Este artículo se publicó hace 3 años.
Fracasa la primera sesión de investidura de Pere Aragonès, que no tiene garantizado el "sí" de Junts para el martes
El partido de Puigdemont insiste en el papel "decisivo" del Consell per la República para definir la estrategia independentista y deja claro que el acuerdo con Esquerra no parece precisamente próximo. Sólo la CUP ha votado a favor de la investidura de Aragonès, tras cerrar un pacto de marcado contenido social.
Barcelona-Actualizado a
El primer intento de Pere Aragonès para convertirse en presidente de la Generalitat ha fracasado por la negativa de Junts per Catalunya a votar a favor. Tras una sesión maratoniana que se ha alargado cerca de 11 horas, el candidato de ERC ha logrado el voto favorable de 42 diputados (los 33 de ERC y los nueve de la CUP), mientras que 61 lo han hecho en contra (los de PSC , Vox, En Comú Podem, PP y Cs) y la abstención de los 32 parlamentarios de JxCat. Aragonés lo volverá a intentar en segunda votación el martes, en una sesión que arrancará a las 10h. En este caso, a diferencia de este viernes, bastaría con la mayoría simple, es decir más votos a favor que en contra, para ser investido, pero ahora mismo no tiene garantizado el sí de Junts. De hecho, el discurso de la formación de Puigdemont no apunta precisamente a un acuerdo inminente, si bien ERC -que ha subido el tono de las críticas a sus potenciales socios al final del debate- le reclama que lo haga posible.
El resultado de la primera votación de investidura ya se conocía desde que el jueves por la noche JxCat anunció que se abstendría y, por tanto, impediría que Aragonès se convirtiera ya en president de la Generalitat, pero la sesión ha dejado algunas claves importantes. De entrada, lo más significativo es que ERC y Junts parecen muy lejos de un acuerdo. Mientras que la voluntad de los primeros es cerrarlo cuanto antes para poner en marcha el nuevo Govern a partir del próximo martes, JxCat parece tener la voluntad de dilatar los plazos y, de hecho, ha llegado a pedirle a Aragonès que renuncie a la segunda votación hasta que no haya un acuerdo de los "74 diputados independentistas".
En la intervención final de su portavoz parlamentaria, Marta Vilalta, ERC ha tildado de "incomprensible" que JxCat se haya abstenido y el partido ha insistido en que "el país no puede esperar" para tener gobierno. Y en la misma línea, Pere Aragonès ha aprovechado su turno de palabra final para recordar que "la gente de ERC siempre hemos estado [allí]. A la inversa, siempre hemos estado. Por primera vez desde 2012, el candidato independentista no recibirá el apoyo del espacio de Juntss", y ha emplazado a la formación de Puigdemont a reunirse este mismo sábado para desbloquear la investidura.
A pesar de la emergencia sanitaria, social y económica que vive el país, la intervención de JxCat desprende que su prioridad -casi única- es mantener el control del procés, en este caso a través del Consell per la República, un organismo privado que lidera el expresidente Carles Puigdemont y que cuestiona la CUP y, en menor medida, ERC. La realidad, sin embargo, es que el acuerdo alcanzado entre Esquerra y la CUP para investir a Aragonés contiene una serie de elementos -cambios el modelo económico, un plan piloto de una renta básica universal, el impulso de la gestión pública de los servicios públicos o el cuestionamiento del modelo policial- que no gustan a un partido económicamente de orden como Junts.
Paralelamente, ERC y la CUP han mostrado una cierta complicidad, engrasada después de unas negociaciones que han alcanzado un preacuerdo validado esta misma semana por las bases de los anticapitalistas. Asimismo, de la intervención de la líder de En Común Podem, Jéssica Albiach, se desprende que ni mucho menos se puede descartar que los comuns apoyen determinadas políticas del futuro Govern -si finalmente se forma-, siempre que vayan en la línea marcadamente de izquierdas que desprende el documento del acuerdo entre cupaires y republicanos. El interrogante, sin embargo, será si con JxCat en el ejecutivo realmente saldrán adelante tal y como están planteadas. Los comuns han vuelto a mostrado su rechazo radical a un nuevo Govern entre ERC y JxCat, porque considera que es una fórmula "que no ha funcionado".
La idea de la fórmula fracasada también ha sido recurrente la intervención de un PSC muy crítico con el acuerdo entre ERC y la CUP, y en el que Salvador Illa ha vuelto a ofrecerse como "alternativa", a pesar de la incapacidad de la actual PSC para liderar acuerdos en Catalunya que sumen mayoría. En cuanto a los tres partidos de la derecha y extrema derecha española, Vox ha tirado de los tópicos racistas y xenófobos habituales. Eso sí, buena parte de los diputados de todos los partidos menos los de PP y Cs han salido del auditorio del Parlament durante la intervención de Ignacio Garriga, portavoz del partido de ultraderecha. Cs no ha modificado en nada el discurso durísimo contra el independentismo que no parece haberle ayudado a ganar apoyos en el último ciclo electoral y el PP se ha mostrado especialmente crítico con el acuerdo de ERC con la CUP.
Un plan de gobierno con tres prioridades
En un Parlament con un ambiente que en nada se parecía al que había en una sesión de investidura pre-covid, Aragonès ha iniciado la sesión con un discurso que se ha alargado casi dos horas y que ha sido claramente de izquierdas, alejado de los que habían pronunciado Carles Puigdemont o Quim Torra en mandatos previos en cuanto a cuestiones sociales y económicas. Más allá de las apelaciones a "salir de la zona de confort", en un claro mensaje a JxCat y a En Comú Podem, Aragonès ha fijado tres prioridades para el govern que quiere encabezar: "impulsar una reconstrucción económica encaminada a sentar las bases de un nuevo modelo productivo que mida su fortaleza en términos de prosperidad y bienestar para todos, dar respuesta a la emergencia social de manera inmediata y resolver el conflicto político con el Estado".
Aunque ha subrayado que es un "acuerdo de mínimos", la CUP ha sido la única formación que ha avalado Aragonès, con el argumento de que el pacto debería ser el inicio de una "ciclo de ruptura" tanto a nivel nacional, como a nivel social y económico. En cambio, Junts se ha centrado sobre todo a insistir en que la prioridad es un "buen acuerdo" de govern que permita convertir esta legislatura en la de la "concreción" de la República catalana, aprovechando la mayoría absoluta de votos y de diputados que el independentismo alcanzó en los comicios del 14 de febrero. Y esto, a su juicio, pasa por que el Consell per la República sea un organismo "decisivo" que lidere la estrategia independentista.
En la intervención de su líder parlamentario, Albert Batet, las cuestiones sociales y económicas han tenido poco peso, pero otros dirigentes claves de Junts, como Elsa Artadi o Jordi Sànchez, sí han señalado que no se han sentido interpelados por el discurso inicial de Aragonès y que, por tanto, el acuerdo puede tardar "días o semanas" en lograrse. Eso sí, han descartado que quieren "especular" con la idea de una repetición electoral. En cualquier caso, o mucho cambian las cosas en las próximas 96 horas, o el martes se repetirá el escenario de este viernes y Pere Aragonès seguirá sin ser el nuevo president de Catalunya.
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