Iglesias regresa a los orígenes para honrar "a los padres y madres de la democracia"
El líder de Podemos ha participado en su primer acto público como vicepresidente segundo del Gobierno. Ha rendido homenaje a las víctimas de la conocida como Semana Negra de la Transición: los abogados de Atocha, Arturo Ruiz y Mari Luz Nájera.
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MADRID, Actualizado:
Era el 17 de enero de 2014. El lugar elegido: el Teatro del Barrio, en Lavapiés (Madrid). El profesor de Ciencias Políticas Pablo Iglesias anunciaba que daba "un paso adelante" para lanzar Podemos, un nuevo partido político que entonces presentaba como "un método participativo abierto a toda la ciudadanía". Seis años y cinco días después, Iglesias ha regresado al mismo escenario para ofrecer su primera comparecencia pública como vicepresidente segundo de un Gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos. El acto elegido es emblemático: un homenaje a Arturo Ruiz, a Mari Luz Nájera y a los abogados de Atocha, militantes y luchadores antifranquistas que fueron asesinados durante la conocida como Semana Negra y que tuvo lugar en enero de 1977.
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"La historia de Arturo, de Mari Luz Nájera y de los abogados de Atocha no es una suma de historias de familiares desgraciados. Es Historia Política de España. Es la historia de los verdaderos padres y madres de nuestra democracia", ha reivindicado Iglesias durante su intervención, a la vez que ha recordado que esta democracia y este Gobierno tienen "una obligación" con "aquellos jóvenes que se jugaron la libertad y la vida por la justicia social".
"La historia de Arturo, de Nájera y de los abogados de Atocha es Historia Política de España", ha defendido Iglesias
Acto seguido, Pablo Iglesias ha leído punto por punto los seis compromisos en materia de Memoria Democrática recogidos en el acuerdo de Gobierno entre su partido y el PSOE, entre los que destaca el plan de exhumaciones, la retirada de las condecoraciones a "personas que protagonizaron actos criminales durante el franquismo" y una auditoria de los bienes expoliados por el franquismo.
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Una vez leídos, el vicepresidente Iglesias ha instado a los presentes a presionar al Gobierno para que cumpla."Os pido que no dejéis de exigir el cumplimiento de estos puntos", ha apuntado Iglesias, que también ha señalado que la mejor manera de honrar a los asesinados en la lucha por la democracia es defender lo mismo que ellos defendían: "la libertad" y "la educación pública" frente a los que quieren degradarla con iniciativas como el veto parental. "Este Gobierno defenderá la educación pública frente a los herederos ideológicos de los que entregaron la educación a la Iglesia y arrancaron a millares de niños de sus padres para enseñarles a cantar el 'Cara el Sol'", ha señalado Iglesias.
Sentado a la izquierda del vicepresidente se encontraba Manuel Ruiz, hermano de Arturo, el joven asesinado un 23 de enero de 1977 por un miembro de un comando ultraderechista mientras participaba en una manifestación que pedía la amnistía para los presos políticos que quedaban en las cárceles. "Me enteré de que habían matado a mi hermano por la televisión. Fui yo quien se lo dijo a mi madre. Le dije que habían matado a Arturo. Creo que fue la última vez que hablé con mi madre sobre el tema", ha confesado Manuel Ruiz.
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Arturo Ruiz tenía entonces 19 años. Estudiaba en la universidad y trabajaba como albañil. En sus bolsillos llevaba una foto de carné de una mujer, un llavero de los hermanos Kennedy y 75 pesetas. Era activo políticamente. De izquierdas. Dos disparos por la espalda de José Ignacio Fernández Guaza, miembro de un comando ultraderechista de cuatro personas con vínculos con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, acabó con su vida. El asesino acertó con el segundo disparo. Antes, había gritado 'Viva Cristo Rey'.
Fernández Guaza pudo escapar del lugar y nunca ha sido juzgado por matar a Arturo. Sí fue juzgado el dueño de la pistola con la que el ultraderechista disparó. Su nombre es Jorge Cesarsky. La condena fue de cinco años y medio de prisión, pero, según informó El País, Cesarsky sólo cumpliría un año de prisión. Se habría beneficiado de la amnistía política que Arturo Ruiz reclamaba en las calles. Una nueva paradoja de la Transición. Una más. "La Justicia nos ha hecho entre poco caso y ninguno. Esto te hace perder la fe en las instituciones y en la Justicia. La primera jueza que me escucho fue en Argentina", ha sentencia Manuel Ruiz.
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"La Justicia nos ha hecho entre poco caso y ninguno. Esto te hace perder la fe en las instituciones y en la Justicia", denuncia Manuel Ruiz
Un día después del asesinato de Arturo Ruiz, el 24 de enero, la comunidad de estudiantes de Madrid compartió agitadas reuniones, asambleas y lamentos. La reacción fue convocar otra protesta. Julián Moreno estuvo en ellas. Este martes, este hombre se sentaba en la mesa junto a Pablo Iglesias, Manuel Ruiz y Begoña Lalana en el marco de los Martes Ciudadanos en el Teatro del Barrio. Moreno recuerda que la palabra que más se repetía en aquella protesta era "justicia". "Pero dijeron que la protesta era violenta y que atacaba a la Policía. Era falso. Incierto. Lo que hoy llaman fake news".
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Y un policía acabó con la vida de la joven estudiante Mari Luz Nájera. Le estrelló un bote de humo en la cabeza a apenas unos pocos metros de distancia. Tenía 22 años. Julián Moreno la recuerda de la siguiente manera: "Era dulce y extrovertida. Estudiaba el tercer año de Ciencias Políticas. Su única actividad era estudiar y devolver a sus padres todo el esfuerzo que habían hecho para que ella pudiera estudiar".
Pero Nájera no fue la última víctima de aquella mañana. Apenas unas horas después de la muerte de la joven, otro comando ultraderechista entraría en las oficinas de un despacho de abogados laboralistas en Atocha asesinando a cinco personas: Luis Javier Benavides, Enrique Valdelvira, Javier Sauquillo, Serafín Holgado y Ángel Rodríguez. Cuatro lograron salvar la vida: Luis Ramos, Miguel Sarabia, Dolores García y el propio Alejandro.
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"Arturo Ruiz fue la primera víctima de la semana trágica de la Transición. Fueron cuatro o cinco días de mucha violencia en las calles con la extrema derecha campando a sus anchas. La tensión fue in crescendo. Primero, Arturo. Después, Mari Luz y los abogados de Atocha. Madrid estaba lleno de manifestaciones contra el régimen y la extrema derecha y las fuerzas involucionistas trataron de mantener una estrategia de terror y tensión que propiciara una intervención militar. Sin embargo, consiguieron todo lo contrario. Reforzaron el camino hacia la democracia", explica a Público el periodista e investigador Mariano Sánchez Soler, autor de La Transición Sangrienta (Península).
Eran los últimos días del mes de enero de 1977 y se acababan de producir dos de los días más sangrientos de una Transición, que tenía poco del cuento de hadas que se transmitió a las futuras generaciones.
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La abogada Begoña Lalana ha recordado a Iglesias que las víctimas de la dictadura y de la Transición siguen esperando a la Justicia.
Los datos que aporta Mariano Sánchez en su obra son demoledores. Entre 1975 y 1983, se produjeron 591 muertes por violencia política (terrorismo de extrema izquierda y extrema derecha, guerra sucia y represión). De ellos, 188 de los asesinados entran dentro de lo que el autor denomina violencia política de origen institucional. Es decir, los asesinatos "desplegados para mantener el orden establecido, los organizados, alentados o instrumentalizados por las instituciones del Estado", señalaba Mariano Sánchez en este reportaje de Público.
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Las personas que causaron la muerte de Arturo Ruiz y Mari Luz Nájera nunca fueron juzgadas. Sus crímenes siguen impunes a día de hoy. Poro otro lado, uno de los asesinos de Atocha, Carlos García Juliá, consiguió escapar de España tras obtener la libertad condicional en 1991. Ha estado escondido estos años en Brasil y ahora España espera su extradición. Quizá por estas circunstancias, la abogada Begoña Lalana ha recordado a Pablo Iglesias que, además de las medidas propuestas por el nuevo Gobierno, las víctimas de la dictadura y de la Transición siguen esperando a la Justicia.