Este artículo se publicó hace 2 años.
El frágil liderazgo de Pablo Casado: menos de cuatro años al frente de un PP que acabó con Cs y no pudo con Vox
El presidente nacional de los populares afronta una salida inminente tras perder la guerra con Isabel Díaz Ayuso y que todos sus apoyos se hayan esfumado en los últimos días. El líder popular estaba abocado a decidir si pactar con la extrema derecha tras "liberarse" de la formación de Inés Arrimadas, con la que ha roto algunos de sus pactos más importantes.
Madrid-
Un 21 de julio de 2018 Pablo Casado ganaba la segunda vuelta de las primarias del Partido Popular (PP) y se convertía en el nuevo presidente nacional. "El PP ha vuelto", proclamaba el hasta entonces vicesecretario de comunicación de los populares. Natural de Palencia, Casado era un militante ya consolidado dentro de las filas populares desde su integración en Nuevas Generaciones en el año 2004. Tras la salida de Mariano Rajoy, Casado cogió las riendas de un partido que en aquellos momentos estaba amenazado seriamente en su espacio electoral por Ciudadanos. Ahora, con los naranjas en una posición casi irrelevante, la disputa es con una extrema derecha de Vox en auge. El balance de Casado nos revela un liderazgo frágil.
La moción de censura contra el expresidente Rajoy generó un terremoto en los populares. La salida del líder desembocaba en el primer proceso de primarias de las historia del PP. La primera vuelta, donde votaba la militancia, aupó al primer puesto a Soraya Sáenz de Santamaría, en una candidatura que se interpretaba como continuista. En la segunda vuelta, donde votaban solo los compromisarios del partido, Casado ganó gracias a haber recabado especialmente los apoyos del sector afín a María Dolores de Cospedal.
"El PP ha vuelto", señalaba Casado. Los populares giraban a la derecha teniendo en cuenta algunos discursos realizados por su nuevo líder en materias como la ley del aborto o cuestiones de igualdad. Desde el primer momento, un asunto sobrevoló su llegada a la presidencia del partido. Fue el famoso master en la Universidad Rey Juan Carlos, investigado por la Justicia, al igual que sus estudios de Derecho. Del caso salió finalmente absuelto judicialmente, al igual que sucedió con Cristina Cifuentes. Los tribunales sí detectaron anomalías en el centro universitario.
Desde Génova recuerdan con insistencia que Casado cogió a un partido herido, con bajísima proyección electoral y con la sombra de la corrupción siempre acechante. Efectivamente, a pesar de la victoria electoral en Andalucía gracias a Juanma Moreno y un pacto con Cs y el apoyo externo de Vox, las primeras elecciones generales del nuevo líder popular confirmaron los peores presagios. El PP bajaba con fuerza en abril de 2019 y obtenía solo 66 diputados y poco más de 4,3 millones de votos. Le pisaba entonces los talones Cs, con Albert Rivera a la cabeza, quedándose a unos 200.000 votos y 9 diputados de distancia.
Precisamente, el líder de Cs pensaba que podía dar el sorpasso a los populares, lo que llevó a vetar de inicio a Pedro Sánchez para intentar favorecer un Gobierno del PSOE. La debacle de Cs, que pasó a obtener solo 10 diputados, hizo a resistir al PP, que mejoró ligeramente sus resultados. Pero la amenaza ya era otra. La extrema derecha liderada por Vox y Santiago Abascal no dejaba de subir y se situó en los actuales 52 diputados. Los giros estratégicos de Casado en su relación con ambos partidos que le disputan su campo electoral han sido frecuentes.
Corrupción
Rajoy salió de Moncloa empujado por una moción de censura tras producirse una de las sentencias judiciales de la trama Gürtel. La Audiencia Nacional confirmaba la caja B del partido desde décadas atrás y la izquierda activaba su alianza. El discurso de Casado siempre ha ido acompañado de la defensa de la "ejemplaridad". Una intención de romper con el pasado que precisamente se relaciona con la búsqueda de pruebas contra Ayuso por supuestos tratos de favor a su hermano en varios contratos de emergencia. Paradójicamente, esta búsqueda de la "ejemplaridad", aunque con un presunto espionaje de por medio, ha desembocado en su salida del partido.
En esta estrategia, durante febrero de 2021 anunció que el PP abandonaría la sede de Génova 13 en Madrid. Un emblema del partido señalado judicialmente por haberse costeado con dinero negro parte de sus obras. La sentencia de la Audiencia Nacional confirmaba ese punto y llegó antes que la mudanza. "Ya hemos dicho lo que teníamos que decir", destacaban entonces en la dirección.
Y es que Casado decidió meses antes que no volvería a hablar de casos de corrupción del pasado. Pero otras investigaciones como la Operación Kitchen, la segunda parte del caso Gürtel, el caso de la destrucción de los ordenadores, los llamados papeles de Bárcenas, la trama Púnica o el caso Lezo han ido acompañando el mandato de Casado.
Objetivo: acabar con Cs
La relación con el partido que lideraba Rivera ha sido un carrusel. Pasaron por varias etapas. Tras las elecciones autonómicas y municipales de 2019, las dos formaciones forjaron pactos aparentemente sólidos en comunidades autónomas como Madrid, Murcia y Castilla y León, que se sumaban al Gobierno de coalición ya existente en Andalucía. También lo hicieron en importantes ciudades como Madrid, Zaragoza o Alicante. Ese año llegaron a concurrir juntos en Navarra y al año siguiente en Euskadi.
En las diferentes operaciones con Cs destaca un nombre propio junto a Casado: Teodoro García Egea
Con el batacazo electoral de Rivera en 2019 y su posterior dimisión, el partido de Inés Arrimadas intentó cambiar el timón de su partido. Sería 2021 un año clave para las dos formaciones políticas. Un intento de moción de censura fallido en Murcia desataría un terremoto a nivel estatal. En esas operaciones destaca un nombre propio, que acompañaba a Casado desde su campaña electoral para las primarias. Teodoro García Egea era el secretario general del partido hasta este martes, día en el que se conoció su dimisión.
Él "arregló" lo de Murcia, fichando a dos integrantes de Cs. Se llevó además a Fran Hervías, ex secretario de organización del partido de Arrimadas. La formación naranja ha denunciado en multitud de ocasiones una "OPA hostil" dirigida desde Génova contra sus dirigentes. El PP de Isabel Díaz Ayuso rompió también con Cs en Madrid. Y a finales del pasado año hacía lo propio Alfonso Fernández Mañueco en Castilla y León.
Los pactos con Vox
La fuerte irrupción de Vox en las instituciones es uno de los asuntos que más quebraderos de cabeza le ha provocado a Casado. Pese a no poner pegas a pactar con ellos para poder conformar algunos Gobiernos, los populares todavía no han dado al paso a formar coaliciones con los de Abascal. Casado ha pasado por varias etapas con la extrema derecha también. Un punto álgido fue el día de la moción de censura que su antiguo compañero de partido presentó contra Sánchez. "Hasta aquí hemos llegado", le dijo en el Congreso.
Pero poco tiempo antes, en la famosa foto de Colón, también junto a Cs, no.
Desde la mencionada moción de censura, las relaciones de forma pública se han ido empeorando. Los dirigentes no se han dejado fotografiar juntos y los insultos por parte de Vox han sido frecuentes. El todavía líder del PP se lanzó claramente hacia los votantes de ultraderecha durante su discurso de cierre de la Convención Nacional celebrada el pasado mes de octubre.
Desde Génova consideraban que había una estrategia a nivel nacional para desgastar a Casado y potenciar a Ayuso. El PP prefería, hasta las pasadas elecciones de Castilla y León, no entrar en el cuerpo a cuerpo. Pero, conscientes de la fuga de votos hacia ellos, no dudaron en señalarlos desde la dirección nacional como "falsa derecha". Con toda probabilidad no tendrán más remedio que gobernar con ellos en Castilla y León.
La guerra total con Ayuso
La fuerte irrupción electoral y como personaje público de Ayuso ha ido minando la popularidad del presidente nacional
El frágil liderazgo de Casado se ha visto a las claras durante los últimos meses. La fuerte irrupción electoral y como personaje público de Ayuso ha ido minando la popularidad del presidente nacional. La relación con la presidenta de la Comunidad de Madrid se había ido deteriorando hasta el estallido total del pasado jueves. Génova y Ayuso habían ido librando una batalla pública y en los medios de comunicación a cuenta del Congreso del PP de Madrid.
Pero tras esa disputa se escondía un caso aún más importante. Las sospechas por parte de la dirección nacional de corrupción de Ayuso y un supuesto espionaje contra la mandataria madrileña. Una historia llena de decepciones también a nivel personal, puesto que Casado y Ayuso compartían amistad y fue el presidente quien la propuso como candidata en 2019 sin contar con demasiado entusiasmo en sus filas.
La sucesión de acontecimientos ha sido frenética durante las últimas horas. Lo que está claro a estas alturas es que Casado se ha quedado solo y se ha rendido a la evidencia de que una mayoría del partido pedía su salida. Los mismos que hasta hace pocos días le eran leales, hoy le han dado la espalda, especialmente tras una surrealista reunión con los "barones" en la madrugada del miércoles. Habrá Congreso extraordinario y Casado resiste al frente del PP un mes más y seguirá siendo el presidente del partido hasta la celebración del cónclave los próximos 2 y 3 de abril. Todas las miradas están puestas ya en Alberto Núñez Feijóo y en desterrar la etapa, poco exitosa, de Casado.
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