha remarcado en las últimas semanas que “ir a nuevas elecciones es una auténtica barbaridad”. Así lo manifestó a finales de julio en una entrevista ofrecida al Grupo Noticias, donde advirtió que “hay un riesgo de que el tripartito de extrema derecha cuaje” y se mostró dispuesto a ayudar para tratar de que exista un acercamiento entre PSOE y Unidas Podemos. La mano de los nacionalistas está tendida.
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