Gerardo Pisarello: "Si la monarquía son los desmanes de Juan Carlos I y de Froilán, el republicanismo crecerá"
El secretario primero de la Mesa del Congreso y diputado de Unidas Podemos reflexiona para 'Público' sobre su último libro, 'La República inesperada' (Escritos Contextatarios).
Pilar Araque Conde
Madrid-
"La I República mostró que un país sin reyes y sin lo que la monarquía representaba podía ser un país mejor. Con mayor educación, con más derechos para las clases postergadas, con mayor vida municipal, con separación entre Iglesia y Estado, con paz y menos militarismo, con relaciones federales y confederales entre los pueblos peninsulares. Todo eso se puso sobre la mesa en 1873", explica Gerardo Pisarello (Tucumán, Argentina, 1970) sobre su nuevo libro, La República inesperada (Escritos Contextatarios).
El secretario primero de la Mesa del Congreso y diputado de Unidas Podemos, doctor en Derecho y profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Barcelona, ahonda en una entrevista a Público sobre las bondades del periodo que transcurre desde la Revolución Gloriosa (1868) a la restauración de la monarquía de 1874.
"Miles de mujeres de condición modesta se politizaron con la Primera República. Algunas, como Concha Boracina, llegaron a presidir cantones republicanos. Fue una utopía democrática hermosa. Y si no triunfó, fue sobre todo porque tuvo enemigos poderosos e implacables. Comenzando por el partido terrateniente, rentista y esclavista, que nunca le perdonó a la República que defendiera la autonomía de Cuba y de las colonias de ultramar", agrega.
¿Y por qué un ensayo histórico sobre la I República? Por el "olvido deliberado" al que está sometido este importante pasaje histórico. "Franco decía que había que borrar el siglo XIX de la historia. Y lo que tenía en mente, sin duda, eran las revueltas democráticas que condujeron a cambios como el de la I República. Sus herederos no son muy diferentes. Isabel Díaz Ayuso [presidenta de la Comunidad de Madrid, del PP] se la pasa agitando el espantajo de una nueva República federal y laica, como la de 1873. Y a Pablo Casado [expresidente del PP] le gustaba gritar desde la tribuna "¡cuidado que se vienen los cantonales!", relata.
En cuanto al adjetivo que acompaña el titular, "inesperada", Pisarello destaca que tanto la I República como la II, de la que se cumplen 92 años este 14 de abril, "llegaron de una forma un tanto inesperada y en contextos internacionales muy poco favorables para las fuerzas democráticas y republicanas". En la primera, recuerda, Europa estaba en un momento conservador, "se acababa de aplastar a la comuna de París", y en la segunda, el nazismo y fascismo estaba en auge en el continente.
"Las tradiciones republicanas montaron ateneos, sindicatos, cooperativas, bibliotecas. Fueron construyendo instituciones republicanas desde abajo, pero esta llegó cuando menos lo esperaban. Pocos republicanos pensaron que Amadeo de Saboya renunciaría al trono en 1873. Y pocos pensaron que unas elecciones municipales obligarían a Alfonso XIII a huir de España en abril de 1931. Así que sí, las dos repúblicas fueron en cierto modo inesperadas y subsistieron con gran valentía en condiciones adversas, ya que en Europa soplaban vientos reaccionarios en ambos casos", argumenta.
Con estas experiencias, y ante el anhelo de una III República, ¿hay ahora un ambiente favorable para pensar que el horizonte republicano esté más cerca que lejos? "Mientras más se advierta la inutilidad de la monarquía, más irá calando la alternativa republicana. Si la monarquía son los desmanes de Juan Carlos I y de Froilán o los flirteos con la ultraderecha, el republicanismo crecerá", afirma con rotundidad Pisarello, quien profundizó sobre la crisis de la última restauración borbónica en su anterior obra, Dejar de ser súbditos. El fin de la restauración borbónica (Akal), la cual publica ahora su segunda edición ampliada.
Más allá de esta premisa, el parlamentario pone de relieve abonar el terreno político y social con iniciativas que la precedan, como en su día ocurrió con los pactos federales de 1869 y el Pacto de San Sebastián de 1930, "acuerdos amplios entre diferentes tradiciones republicanas para superar los privilegios y la opacidad de la monarquía", describe.
No obstante, destaca el concepto del "republicanismo de las cosas concretas". "Reconocer derechos a los riders, a las personas trans, a las trabajadoras del hogar o subir el salario mínimo ya es republicanismo. Lo que hace falta es que ese republicanismo de las transformaciones cotidianas se vincule al republicanismo como cambio de régimen", explica.
En cualquier caso, Gerardo Pisarello avista con optimismo el horizonte republicano. "La historia está abierta. Que la I y la II República fueran inesperadas también quiere decir que puede haber otras más. Y que hay que estar listos porque a veces lo que parece imposible, solo tarda un poco más en llegar".
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